Se habla de 3 semanas. Ese es el tiempo estimado en el que Allen Iverson, la impredecible apuesta de Memphis este verano, tendrá que estar de baja por culpa de una lesión. La pretemporada está perdida. El objetivo ahora es que el jugador pueda llegar sano al inicio de temporada.
Una resonancia magnética ha revelado que la otrora megaestrella de la NBA padece un desgarro parcial de ligamentos en su corva izquierda. Parece ser que la dolencia tiene su origen días atrás, cuando los Grizzlies entrenaban en Birmingham, en el estado de Alabama.
Anoche, poco antes de la presentación del equipo ante sus aficionados -jugaban contra los Thunder- se anunció oficialmente que el jugador no se vestirá de corto en las próximas 3 semanas, lo que anula prácticamente de su calendario el mes de octubre.
Iverson parece, sin embargo, bien amoldado a los nuevos tiempos. Al menos, eso es lo que se deduce de su actitud ante la lesión, una reacción más que positiva. Y es que el jugador ya ha dicho que mejor ahora que más tarde, que puestos a elegir cuanto mejor es lesionarse cuando la competición no está en marcha. Razón no le falta.
De este modo, a Iverson no le quedó más remedio que ver desde la barrera la primera victoria de los Grizzlies esta temporada. Ahora ha de empezar a trabajar para recuperarse y demostrar que puede aportar algo a estos Memphis llenos de certezas individuales y serias dudas colectivas.