El baloncesto es una caja de sorpresas. Cuando menos se esperaba, Boston retomó su mejor imagen, logró su primera victoria en playoff como visitante (80-94), recuperó el factor cancha que había perdido dos días antes, se adelantó en la serie final del Este y vuelve a ser favorito.
Tenía que llegar. Los Celtics llevaban 6 derrotas consecutivas como visitante en los actuales playoffs, pero la victoria era cuestión de tiempo, más aún para un equipo que se había mostrado muy fiable fuera de su cancha a lo largo de la fase regular. Y es que la trayectoria de Boston en la post-temporada estaba abonada a la eliminación, más tarde o más temprano, ya que ningún equipo en la historia de la NBA ha ganado la liga sin lograr una sola victoria en las distintas eliminatorias como visitante.
Para romper esa racha negativa, el equipo que dirige Doc Rivers tuvo que verse forzado al máximo. Sólo cuando se han visto con el agua al cuello –tras perder en casa el segundo partido- los Celtics han sacado a relucir lo mejor de sí mismos, y entre lo más excelso del conjunto de Massachusets hay un nombre por encima de todos, el de Kevin Garnett.
Garnett es, con mucho, el mejor jugador de su equipo en playoffs y, especialmente, en los tres partidos de la final disputados hasta la fecha, encuentros en los que ha incrementado notablemente su rendimiento. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que Garnett está siendo el mejor de la final.
Anoche su aportación fue bárbara. El ala-pívot de Mauldin logró 22 puntos, 13 rebotes y 6 asistencias. Pero lejos de esos números, Garnett impuso su ley en la zona, tanto en ataque como en defensa, y sumó puntos decisivos en los momentos cruciales del partido, en los parciales que pusieron con ventaja a su equipo en el marcador de un modo rotundo y en los minutos finales, cuando los Pistons intentaron acercarse a los Celtics de forma desesperada.
Boston recupera el concepto de equipo
Garnett fue sin duda el faro que guió a buen puerto a la embarcación bostoniana, pero tan importante como su luz fue la labor de la tripulación del barco. Y es que la clave de la victoria foránea estuvo en que, a diferencia del segundo partido, el ‘Big Three’ supo involucrar en el encuentro al resto de sus compañeros.
Si en ese segundo partido, que acabó con derrota, el trío estelar –Garnett, Pierce y Allen- sumó 75 puntos, pero estuvo solo, anoche ese triángulo decisivo anotó 47, pero permitió la creación de espacios en los que otros jugadores pudieron desarrollarse y crecer.
Fue el caso de Rondo, Perkins y Posey, que lograron 36 puntos (12 unidades cada uno). Especialmente novedosa fue la aportación del pívot titular de los Celtics, que hasta ahora había pasado completamente desapercibido, pero que en el Palace of Auburn Hills supo encontrar los huecos precisos para anotar 12 puntos y capturar 10 rebotes. Otro punto significativo fue la resurrección como sexto hombre de James Posey, cuya luz había languidecido en los últimos partidos. Su recuperación en la ofensiva fue el primer paso de una suplencia que anoche recuperó peso con hombres veteranos como Brown y Cassell en cancha. Cassell volvió al equipo tras algunos partidos fuera por decisión de su entrenador, que está rotando su segunda unidad en la post-temporada (anoche no jugaron ni Powe, ni House).
Si en el segundo partido el ‘Big Three’ se enfrentó en solitario a 6 jugadores de los Pistons que superaron la decena de puntos, en el tercero los 6 jugadores que anotaron con asiduidad estuvieron en el bando céltico.
En el otro bando, Hamilton sintió cierta soledad en ataque (26 puntos), sólo mitigada por el buen papel del novato Rodney Stuckey desde el banquillo (17 puntos, 4 asistencias y 4 robos). Stuckey tuvo que estar en pista más de lo previsto, ya que Chauncey Billups apenas jugó 27 minutos al resentirse de la lesión que venía arrastrando desde la eliminatoria con Orlando. Billups forzó al máximo hace dos días y su cuerpo lo notó. Anoche apenas fue el verdadero Billups. Y Detroit con Billups a tope o Billups a medio gas representa dos escenas bien distintas.
Si a ese contratiempo se suma la mala noche de Prince, es fácil imaginar los serios problemas que los de Saunders arrastraron durante los 48 minutos. Entre Billups y Prince anotaron 10 puntos a partir de una serie calamitosa de 3 canastas de 17 intentos. Un serio lastre para los de Michigan.
Otra clave, la defensa
A la clave ofensiva consistente en involucrar a todos los jugadores del equipo en el ataque, los Celtics sumaron otra clave, la de recuperar su intensidad defensiva, perdida en el segundo encuentro de la serie. Esa monumental empresa defensiva cobró forma de modo espectacular en los dos primeros cuartos. Y es que los Pistons anotaron 32 puntos en la primera parte.
Los Celtics dejaron a los Pistons en 80 puntos. Lo hicieron forzando situaciones que llevaron a los locales a encestar tan solo un 38,4% de sus tiros de campo, un mal porcentaje que se incrementó desde la línea de 3. El triple fue un suplicio para Detroit –1 de 13-, como fue un suplicio el rebote. Los de Saunders firmaron una desastrosa actuación en su propio tablero donde concedieron 14 rebotes a su rival (en el aro local el balance fue 18-14). Estas circunstancias propiciaron que de nada sirvieran los 9 tapones colocados por Detroit ni los 15 balones extraviados por Boston.
Esa clave defensiva empezó a atisbarse nada más arrancar el partido con un 0-11 para los visitantes.
Espectacular presentación de los equipos en el Palace of Auburn Hills y danza ceremonial en corro de los Pistons que hacía presagiar un inicio arrollador de los de Michigan que no llegó.
El arranque imprevisto de los Celtics dejó a todos anonadados. Dos mates nada más empezar de Pierce y Perkins abrieron el camino para un parcial de 0-11 en los primeros 3 minutos en el que participaron los 5 jugadores del equipo.
Sin embargo, todo cambió de repente. En realidad, lo había hecho unos segundos antes, cuando Saunders pidió un tiempo muerto con 0-8 en el luminoso. Después llegaron 3 puntos más de los visitantes, pero fue entonces cuando Detroit empezó a jugar, se asentó en la cancha y a partir de una notabilísima defensa encadenó un 17-4 que le dio la única ventaja en el marcador en todo el partido tras un palmeo de Wallace (17-15 a 1:49 para acabar el cuarto).
Tras esos dos impulsos, uno en cada dirección, llegó el tercero, un tercer impulso que resultó muy importante a la hora de evaluar lo que vendría después. Y es que en esos últimos 2 minutos los célticos lograron un 0-10, por lo que se llegó al final del cuarto con un cómodo 17-25. Ese parcial tan importante fue obra de la segunda unidad del equipo, con especial presencia de Posey y Cassell, que anotaron cada uno un triple.
Fue un primer cuarto bizarro, un tanto extravagante en cuanto a las alternativas en el juego y en el marcador, pero fue también un cuarto que marcó una tendencia importante en el tiro, ya que los locales sólo lograron un 30% en el tiro.
El momento de la escapada
Los primeros minutos del segundo cuarto se movieron en un cierto tono de igualdad hasta que llegó el momento de la escapada.
En 7 minutos y 51 segundos, un fantástico trabajo defensivo de los Celtics y un excelente momento en ataque de Garnett se conjugaron para fabricar un 5-20 que dejó el marcador en 30-49 a falta de 1:43 para alcanzar el descanso.
En esos casi 8 minutos, Garnett hizo 10 puntos, es decir, la mitad de las canastas de su equipo, y Detroit anotó sólo 2 de sus 12 intentos en los tiros de campo. Ese latigazo bostoniano coincidió con la ausencia en pista de Billups y la dirección de juego de Stuckey. Así, tras este mal momento de los Pistons, se llegó al descanso con un cómodo 32-50.
Con ese amplio colchón afrontó el mejor equipo de la temporada regular la segunda parte, en la que los Pistons se plantearon la misión imposible de volver al choque. Poco a poco se fueron acercando, pero ese proceso fue tan lento que apenas pudieron situarse a 13 puntos de distancia poco antes del ecuador del cuarto. Pero entonces llegó un nuevo desastre en forma de parcial, y un 6-17 llevó la máxima diferencia al luminoso (49-73 en los segundos finales del cuarto).
En esos momentos el público estaba más pendiente de otras cuestiones. Y es que el videomarcador del Palace fue un continuo ajetreo a lo largo del encuentro. Detroit vivía una jornada deportiva de máximo orden. Por ello, el público mitigaba su desgracia con la victoria de los Red Wings ante los Penguins de Pittsburgh en el primer partido de la final de la Stanley Cup y se alegraba sobremanera por la paliza endosada por los Tigers de Detroit a los Twins de Minnesota en la liga de béisbol en un Comerica Park con más de 41.000 aficionados de Detroit.
Cuando el público volvía su mirada a la cancha sólo había desolación, pero los de Saunders no se rindieron
Achuchón final
A pesar de la extrema situación, Detroit no abandonó el partido. Con un espíritu encomiable siguió en la brecha hasta llegar a remontar desde esos 24 puntos en contra hasta situarse con un mate de Prince a 9 (78-87). Faltaban 3:05 para el final. En ese momento se abrió una ventana para la esperanza, para la consecución de un triunfo heroico.
Duró poco. Los Celtics supieron aguantar perfectamente el tirón de la mano de Garnett y Allen. Y el partido se acabó. Boston regresaba a su posición de favorito.
Detroit Pistons 80 Boston Celtics 94 (1-2) DETROIT: Billups (6), Hamilton (26), Prince (4), McDyess (8), Wallace (12) –cinco inicial-, Stuckey (17), Maxiell (7), Hunter y Johnson. |
BOSTON: Rondo (12), Allen (14), Pierce (11), Garnett (22), Perkins (12) –cinco inicial-, Posey (12), Brown (4), Cassell (5) y Davis (2). |
Parciales: 17-25, 15-25, 23-23 y 25-21. |