Se acabó. Fue de forma abrupta y prematura. Este año, LeBron James tampoco conseguirá el anillo. Cleveland Cavaliers cayó en el sexto partido ante los Celtics de Boston, el Garden enloqueció y los de Rivers se enfrentarán en la final del Este a Orlando Magic.
De nada sirvió el triple-doble de LeBron James. El equipo de Ohio, máximo favorito para el título junto a los Lakers, tiró anoche más de 60 victorias a la basura. La 'Operación Ilgauskas' ha sido un fiasco.
Boston 94 Cleveland 85 (4-2)
La melodía coral de los Garnett, Rondo, Pierce, Wallace... pudo con el enaltecimiento del individuo encarnado en un LeBron James que, eso sí, peleó como un león herido en un territorio adverso que terminó dándole un enorme disgusto.
El esfuerzo sobrehumano del MVP de la temporada regular le costó al jugador 9 pérdidas de balón, pero también se tradujo en un monumental triple-doble: 27 puntos, 19 rebotes y 10 asistencias (además robó 3 balones).
Sólo Mo Williams secundó su propuesta con 22 puntos, aunque lograra 20 en la primera parte y en la segunda dejara desamparado a su líder.
Doc Rivers ganó la partida a Mike Brown y, como decimos, la victoria de los Celtics sobre los Cavs en el sexto partido fue un éxito de los términos colectivos frente al individualismo del talento solitario tan enraizado en la cultura estadounidense, un talento (en este caso LeBron) que cada vez -eso sí- es más generoso con su entorno. Lástima que su entorno no fuera en esta serie el adecuado.
Porque Jamison volvió a fracasar estrepitosamente y O'Neal no está para jugar muchos minutos (pese a lo cual es de los pocos que se han salvado en algunos encuentros). De la suplencia, mejor ni hablar. Excepto Varejao en momentos puntuales, la segunda unidad fue anoche un cero a la izquierda.
Y es que resulta ciertamente complejo ganar a un equipazo como Boston anotando el 38,4% de tus tiros y entregando 22 posesiones extras al rival. De nada sirvió a los visitantes dominar el rebote en esas tristes circunstancias ofensivas.
Los Celtics defendieron mucho y bien. Han recuperado los bostonianos su instinto asesino tras el mal año pasado y su enorme relajación en la parte final de esta temporada. Porque han recuperado en plenitud a sus mejores hombres. Y eso que Ray Allen no estuvo anoche precisamente fino.
Porque no olvidemos que estos Celtics han sido capaces de ganar a Cleveland 3 partidos seguidos. Y con un nivel de juego excelente. Porque no olvidemos que Boston ha sido capaz de vencer 2 veces en el Quicken Loans Arena y por paliza, por 18 y 32 puntos. Y eso son palabras mayores.
En este sexto partido, los célticos volvieron a funcionar a tope, decidiendo el encuentro en el último cuarto.
Un triple de James dejó el luminoso en un apretado 78-74 con 9:35 por jugar. Entonces, surgió el martillo pilón local y con un parcial de 10-0 dejó el marcador en un casi concluyente 88-74 que los de Rivers ya no dejaron escapar. En ese parcial decisivo anotaron hasta 4 jugadores. Otro ejemplo de que este equipo no sólo juega en clave colectiva, sino que tiene una gran cantidad de jugadores para actuar sin complejos en clave individual en los momentos cruciales, cuando la situación lo precisa.
Uno de ellos es Garnett, crecido en los momentos más calientes. Esta vez, 22 puntos y 12 rebotes. Otro es Rondo, crecido casi siempre. Sus credenciales: 21 puntos, 12 asistencias y 5 robos.
Pero es que además, Pierce surgió en el momento preciso -2 puntos en la primera parte y 11 en la segunda- y la segunda unidad tuvo dos referencias importantes, Rasheed Wallace y Tony Allen.
De este modo, la melodía coral se fue imponiendo hasta hacer arder las gradas y dejar en nuestras retinas la imagen inesperada de James hincando su rodilla, dolorido en lo más íntimo de su ser. Este año tampoco, debía pensar la megaestrella de Ohio. Y ahora ya no sabemos si algún día ganará algo con estos Cavaliers, el equipo de su tierra.