Memorable partido el segundo de la serie Cleveland-Orlando. Sin duda, uno de los mejores de la temporada. Los Magic remontaron 23 puntos de desventaja y un Turkoglu genial dejó noqueado a Cleveland en el último segundo, hasta que apareció LeBron sobre la bocina, obró el milagro y encendió la pasión en el Quicken Loans Arena.
El partido resulto de una factura impecable tanto por su calidad como por su definición. Un partido en el que ambos equipos demostraron que merecen llegar a la final de la NBA y que llegue quien llegue estará a la altura.
LeBron James anotó su punto 35 con un triple cuando expiraba el tiempo del partido. Hasta entonces no había anotado ni una sola canasta de 3. De no haber obrado el milagro, los Magic se hubieran ido de Ohio con un alucinante 0-2.
Cleveland 96 Orlando 95 (1-1)
Orlando Magic había sido capaz de remontar 23 puntos de desventaja y ya tenía en un pedestal a su héroe particular, Hedo Turkoglu, cuando LeBron James se elevó hacia los cielos con una canasta que sólo puede estar al alcance de los elegidos.
Turkoglu acababa de dejar helados a los aficionados locales cuando con un canastón adelantó a los suyos a 1 segundo del final (93-95). Mike Brown pidió tiempo muerto. Los Cavs sacaron de banda con 1 segundo por jugar y el balón llegó a James más allá del arco. Desde allí, el rey Midas del baloncesto, con Turkoglu en su marca, se elevó para intentar transformar el triple imposible que salvara a la ciudad de Cleveland de la más inesperada depresión. Y lo logró. Su arqueado lanzamiento trazó esa parábola impregnada de gloria de los grandes lanzamientos en las grandes ocasiones. La explosión de júbilo fue incontenible.
Fue, sin duda, el memorable final que merecía un partido memorable, que perdurará en el tiempo con toda justicia, que será emitido por las televisiones como esos partidos históricos de playoffs en los que ahora se atisba un aire retro. Porque el partido merece ser visionado con detenimiento y deleite.
Parece mentira lo que estuvo a punto de suceder esta noche en el Quicken Loans Arena. Un equipo que en temporada regular gana en casa 39 partidos y pierde 2 y que en los playoffs logra 8 victorias consecutivas por 10 o más puntos, estuvo a punto de tirar toda la temporada por la borda perdiendo los primeros dos partidos de la final del Este jugando los dos en casa. No estamos hablando de ciencia ficción. Estuvo a punto de suceder. Sólo un hombre tocado por una varita mágica, por un don divino, pudo evitar la campanada.
Nada hacía presagiar un final tan dramático. Los Cavaliers salieron a la cancha dispuestos a comerse el mundo y a los 5 minutos de juego ya dominaban 15-5. Su agresividad defensiva y su contundencia ofensiva no encontraban oposición alguna en un rival que parecía que ya se daba por satisfecho con haber ganado el primer partido y haber arrebatado a su contrincante el factor cancha.
Hubo un atisbo de reacción y los visitantes se acercaron en el marcador (20-15) merced al buen hacer de su segunda unidad liderada por Anthony Johnson, pero a partir de ahí los locales fabricaron un parcial de 10-1 y se fueron al final del primer cuarto con un inapelable 30-16 a su favor gracias a un triple final de Pavlovic, un jugador recuperado por fin para la causa de los Cavs.
Cleveland había pasado por encima de Orlando y Van Gundy andaba desesperado por la facilidad con la que sus muchachos perdían el balón y los muchos fallos cometidos desde al línea de personal, en parte debidos a que Cleveland llevó mucho a dicha línea al poco diestro Howard.
Pero la desesperación de Van Gundy se acrecentó en el comienzo del segundo cuarto, cuando Cleveland fue arrinconando a Orlando hasta noquearle y dejarle tumbado malherido en la lona. Un triple de Pavlovic y otro de Joe Smith llevaron el luminoso hasta un espectacular 43-20 a 7:07 del descanso. Definitivamente, no había partido.
Los Magic habían anotado 7 canastas en juego en 17 minutos, Turkoglu andaba inédito en la anotación y el baño de juego era de tales proporciones que la máxima ventaja local, esos 23 tantos, se habían logrado con LeBron James descansando en el banquillo.
Sin embargo, con todo en su contra, Orlando escapó del infierno en el que se había convertido el partido y poco a poco, con paciencia, fue apaciguando los ánimos locales, y con un parcial de 8-20 rebajó la desventaja de 23 a 11 puntos (51-40), un hueco que se mantuvo hasta el descanso, al que se llegó con 56-44 para los locales. James ya llevaba por entonces 17 puntos, Ilgauskas rozaba el doble-doble y Pavlovic reivindicaba su espacio en la rotación. Mientras, en los Magic, Howard dominaba el rebote y Pietrus, Johnson y Redick dignificaban la suplencia del equipo.
Y llegó la segunda parte y se repitió la historia del primer partido. Una cómoda ventaja local se iba a diluir hasta colocar a Cleveland entre la espada y la pared y situar a sus aficionados al borde del infarto.
Para que ello sucediera se tuvieron que alinear dos astros: Rashard Lewis (23 puntos al final) y Hedo Turkoglu (21) con algunos planetas a su alrededor (Howard en el rebote -porque en ataque fue anulado-, Pietrus en la defensa y con pinceladas ofensivas de calidad y poco a poco la incorporación del siempre valiente Lee).
Nada más iniciarse el tercer cuarto, LeBron James llevó la ventaja hasta un 60-44, pero a ese hueco le siguió un 4-14 que fue la clave de lo que vino después. Los visitantes vieron a los locales a tiro de piedra (64-58) y a pesar de que James siguió percutiendo salvajemente sobre su defensa, pudieron empezar a hilvanar su mejor juego coincidiendo con la asunción de las tareas de base camuflado por parte de Turkoglu, un hombre que volvió a demostrar que es un diamante de muchos quilates.
El juego de perímetro de Orlando iba a más, y un triple de Turkoglu dejó el marcador en el final del tercer cuarto en 75-69, dando paso a un último cuarto ciertamente maravilloso, jugado de poder a poder, con pasión, con poderosa técnica, con destreza, con belleza, con sentimiento del juego. Un cuarto para enmarcar.
Los Cavaliers perdieron 4 balones en los primeros 5 minutos, Pietrus acercó a Orlando hasta el 82-80 con un tiro desde más allá del 7,24 y Courtney Lee se marcó dos canastas plenas de arrojo que adelantaron a los de Florida por primera vez en todo el partido (84-86 a 5:30 del final). Una fina mezcla de incredulidad y tragedia empezó a bañar la grada, dominada por la incertidumbre cuando a lo largo de toda la temporada todo habían sido certezas.
Los últimos 4 minutos fueron un choque de alta tensión plagado de espectáculo, un carrusel de aciertos, nivelazo baloncestístico.
Mo Williams devolvió la ventaja a los locales con 5 puntos consecutivos, apareciendo cuando más se le necesitaba. Pero entonces, Pietrus empezó a defender de manera admirable a James y Turkoglu comenzó a ejercer de gran aguafiestas. Un triple del turco empató el partido a 93 a 49 segundos del final. Y acto seguido a James le colocaron un soberano tapón y segundos después le pitaron unos pasos de libro. Quedaban 30 segundos.
Atacaron los Magic y Pavlovic hizo una falta a Turkoglu a 13 segundos del final sin estar el equipo en el bonus. Los visitantes tenían 13 segundos para apurar la última jugada. Turkoglu recibió el balón a 9 metros de la canasta, agotó la posesión en bote, penetró en uno contra uno ante Pavlovic y logró anotar un brutal tiro en suspensión a 1 segundo del final (93-95). La grada enmudeció, se mascaba la tragedia. Entonces llegó un hombre de otro mundo, llegado de no se sabe qué ignota dimensión, y con una canasta imposible devolvió a Cleveland una ilusión infinita, una ilusión que, como el mejor prestidigitador, sacó de la nada, de una chistera que 1 segundo antes estaba vacía.
Los números:
- Cleveland: James 35 pt, 5 as y 6 perd. (10 de 12 tl); Williams 19 pt, 5 reb y 5 as (7 de 21 tc); Ilgauskas 12 pt y 15 reb.
- Orlando: Lewis 23 pt y 5 reb (4 de 7 t3); Turkoglu 21 pt; Howard 10 pt, 18 reb y 4 as.
- Los locales sólo anotaron 5 de 19 triples y LeBron James sólo logró el encestado sobre la bocina final (1 de 3).
- Los visitantes remontaron 23 puntos de diferencia y no se adelantaron en el marcador hasta transcurridos 42 minutos y medio de partido.
- Orlando sólo logró 28 puntos en la pintura, 8 en la primera parte y 20 en la segunda.
- Las asistencias tuvieron que retirar a una persona mayor tras caer sobre él en el primer cuarto Mo Williams y Anthony Johnson.