Gilbert Arenas, la estrella perdida, la boca abierta en la que entran moscas, el John Wayne de vestuario, ha vuelto a tener una ocurrencia.
Cuando el 'Agent Zero' tiene una de sus ocurrencias sube el pan... y la leche y el arroz y el aceite...
Gilbert es así. Un bocazas profesional, un niño en un cuerpo grandón, un pobre descerebrado jugando a ser Dios.
Esta vez simuló una lesión, y le pareció tan gracioso que tuvo a bien confesarlo a bombo y platillo. Porque si uno hace una travesura y no la cuenta, no tiene ninguna gracia.
Dijo que le dolía la rodilla y en los Wizards con su pasado de lesiones saltaron todas las alarmas, pero en realidad al bueno de Gilberto no le dolía nada.
Simplemente quería hacer la obra de caridad del día con un amigo: Nick Young. Parece que estaba jugando poco y Arenas quería que practicara algo más en pretemporada. Por eso se lesionó de mentira.
Simular es el verbo que utilizan para definir la accion. Yo prefiero el verbo engañar, aunque se trate de un engaño pueril.
Al final, la historia hace quedar mal a su entrenador, Flip Saunders, del que parece mofarse, y a su amigo, Nick Young, al que destroza su orgullo en horario de 'prime time'.
Porque Arenas es así. Le gusta improvisar. Y suele hacer el ridículo.
Pero lo mejor vino después. Tras su teatral actuación, al siguiente partido va y se lesiona (de verdad de la buena). Todo parece ya una función de fin de curso. Es como la historia del lobo. ¡Ver para creer!.
Nuestro nuevo John Wayne
Sigue el base de los Wizards haciendo payasadas sin tener en cuenta que se le perdonó la vida.
Porque poco perdón parecía tener su 'duelo al sol' en el vestuario con su 'compañero' Javaris Crittenton. Espectáculo con pistolas y todo, como si el vestuario del Washington fuera el salón de cualquier western de cinemascope. La película data de 2009. Poco antes de Navidad.
Arenas estuvo suspendido y Crittenton vaga sin rumbo por la NBA (acaba de ser cortado en plena pretemporada). Pero la cosa pudo acabar peor, especialmente para nuestro descerebrado protagonista, que llegó a presumir en Twitter de su hazaña vaquera diciendo que era el nuevo John Wayne.
Es el mismo que como frase más popular nos dejó aquel inolvidable: “Puedes defenderme, puedes presionarme, puedes hacerme falta, lo que no harás es pararme. Soy Gilbert Arenas”. Será pistola en mano, porque desarmado ya no vale tanto este Arenas que ha aprendido a pararse a sí mismo.
No vale tanto con el balón en las manos tras su lesión de rodilla, aunque con las manos en la cartera valga y mucho. Tanto como 110 millones de dólares por 6 años. Y es que siempre hay algún idiota mayor que el idiota de turno, en este caso nuestro infantil Arenas. En los Wizards bien lo saben.