A pocas horas de que se dispute el segundo partido de la final entre los Celtics y los Lakers, la presencia de Paul Pierce y Kendrick Perkins en la escuadra local sigue siendo una incógnita, si bien las probabilidades de jugar son mayores en el caso del primero que del segundo.
Ambos jugadores resultaron lesionados en el primer partido de la serie. Perkins sufrió un esguince en su tobillo izquierdo que le obligó a retirarse mientras que Pierce se lastimó la rodilla derecha pero consiguió reincorporarse al juego para convertirse en uno de los hombres más decisivos del encuentro. Su salida de la pista y posterior reingreso se convirtió en uno de los momentos más emotivos del primer choque y supuso un punto de inflexión en el juego que permitió a los Celtics tomar la iniciativa y apuntarse la victoria.
Doc Rivers, técnico de los Celtics, indicaba ayer que era mucho más optimista en cuanto a la posible presencia de Pierce que ante la participación de Perkins, aun cuando el pívot afirmaba encontrarse a un 75 u 80% de su capacidad.
“Estoy preocupado, pero pienso que ambos jugarán. No sé cómo de bien estarán uno y otro, pero pueden ser muy efectivos. Paul se está moviendo mucho mejor hoy, eso está claro. Así que, de los dos, es sobre el que soy más optimista, por la forma en que le he visto caminar y moverse”, aseguraba Rivers. Ambos jugadores han estado sometidos a un tratamiento similar a base de hielo, estimulación eléctrica y reposo en un intento de recuperar sus lesiones lo antes posible.
Pierce precavido pero optimista
El alero californiano compareció ayer ante la prensa con la rodilla vendada para hablar de su estado. “La inflamación ha bajado un poco”, afirmó. “Aún tengo cierta rigidez, no puedo doblarla [la rodilla] tanto como quiero, pero sin duda está mejor”, aseguró el jugador quien se mostró confiado en que, en el peor de los casos, su ausencia o la reducción de sus capacidades, si finalmente juega tocado, podrán ser suplidas con éxito por sus compañeros como ya han hecho en otras ocasiones.
En cualquier caso el jugador se mostró seguro de poder jugar aun cuando las molestias y el dolor no remitieran por completo. “Una vez en la pista mi adrenalina probablemente empezará a fluir. Normalmente uno tiende a olvidarse de las lesiones cuando está en la pista jugando por algo especial, por algo con lo que ha soñado toda la vida.”, sentenció.