Difícil tarea la que tiene ante sí Donnie Walsh a la hora de intentar deshacerse de los tres contratos más gravosos que en este momento tiene la franquicia neoyorquina.
A Zach Randolph le quedan 3 años de contrato por un total de 48 millones de dólares y aunque los Clippers han preguntado por él tras perder a Brand, las conversaciones no parecen haber avanzado. La fama de jugador egoísta y conflictivo que le precede hace que su voluminoso contrato no sea fácil de colocar.
Otro tanto ocurre con Stephon Marbury. Los más de 20 millones que ha de cobrar el base este año dejan como opción más probable para los Knicks la de comprar su contrato para que no se compute en su tope salarial y dejarle libre.
Por último está el caso de Jerome James. El pívot arrastra un largo historial de lesiones y cobró el año pasado 1 millón de dólares por cada minuto que jugó. Le quedan dos años de contrato por más de 12 millones y mientras la franquicia quiere forzar su retirada por motivos médicos, para poder descontar su salario, el jugador no parece estar por la labor.