Órdago mayúsculo el que Rudy Fernández ha decidido plantear a los Trail Blazers. El jugador no regresará a Portland para hacer la pretemporada y si el equipo no lo traspasa, está dispuesto a quedarse sin jugar hasta que venza su contrato. Eso es al menos lo que ha anunciado su agente, Andy Miller.
Un planteamiento drástico que demuestra la desazón que sufre el jugador español tras ver como los Blazers no han sido capaces de encontrar una salida para él pese a las ofertas de Chicago, New York o Boston. Ninguna de ellas ha convencido a Rich Cho, general manager del equipo, a quien desde el lado de Rudy acusan de “pedir demasiado” por el escolta.
“Todo lo que puedo hacer ahora es subirme a lo alto del tejado y gritar ¡no va a venir!”, ha asegurado el agente del jugador en unas declaraciones que recoge el diario Oregonian. “Simplemente, no va a regresar... Lo he dejado claro”, insistía.
Si Rudy cumple su amenaza y no comparece al inicio de la pretemporada, se arriesga a ser suspendido por el equipo y si, tal y como ha dejado entrever su representante, decide no cumplir lo que le resta de contrato, puede no poder volver a pisar una pista de baloncesto, ni en Estados Unidos ni en Europa, hasta que finalice su actual contrato, en junio de 2012, ya que la FIBA no le permitiría jugar para otro equipo que no fuese Portland.
Mientras, Rich Cho insiste en que los Blazers no van a "hacer un traspaso por hacer un traspaso” y en que solo dará el visto bueno a una operación que sirva “para mejorar el equipo o conseguir algo interesante”. Al general manager de Portland no parece gustarle la presión que le llega por parte del jugador.
Todo indica que con este órdago Rudy y su agente pretenden negociar con los Blazers para conseguir una rescisión de su contrato que le permita firmar por un club europeo y olvidarse de la NBA. Miller ya ha reconocido que sería “la mejor solución llegados a este punto”.
Cualquier cosa sería mejor sin duda que quedarse sin jugar aunque, de conseguir la rescisión, la salida de Rudy de la NBA estaría muy lejos de ser aquella con la que él soñaba cuando llegó a Portland cargado de ilusión. Pero a estas alturas, el mallorquín no parece ver otra salida para recuperar la ilusión por el baloncesto.