JORNADA NBA / TEMPORADA REGULAR 2020-2021
Ingram y Zion someten a unos Lakers sin defensa
Pelicans derrota 128-111 a los angelinos haciendo mucho daño en la pintura
Los ex Lakers Ingram y Hart brillan cada uno a su manera en la victoria
No es Pelicans el mejor rival para unos Lakers sin LeBron James, Anthony Davis y Marc Gasol. Eliminados estos tres jugadores que pueden defender con firmeza cerca del aro, la defensa de los Lakers se convirtió en un auténtico coladero en la pintura.
Pelicans dominó a su antojo el partido, un partido en el que los Lakers solo aguantaron el ritmo competitivo de su rival en el primer cuarto. A partir del segundo, un baño de realidad para los Lakers: la vida va a resultar complicada durante un tiempo impredecible, como impredecible es en estos momentos el plazo de regreso de sus dos grandes estrellas.
Brandon Ingram, hipermotivado ante su exequipo, y Zion Williamson, indefendible para cualquiera de los jugadores que ahora Lakers tiene sanos, hicieron un daño atroz a la frágil defensa visitante.
Ingram sumó 36 puntos (su mejor marca del curso) y 4 asistencias, con 14 de 21 en el tiro de campo y 4 triples. Fino fino desde el rango medio de tiro. Partidazo el suyo.
Zion, mientras, subió la bola en muchos momentos del partido y definió con facilidad en las cercanías del aro, logrando 27 puntos, 9 rebotes, 5 asistencias y 9 de 13 en el lanzamiento. Se convierte Williamson en el jugador más joven en encadenar 21 partidos consecutivos anotando 20 o más puntos.
Eso sí, las dos estrellas locales no estuvieron solas. Nickeil Alexander-Walker sumó 18 puntos y 7 rebotes, Kira Lewis Jr. se fue a 16 tantos y 6 rebotes en 20 minutos, el joven Jaxson Hayes aportó 15 puntos y 5 rebotes en 19 minutos, con 7 de 7 en libres y el ex Lakers Josh Hart solo metió 2 puntos con 1 de 9 en el lanzamiento, pero lució baloncesto con 15 rebotes, 5 asistencias y 5 robos.
El que no pudo jugar fue Lonzo Ball, otro ex Lakers. Los rumores de traspaso apuntan a su persona. Vio el partido desde la banda por lesión.
Muchos jugadores locales contribuyendo a una victoria incontestable fraguada en la ofensiva cercana al aro. Pelicans metió 40 puntos en la primera parte desde la pintura y terminó el partido con un 62-32 en los tiros de ese rango en la comparativa con Lakers.
A ese 62-32 en la pintura hay que añadir el dominio de Pelicans en el rebote, una doble circunstancia que dejó en nada la muy buena noche desde el triple de los Lakers.
Los de Frank Vogel apenas pudieron contestar el dominio ejercido por el rival a partir del segundo cuarto. De nada sirvieron los 18 puntos de Montrezl Harrell, que es de los pocos jugadores que está funcionando en las últimas jornadas, más en ataque que en defensa, los 16 puntos, 10 rebotes, 7 asistencias y 4 triples de un Kyle Kuzma voluntarioso, los 16 tantos de Markieff Morris o los 14 de un renacido Wes Matthews, acertado desde el triple.
No dio Dennis Schröder el paso adelante que tenía que dar, Kentavious Caldwell-Pope sigue desaparecido en combate y... ¡fue titular Devontae Cacok! Esto último, para frotarse los ojos.
Los locales pusieron la directa en el segundo cuarto. El despegue se inició con 8 puntos consecutivos de Hayes (Willy Hernangómez ni siquiera saltó a la pista) y prosiguió con el acierto de Brandon Ingram, hasta que Pelicans se puso 17 arriba (50-33). Fue la primera señal de alarma para Lakers, que capeó el temporal como pudo para irse al descanso perdiendo 59-46.
Esa señal de alarma se repitió, y con mucha mayor intensidad, en el tercer cuarto, cuando Zion y especialmente Ingram empezaron a hacer sangre. Mate con adicional para Hayes y concatenación de triples de New Orleans, 4 para un parcial de 14-0 en un abrir y cerrar de ojos, un parcial que llevó el marcador hasta un tremendo 96-66. ¡Lakers, 30 puntos abajo jugándose el tercer cuarto! Se mascaba la tragedia.
El tercer período acabó 102-76 y el cuarto sirvió para poco. Sirvió, al menos, para que Lakers supiera dignificar un poco la abultada derrota, para que Stan Van Gundy diera todo un curso de exceso de celo (respecto al marcador, no al físico de sus jugadores) manteniendo a sus estrellas en la pista cuando el partido estaba decidido y para que se pidiera una revisión sin sentido alguno en el último minuto del partido. Inexplicable. La NBA quería partidos más cortos y cada vez son más largos.
El partido sirve para que Pelicans tome aire y deja a Lakers con el miedo en el cuerpo por lo que puede venir, a la espera, claro, de lo que Rob Pelinka pueda hacer en las próximas 48 horas.