La NBA no es una excepción en el agitado momento económico que se vive a nivel mundial. La liga también se está viendo afectada por la tan nombrada crisis y, sobre todo, prevé un año difícil en esta temporada que entra. Pero probablemente el momento en que más se dejará ver el cambio de ciclo económico será el verano que viene, cuando se abra el mercado de agentes libres.
Será entonces cuando, de continuar la situación así, más se deje notar de cara al público, a los aficionados, los problemas económicos que pueda sufrir la liga. Será entonces cuando los equipos echen cuentas para ver cuánto se pueden gastar el año que viene y, probablemente, se produzcan recortes. Recortes que afectarán particularmente a los jugadores que estén pendientes de la firma de un nuevo contrato por esas fechas.
Un buen negocio hasta ahora
Nadie puede negar que la NBA, en su conjunto, es un buen negocio. Si acudimos a las cifras publicadas por Forbes a final de 2007, los 30 equipos de la competición acumulan unos ingresos de 3.654 millones de dólares y unos beneficios de 287 millones.
Pero ahora llega la tan cacareada crisis y el panorama para el próximo año, y quien sabe si más, no se presenta tan boyante como hasta ahora. A pesar de anunciar récords de ventas en sus productos de mercadotecnia, la propia organización de la NBA anunciaba hace unas fechas un ajuste de plantilla. Algunos equipos, como los Bobcats, hicieron lo propio este verano. Y todos se preparan para una disminución de los ingresos en la temporada que se inicia.
La contracción económica, el aumento del paro y, sobre todo, la creciente sensación de inestabilidad, casi pánico, que se transmite por todos los medios van a retraer el consumo y reducir sin duda los ingresos de la liga.
La paradoja del ahorro tardío
A uno no deja de parecerle que el ahorro en tiempos de crisis es como el pánico en los incendios: sólo contribuye a empeorar las cosas. Pero lo cierto es que son muchos los que en Estados Unidos y el resto del mundo despiertan ahora del sueño de la cigarra, de la prosperidad sin fin vendida en los últimos años, y pretenderán ahorrar lo no ahorrado en los buenos tiempos.
Eso, sin duda, no puede sino agravar su propia situación, aunque parezca lo contrario, y por supuesto, afectará a la NBA como lo hará al resto de negocios ligados al ocio. Porque del dinero empleado en ocio es del primero que se puede prescindir. No deja de ser una paradoja que de cuanto más tiempo de ocio se dispone, tristemente en forma de desempleo, menos dinero se gaste en él.
Hay una serie de ingresos, como los de la televisión, que la NBA tiene garantizados, pero sus previsiones son que se produzca una disminución en la venta de entradas en taquilla, que suponen la tercera parte de la facturación de los equipos, y en los ingresos por comercialización de camisetas, gorras, posters y toda la parafernalia relacionada con jugadores y equipos, que suponen otra importante parte del pastel.
Los gastos no disminuyen
Sin embargo, el capítulo de gastos no va ser fácil de disminuir para compensar la bajada de los ingresos. En particular, hay un capítulo que no sólo no va a disminuir sino que va a aumentar y no es otro que los salarios de los jugadores.
Los salarios son el capítulo más importante en el gasto de un equipo NBA y suponen casi las 2 terceras partes del gasto total de las franquicias. No parece que vayan a dejar de crecer y hay varios motivos para ello.
Los salarios mínimos, esos que cobran buena parte de los jugadores que rellenan las plantillas de la liga, están ya estipulados, por el convenio colectivo existente entre la asociación de jugadores y la liga, hasta la temporada 2010-11 y contemplan un incremento anual del 3,5% hasta esa fecha.
No hay que olvidar que el acuerdo se firmó en plena bonanza económica. Otro tanto pasa con los contratos de los jugadores de primer año elegidos en primera ronda del draft.
El riesgo de que el tope encuentre a su homónimo
Los acuerdos del resto de los jugadores y de casi todas las estrellas siguen en su mayoría una escala ascendente aún mayor, cercana al 10% anual en muchos casos, confiando en los siempre esperados mayores beneficios futuros. Esos contratos están ya firmados y hay que cumplirlos, pero tal vez este año los ingresos no aumenten al ritmo de años anteriores.
Y es que, desde que en la temporada 1984-85 se fijara el tope salarial en la liga, los ingresos no han parado de crecer y el tope salarial con ellos. Baste recordar que en aquel primer año el tope salarial por equipo era de 3,6 millones de dólares, cifra que hoy, alcanzados los 58,68 millones de la presente temporada, resulta irrisoria y da una idea de la prosperidad que ha vivido la NBA en los últimos 25 años.
Pero ahora, por primera vez en 25 años, existe la posibilidad de que ese tope salarial no crezca.
El mercado del verano 2009
No es seguro, pero las peores previsiones lo contemplan. El tope salarial se calcula al final de cada temporada en función de los ingresos obtenidos por la liga. Ese cálculo se realiza durante la famosa moratoria de julio, ese periodo de 15 días en el que nadie puede hablar con nadie ni fichar a nadie.
Los equipos se reúnen, ponen sus cuentas en común, suman sus ingresos y, sobre la cifra total obtenida, se aplica el porcentaje acordado como masa salarial en los convenios entre propietarios y jugadores para de ahí obtener la nueva cifra del límite salarial por equipo.
Si las entradas en caja disminuyen, el efecto inmediato será el descenso de ese tope y con ello del dinero disponible para fichar y los afectados más directos, los jugadores que tengan que firmar nuevos contratos en el verano del 2009.
Contratos a la baja
Jugadores como Ben Gordon, que han rechazado una y otra vez jugosas ofertas de sus equipos, pueden arrepentirse de sus decisiones cuando llegue el verano y no haya dinero para gastar. Porque no hay que olvidar que el montante de los contratos ya firmados y los salarios mínimos seguirá aumentando el año que viene.
Las cifras de los contratos irán a la baja y eso también afectará a jugadores hispanos como Walter Herrmann y Charlie Villanueva, que serán agentes libres el verano que viene. Es más, ese parón en los ingresos, y no digamos ya si las dificultades económicas se prolongan, afectará, y mucho, al siguiente verano, el de 2010.
Hasta ahora se ha dado por supuesto que ese año jugadores como LeBron James, Dwyane Wade o Chris Bosh, optarían por salirse de sus actuales contratos para buscar grandes cifras antes del nuevo convenio salarial que habrá de firmarse en 2011. Tal vez tengan que pensárselo dos veces antes de hacerlo.
Pero todo esto se verá el verano que viene. Hasta entonces será mejor que nos concentremos en disfrutar del baloncesto y de la temporada que empieza. Para echar cuentas ya habrá tiempo cuando los focos se apaguen.