La operación de traspaso de Marcus Camby a los Portland Trail Blazers ha tenido un efecto secundario en la plantilla de los Clippers: el despido de Ricky Davis. El polémico alero ha sido cortado para hacer sitio en el equipo a Travis Outlaw y Steve Blake.
Davis se une así a la lista de desempleados y prolonga la cuesta abajo en que parece estar situada su carrera en la NBA tras dos malas temporadas con los Clippers.
El año pasado empezó jugando poco y mal, para luego ser sancionado por consumo de drogas y pasar por problemas físicos que hicieron que sólo disputara 36 partidos en toda la campaña.
En ésta, las cosas no iban mucho mejor, aun cuando su físico le había respetado. Relegado a un papel secundario, en 36 partidos había promediado 13,9 minutos de presencia en pista y unos flojos 4,4 puntos por encuentro, aunque había mejorado algo sus lamentables porcentajes de tiro del año anterior.
Muy lejos en todo caso de los 12,7 puntos que tiene como promedio en sus 11 campañas en la NBA y de los 17,5 que llegó a promediar en la temporada 2005-06 con Boston y Minnesota e insuficiente a la vista de los Clippers, que han preferido prescindir de él para hacer hueco a otros jugadores.