Danny Ainge es el mejor ejecutivo de la NBA esta temporada. Así lo han considerado los General Managers y otros ejecutivos de los 30 equipos de la liga en sus votaciones. El trabajo desde los despachos de Ainge en los Boston Celtics ha conllevado una espectacular metamorfosis del equipo. Un cambio tan radical que ha hecho pasar a los célticos de las 24 victorias de la temporada pasada a las 66 de la actual.
El ex jugador ejerce como General Manager y Director Ejecutivo de Operaciones, puesto éste para el que fue contratado en el año 2003. Desde entonces ha llovido, y Ainge, aquel grandísimo tirador de las décadas de los 80 y los 90, ha pasado en estos años de la categoría de villano a la de héroe.
El mismo ejecutivo que cortó de raíz la brillante trayectoria de los Celtics, al deshacer la pareja integrada por Paul Pierce y Antoine Walker –que abandonó el equipo-, esta temporada ha logrado la cuadratura del círculo al integrar en la plantilla un ‘Big Three’ de lujo configurado por el propio Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen.
Los efectos deportivos no se hicieron esperar. Los bostonianos acabaron con el mejor balance de la liga en temporada regular (66 victorias y 16 derrotas). Ahora, Ainge recoge los frutos en forma de galardón individual.
Las votaciones situaron en lo más alto a Ainge, con 18 votos, seguido del General Manager de Los Angeles Lakers, Mitch Kupchak, con 14, y del de New Orleans Hornets, Jeff Bower, con 12.
Kupchak ganó enteros a media temporada, en la frontera que traza el mes de febrero. Su logro no fue otro que adquirir a Pau Gasol sin apenas dar contraprestaciones importantes a Memphis Grizzlies. El resultado fue inmediato: gran racha de resultados, el equipo obtuvo la primera posición del Oeste y ahora sigue involucrado en la lucha por el título.
No menos meritorio ha sido el papel en los Hornets de Bower, que ha conseguido crear un equipo ganador a partir de una franquicia cuya valoración económica es de las más bajas de la competición. New Orleans, liderado por Chris Paul y con una plantilla bastante equilibrada, quedó segundo en el Oeste y, hoy por hoy, está a punto de enviar a su casa a los actuales campeones, los Spurs de San Antonio.
La labor de Ainge
Ainge alcanzó el final de la pasada temporada envuelto en la polémica y las más agrias críticas. Había deshecho un equipo que estaba a punto de luchar por el título de la NBA y lo había llevado en un abrir y cerrar de ojos a los sótanos de la competición. El año pasado los Celtics terminaron con 24 victorias y 58 derrotas, y, para mayor desgracia, cuando llegó la lotería del draft, la mala suerte se cebó con los de Massachusets, que con ese nefasto balance deportivo se tuvieron que contentar con la quinta elección del draft. Ni Oden, ni Durant, ni Horford. Un desastre.
Pero fue a partir de esa elección decepcionante desde donde Ainge comenzó una milagrosa reconstrucción. El jugador elegido fue Jeff Green, que se convirtió en la pieza clave para lograr que Ray Allen llegara a Boston procedente de Seattle. A partir de ahí todo llegó en cascada. Utilizando como cebo a Pierce y Allen, Ainge convenció a Kevin Garnett para que hiciera las maletas y se fuera a los históricos Celtics, un nombre y una historia que también pesó en tal decisión. Para conseguirlo tuvo que desmantelar el equipo, ya que fue un cambio de 7 jugadores por Garnett. Ainge tenía el trío de lujo, un triángulo de ensueño, pero no contaba ni siquiera con jugadores para completar una plantilla.
Ése fue su segundo y acertado paso. Logró la llegada de jugadores más que convincentes para una segunda unidad, tipo James Posey y Eddie House, y ya avanzada la temporada, aprovechando el glamour de sus estrellas, se hizo con los servicios de dos jugadores veteranos de tronío: Sam Cassell y P.J.Brown. Y ahora los Celtics son uno de los grandes favoritos para ganar el título.
Trayectoria brillante
Con este premio al mejor ejecutivo del año, Daniel Ray ‘Danny’ Ainge, nacido en Oregon hace 49 años, culmina una trayectoria ‘renacentista’ en la que se ha mostrado como un todoterreno.
Y es que en el mundo del baloncesto ha sido jugador de nivel, entrenador, ejecutivo, comentarista... e incluso antes de jugar al baloncesto militó durante 3 temporadas en las Grandes Ligas de Estados Unidos de béisbol. Un superclase.
Como jugador estuvo 15 años en la NBA, más de la mitad de ellos con los Boston Celtics, con los que ganó dos anillos. Después pasó por las disciplinas de Sacramento Kings, Portland Trail Blazers –con los que llegó a la final de la NBA- y Phoenix Suns, equipo con el que acabó su carrera como jugador y comenzó su trayectoria como entrenador, que duró 3 años.
En el año 2003, su antiguo equipo, Boston Celtics, le contrató como Director Ejecutivo de Operaciones, su puesto más discutido. Hasta esta temporada, claro.