Sin respiración se quedaron los aficionados de los Lakers cuando vieron a su gran estrella, Kobe Bryant, echarse la mano a la rodilla tras chocar con su compañero Josh Powell al ir a por un rebote. El propio Kobe reconoce que se temió lo peor al oír crujir su rodilla y pidió el cambio de inmediato.
Finalmente todo parece haber quedado en un susto y la lesión sufrida por el jugador en el partido de preparación contra los Bobcats parece no revestir importancia. Según los médicos, la hiperextensión sufrida en su rodilla derecha no ha generado mayores daños y ni siquiera han considerado necesario someterle a una resonancia ante la ausencia de molestias graves.
Bryant cree que no tendrá problemas para jugar el próximo martes el primer partido de temporada contra Portland. Quienes no estarán en ese partido serán Joe Crawford y C.J.Giles, cortados ayer por los Lakers, que reducen así su plantilla al máximo permitido de 15 jugadores.