De las primeras cifras de asistencia de público de esta temporada se pueden sacar varias conclusiones. La más inmediata es que el número de espectadores es aproximadamente el mismo que el año anterior, con un 89% de las entradas vendidas.
Otra, que esa media se mantiene gracias a un reparto desigual, en el que los notables descensos de asistencia en unas pistas se compensan con el ascenso en otras, y a una política agresiva de venta de entradas que puede significar a final de temporada unos menores ingresos para las franquicias.
Una de las canchas peor paradas en ese reparto es el ARCO Arena. La pista de los Kings del dominicano Francisco García no tiene nada que ver con el pabellón que colgó, hasta comienzos de la temporada pasada, el cartel de ‘No hay billetes’ durante 354 partidos consecutivos.
El otrora ambiente ruidoso y festivo de la pista de Sacramento se ha tornado silencioso y la algarabía de los clásicos cencerros de la afición de los Kings ha dado paso a algo más parecido a “una biblioteca”, según declaraba Grant Napear, el hombre encargado de narrar las jugadas durante los partidos.
De los 17.317 espectadores que llenaban el ARCO Arena, apenas quedan 12.185 que acudan con regularidad a la pista. La gente ya no vive apretada en la grada y la distancia entre espectadores ha enfriado el ambiente hasta un punto que “tras 21 años narrando los partidos, nuca pensé que vería” afirma con un toque de nostalgia Napear.
Ni siquiera la reciente visita de los Lakers consiguió llenar el aforo de la pista de Sacramento. Nada que ver con el infernal ambiente que esa misma pista vivía hace unos años cuando Chris Webber y Vlade Divac, cuyas camisetas se retirarán este año, desafiaban a los Lakers de Bryant y O’Neal en las finales de conferencia.
Gradas vacías, arcas vacías
Pero Sacramento no es el único que tiene problemas para convocar aficionados. Memphis, por ejemplo, aún tiene menos poder de convocatoria, a pesar de tener una cancha con 800 espectadores más de capacidad que la de los Kings. Los Grizzlies, con 12.037 espectadores de media, lideran la lista de los equipos que menos espectadores atraen.
En ese ranking, después de los dos mencionados, siguen Charlotte (13.443 espectadores de media), Minnesota (13.727), Philadelphia (13.895) e Indiana (14.180). De todos estos es el Wachovia Center de los Sixers donde más asientos vacíos se pueden ver, puesto que su capacidad, por encima de los 20.000 asientos, es mayor que la de las otras pistas. Y eso que este año están acudiendo casi 1.800 espectadores más que el pasado.
La falta de público es un problema muy serio para cualquier franquicia y no es casualidad que la mayor parte de los equipos mencionados presenten unos resultados económicos negativos, es decir, pierdan dinero.
Hay que tener en cuenta que a la disminución de ingresos por venta de entradas hay que sumar el dinero que la franquicia deja de ingresar a través de restaurantes, cafeterías, tiendas y otras instalaciones ubicadas en los aledaños de las pistas.
El otro lado: los que llenan.
Mientras unas gradas se vacían otras se llenan y algunas como nunca antes. Los Pistons, por ejemplo, llevan 246 partidos vendiendo la totalidad de las 22.076 localidades del Palace of Auburn Hills. Y eso, a pesar de lo duramente que la actual crisis económica está golpeando a su área de influencia, centro de la industria automovilística.
Sin duda, la mejor manera de llenar una pista es ilusionando a la afición con buenos resultados o equipos de futuro. Así es como algunas franquicias han conseguido remontar situaciones muy complicadas.
Los Hornets de Chris Paul, sin ir más lejos, están promediando 16.611 espectadores por encuentro, un 45% más que la temporada pasada, tan sólo 3 años después de que el huracán Katrina devastara la ciudad y les obligara a exiliarse en Oklahoma durante 2 temporadas.
Otro caso evidente es el de los Blazers, que a día de hoy llenan prácticamente el Rose Garden con 20.516 aficionados por encuentro. Son 5.000 más que hace 3 años, cuando el propietario de la franquicia y de la cancha, Paul Allen, tuvo que declarar la suspensión de pagos de la sociedad que gestiona el Rose Garden para protegerla de la bancarrota. El juego de los Roy, Aldridge o Rudy Fernández ha devuelto la alegría y la ilusión a los aficionados de Portland.
El efecto novedad también cuenta. Prueba de ello es que los Thunder, a pesar de tener el peor récord de la NBA, están atrayendo al Ford Center de Oklahoma City 5.000 espectadores más de los que acudían a ver sus partidos en Seattle, cuando aún eran los Sonics.
Por último están los grandes. Equipos como los Lakers, que se permiten llenar su pista a pesar de que el precio medio de sus entradas prácticamente duplica el de la mayor parte de las franquicias de la liga.
El futuro sigue preocupando
En todo caso, la actual situación económica sigue preocupando en la liga. Todas las cifras mencionadas hasta ahora corresponden a tickets vendidos y distribuidos (las únicas cifras que proporciona la liga), pero lo cierto es que en muchos partidos se ha podido ver que la asistencia real de espectadores era sensiblemente menor a la oficial, basada en la distribución de entradas.
También es cierto que, en la actual coyuntura económica, muchos equipos están consiguiendo mantener sus cifras de asistencia a base de ofertar paquetes de entradas y rebajar sensiblemente el precio de las mismas. Estas estrategias de venta habrán de traducirse, sin duda, en una sensible disminución de los ingresos por taquilla, aun cuando se consiga mantener el número de espectadores.
Así las cosas, son muchos los que vaticinan que la NBA no escapará del actual clima económico y que a final de temporada los ingresos disminuirán lo cual puede significar que el año que viene el tope salarial podría bajar por primera vez en 25 años y los problemas financieros de algunas franquicias podrían acercarlas peligrosamente al borde del abismo.