“Manu ha vuelto a estar sensacional en los momentos decisivos y sin su inspiración ahora no estaríamos pensando en los Lakers y listos para defender el título”. Quien así se expresaba no era otro que el laureado entrenador de San Antonio Spurs, Gregg Popovich, que anoche alcanzó su victoria número 100 en playoffs, un privilegio que sólo han alcanzado 4 técnicos en la historia de la NBA.
Y es que la de anoche no fue una victoria más (82-91 en cancha de los Hornets). Se trató de una victoria redonda –no sólo por el centenar alcanzado, sino por el modo de lograrla-.
¡Qué buenos son estos Spurs!, ¡qué espíritu ganador!, ¡qué sensación de control en las situaciones extremas!, ¡qué concentración en el juego y qué orgullo en la cancha!. Y en esa amalgama de calidad y físico, fortaleza psicológica y reflexión a 175 pulsaciones, un hombre se elevó un peldaño por encima de sus compañeros: Emanuel Ginóbili.
El argentino volvió a demostrar que es, hoy por hoy, uno de los jugadores de la NBA con mayor ambición baloncestística. Su competitividad no tiene límites. Parece no cansarse de asumir responsabilidades, lejos de arrugarse, se expande en progresión geométrica en las situaciones de riesgo. Es un crack. Los números así lo atestiguan: 26 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias en 42 minutos. Y es que, si bien su porcentaje de tiro de campo fue deficiente (6 de 19), su acierto en el triple (4 de 11) y en los tiros libres (10 de 11) resultó capital para dar el triunfo a su equipo. Ese acierto se incrementó de forma espectacular en los momentos calientes del encuentro. Allí, Manu decidió.
Anoche, con 3-3 en la eliminatoria y jugándose el pase a la final del Oeste en la cancha del rival, Ginóbili y los suyos –incluido un gran Oberto- se liaron la manta a la cabeza y no dieron ninguna opción a los hasta ahora brillantísimos New Orleans Hornets, liderados una noche más por la sensación de la liga, Chris Paul. El base de los Hornets acabó con 18 puntos, 14 asistencias, 8 rebotes y 5 robos de balón, pero su esfuerzo fue baldío, como lo fue el de su compañero Jannero Pargo, que protagonizó un final de último cuarto excepcional que estuvo a punto de echar por tierra todo el trabajo que los Spurs habían hecho en los tres primeros cuartos. Pargo finalizó con 18 puntos en 24 minutos, y lo hizo dando la sensación de que en los últimos minutos él era el líder de estos Hornets que, capitaneados por Byron Scott, han cuajado una temporada memorable.
La seriedad de un campeón
Los Spurs mostraron en el séptimo y decisivo partido lo que son: un equipo campeón que se crece ante la adversidad y que mantiene la cabeza fría allí donde los mejores equipos empiezan a descomponerse.
Visitaban los texanos la ciudad del jazz sin haber tenido opción de victoria en los otros tres partidos disputados en el New Orleans Arena. Hasta anoche, los de Popovich habían sido un muñeco de trapo en las manos de Paul y los suyos, que habían dominado de calle los partidos como locales. Pero en el momento de la verdad, todo fue distinto.
San Antonio dominó los tres primeros cuartos de manera señorial. Lo hizo aplicando una defensa excepcional y atacando desde Duncan, es decir, sin perder su personalidad. El primer pase en la ofensiva era siempre para Duncan, que desde el poste fabricó un inteligentísimo partido. Nada más recibir, el dos contra uno estaba asegurado, y a partir de ahí el de las Islas Vírgenes iniciaba una circulación de balón que obligaba a continuos ajustes a su rival, que tuvo que realizar un encomiable trabajo físico en persecución del balón.
El primer cuarto, aún así, resultó bastante igualado (20-23) gracias a la explosición ofensiva de West (12 puntos y 4 rebotes). El resto de sus compañeros apenas aportaron 8 puntos, si bien Paul, con 4 asistencias y 3 robos, y Chandler, con 4 puntos y 5 rebotes, fueron buenos apoyos para West.
Ya en este primer cuarto los Spurs avisaron de su peligro. La cerradísima defensa sobre Duncan (San Antonio anotó 18 puntos en la pintura en todo el partido) facilitó la circulación de balón y los tiros abiertos desde el perímetro. En este primer cuarto los visitantes ya anotaron 3 triples, presagio de la exhibición que ofrecerían en el segundo.
2 cuartos claves
La última jugada del primer cuarto dio lugar a una pausa prolongada, ya que los árbitros tuvieron que consultar el vídeo por una dudosa jugada protagonizada por Paul y Ginóbili.
Esa pausa, unida a un breve descanso, dio paso al segundo acto, donde aparecieron los Spurs en estado puro.
La defensa de los visitantes se fue ajustando paulatinamente hasta sofocar el ataque local. Lo hizo minuto a minuto y alcanzó su momento álgido en el tercer cuarto, en el que New Orleans sólo hizo 14 puntos.
Mientras, en el segundo los de Popovich consiguieron irse de 11 (25-36) merced a su coordinada y agresiva defensa. Lo hicieron con un triple de Horry y otro de Bowen, porque en las escapadas en el marcador de los visitantes siempre estuvo presente la línea de 3. Parecía increíble que los actuales campeones pudieran irse de 11 habiendo perdido 7 balones en los primeros 14 minutos de juego. Pero fue así.
Todo parecía perfectamente controlado. Sin embargo, de repente, surgió un estallido, los locales se envalentonaron y el público se vino arriba de forma espectacular. Fue un parcial de 12-0 (con triples de Peterson y Stojakovic) el que originó la metamorfosis que llevó a los Hornets ha adelantarse en el marcador (37-36 a 3:31 del descanso) y el que obligó a pedir un tiempo muerto a Popovich.
La reacción de los texanos fue inmediata, y decisiva para el porvenir del partido. Fue en ese momento donde surgió la figura de Ginóbili, hasta entonces apagada. Los Spurs devolvieron el golpe y con un parcial de 1-13 se fueron nuevamente en el marcador (38-49). Todo ello gracias a una borrachera de baloncesto del astro argentino, que anotó 11 puntos en los últimos 3 minutos y medio, incluidos 3 triples.
Se llegó al descanso con 42-51 en el luminoso. Los Spurs habían perdido 10 balones, pero dominaban el rebote y habían enchufado ¡8 de 15 triples!. Una locura.
El tercer cuarto fue una continuación de la exhibición defensiva de San Antonio, que, si cabe, apretó aún más a su rival, que también se puso las pilas en defensa. El resultado fue un período con malísimos porcentajes de tiro. Los ataques se vieron impotentes ante la extrema agresividad defensiva, por momentos brillante. Los primeros 4 minutos se saldaron con un parcial de 4-4 y se llegó al ecuador con un resultado de 6-7.
El argentino Oberto seguía haciendo un fantástico trabajo sobre David West. Oberto se comportó de forma ejemplar en el encuentro crucial, rindiendo a gran nivel. Fue titular, jugó mucho más de lo habitual (33 minutos), anotó los 2 tiros que hizo y acabó con 4 puntos, 9 rebotes y 2 asistencias. Pero lo más importante es que dejó a West en 8 puntos en los 3 últimos cuartos, ya que acabó con 20 tantos y 9 rebotes. Su labor defensiva resultó tan brillante como la que realizó Chandler sobre un gran Duncan. La estrella de los Spurs finalizó con 16 puntos y 14 rebotes, y resultó clave en el juego colectivo de los campeones, pero la presión de Chandler (13 puntos y 15 rebotes) le llevó a un 5 de 17 en el tiro.
Fue este tercer período un momento de máxima alerta para los jugadores locales. Alerta roja.
Y es que tras ese inicio ultradefensivo, los visitantes volvieron a enamorarse del triple, esta vez desde la rama más veterana del equipo, una rama con un excelente pedigrí. Un triple de Horry y 2 de Finley disparó a los Spurs en el electrónico (54-71). Y una fantástica jugada de Paul culminada por West dejó el marcador en 56-71.
La hora de la verdad
Los finales del segundo y tercer cuarto, con 6 triples anotados, habían herido de muerte a los de Byron Scott, pero no los habían matado. Prueba de ello fue su arrebato de orgullo en la última parte del encuentro.
El choque discurría con aparente normalidad. San Antonio dominaba por 14 (64-78) y aguardaba con paciente satisfacción la resolución del duelo. Pero a los Spurs les pasó algo parecido a lo que le ocurrió a los Lakers contra Utah. En apenas unos minutos la ventaja de 17 puntos adquirida al final del tercer cuarto se redujo a 3. Un triple de Pargo tras 4 rebotes ofensivos consecutivos de los Hornets dejó el marcador en 80-83. Restaba 1:35 para el final. Y la afición de Nueva Orleans comenzó a soñar.
Ese sueño de los aficionados de Louisiana tenía identidad: Jannero Pargo, el hombre que partió del banquillo para convertirse en protagonista absoluto del final del partido.
Pargo anotó 16 puntos en el último cuarto, y en los últimos minutos se creció de tal manera que todo el juego de los Hornets pivotó sobre su figura, que por momentos pareció que podría ser capaz de cargarse por sí sola a todo un equipo campeón.
Pero la lógica se impuso, y cuando llegó el momento inevitable, el de vestirse por los pies y mirar al frente, los Spurs no defraudaron. No defraudó Parker (17 puntos y 5 asistencias) y no defraudó Ginóbili. El francés anotó una canasta decisiva e 50 segundos del final y el argentino logró 6 tiros libres sin fallo en los últimos 41 segundos del encuentro. Suya fue la victoria y suya la pelota. El jugador de Bahía Blanca acabó botando en el centro de la cancha en la última posesión. Él era el que más merecía ese balón. A falta de un par de segundos Parker se acercó a saludar a Ginóbili y cuando sonó la bocina éste se fundió en un emotivo abrazo con Oberto. Los dos argentinos, abrazados, alcanzaban nuevamente la final de la conferencia. Ahora les esperan los Lakers de Gasol y el recuperado Ariza.
New Orleans Hornets 82 San Antonio Spurs 91 (3-4) NEW ORLEANS HORNETS: Paul (18), Peterson (5), Stojakovic (7), West (20), Chandler (13) –cinco inicial-, Pargo (18), Wells y Ely (1). |
SAN ANTONIO SPURS: Parker (17), Ginóbili (26), Bowen (6), Oberto (4), Duncan (16) –cinco inicial-, Udoka (8), Horry (6), Finley (6) y Thomas (2). |
Parciales: 20-23, 22-28, 14-20 y 26-20. |