La eliminación de los Cavs y el pánico ante la posible marcha de LeBron James están provocando un auténtico cataclismo en la franquicia de Ohio. Si hace unos días el técnico Mike Brown perdía su puesto, ahora es la cabeza del general manager, Danny Ferry, la que ha rodado.
Hay, eso sí, una diferencia importante entre ambas decapitaciones. Mientras la cabeza de Brown era pedida por muchos y su defenestración esperada por casi todos, la de Ferry se la ha cortado él mismo, en forma de una dimisión que ha pillado desprevenidos a casi todos.
Ferry ha asegurado que la decisión de no seguir al frente del rumbo deportivo de la franquicia tras 5 años cumpliendo ese cometido ha sido tomada de mutuo acuerdo con sus máximos responsables, con los que se suponía que tenía que negociar su renovación estos días ya que su actual contrato expiraba a finales de junio.
Una decisión que añade aún más incertidumbre a una franquicia a cuyos aficionados parece esperarles un verano de pesadilla en el que les tocará sufrir hasta saber si siguen teniendo a su estrella y a un equipo en condiciones de luchar por el título o se avecina una catarsis que puede terminar dejando a los Cavs sin líder ni rumbo claro.
El principal colaborador en los últimos años de Danny Ferry, Chris Grant, será el encargado de relevarle en el puesto y su primera misión será la de contratar al nuevo entrenador del equipo tras el despido de Mike Brown la semana pasada.
Todo indica, según la prensa de Cleveland, que ha sido la apuesta de Ferry por mantener a Brown al frente del equipo la que ha deteriorado la excelente relación de confianza mantenida hasta el momento con el propietario, Dan Gilbert, que finalmente fue quien tomó la decisión de deshacerse del técnico.