Kobe Bryant, un año jugando en la niebla
Se cumple un año del trágico fallecimiento de Kobe en accidente de helicóptero
Se fue entre la niebla, como si necesitara un telón para abandonar sutilmente la escena, como si pudiera volver en cualquier momento de más allá de las nubes; un 26 de enero, en Calabasas (ese lugar que va a quedar para siempre en la memoria de los aficionados de la NBA), sin avisar, del modo espectacular como vivió, como se van todos aquellos destinados a convertirse en una leyenda.
Hace justo un año el planeta quedaba impactado con la muerte de Kobe Bryant, la de su hija Gianna y la de otras siete personas que quedaron cegadas por el foco que iluminaba permanentemente a Bryant. El helicóptero en el que se desplazaban todos ellos se desplomó en un vuelo ciego. Parafraseando a su gran amigo y compañero Pau Gasol: todavía estamos esperando que salga andando del helicóptero, como si no hubiera pasado nada. Porque todos creíamos que Kobe era inmortal.
Se cumple un año de la desaparición de Kobe. Parece que fue ayer cuando empezó a ofrecer su espectáculo en Lower Merion hasta dar el salto a la NBA sin pasar por la universidad, pero habiendo pasado muchos años antes por la universidad europea del baloncesto en Italia. Parece que fue ayer cuando fue drafteado por Charlotte y su negativa a jugar en el equipo provocó su traspaso a los Lakers siendo Vlade Divac el damnificado por la operación. Parece que fue ayer cuando se elevó por los cielos de la cancha para ganar el Concurso de Mates en su año de novato. Y parece que fue ayer cuando un año después se convirtió en el más joven jugador en ser All-Star.
Todo aquello fue parte del rito iniciático que le llevó a ser una gran estrella. Luego vinieron sus 3 anillos y su maltrecha relación con Shaquille O'Neal y sus 2 títulos en 3 Finales y su amistad con Pau Gasol. Todos con Phil Jackson, el entrenador que supo convivir primero con Michael Jordan y luego con Kobe Bryant.
En el ínterim de esas dos etapas triunfales, en plena travesía en el desierto de los Lakers, aquella noche inolvidable de 2006, aquel 22 de enero (¡ay, el mes de enero!) en el que anotó 81 puntos a los Raptors para remontar los Lakers 18 de desventaja y ganar después por 18. ¡Con 55 puntos en la segunda parte! Con el español Calderón como testigo directo de la hazaña. Una exhibición lisérgica, una alucinación que quedó grabada en los aficionados, muchos de los cuales al ver a la mañana siguiente el 'box score' del partido pensaban que se trataba de un error o una inocentada.
Kobe fue muchas veces Kobe. El Kobe que declinó ir a universidades como Duke o North Carolina, el Kobe que ejerció de suplente de lujo en sus inicios en la NBA, el Kobe que se convirtió en un líder imparable en la pista, el que fue MVP, 18 veces All-Star, máximo anotador... el que estuvo 11 veces en el Primer Equipo de la temporada y 9 en el Primer Quinteto Defensivo, el que anotó 33.643 puntos a lo largo de dos décadas, el que se lesionó el Aquiles en 2013 y el que se despidió el 13 de abril de 2016 con 37 años haciendo un partido memorable: ¡60 puntos en su adiós! Una locura. Una traca final digna de su trayectoria, propia de su genialidad como jugador.
Pero también le dio para ser el otro Kobe: el que fue arrestado en 2003 por un presunto caso de abuso sexual que se selló con dinero, el que vio en 2011 cómo Vanessa presentaba una demanda de divorcio, el que fue multado con severidad por proferir un insulto homófobo a un árbitro, el que se manifestaba con una altanería que para muchos pudiera ser ofensiva.
La poliédrica personalidad de Bryant daba para casi todo. Su humanidad estaba tejida de aciertos y de errores, como nos pasa a todos, pero a veces de errores elevados casi a la categoría de pecados, y no menores, pero más allá de todo ello, Kobe hizo felices a tantos millones de personas, llevó la alegría a tantos hogares y a tantas personas sin hogar que bien merecido tiene su pedestal deportivo en el Olimpo del baloncesto, ese Olimpo en el que ingresará en 2021 a título póstumo y que se llama Salón de la Fama.
Se retiró en 2016, pero solo pudo disfrutar 4 años de su retiro. No dejó de lado los negocios y le dio para conseguir un Oscar en 2018 por “Dear Basketball”, pero tras abandonar las pistas su mayor empeño se centró en su familia, en la idea de dedicar a su mujer y a sus hijas ese tiempo que no pudo dedicarlas a lo largo de su carrera profesional, porque nadie llega a ser Kobe Bryant sin sacrificar grandes espacios de su ámbito personal. Es materialmente imposible.
Bryant se dedicó fundamentalmente a vivir, a disfrutar del tiempo que no había tenido antes y en plena asunción de esa nueva vida sin presiones llegó la tragedia. Tenía 41 años. Tenía toda una vida por delante para reinventarse sin dejar atrás su marca.
Justo antes de su muerte LeBron James se había colocado tercero en la lista de anotadores históricos superando a Kobe Bryant, ¡y lo había hecho con la camiseta de Lakers! Por eso, el último tuit de Kobe antes de morir fue para LeBron. El destino se 'comporta' así a veces: Kobe, Lakers, LeBron, último mensaje, inesperado adiós... y en ese mismo año título de la NBA para Lakers tras una década de sequía. Ningún guion como este hubiera pasado la prueba del algodón, nadie se lo hubiera creído ni siquiera como ciencia ficción. El guionista hubiera sido tachado de excesivo y hubiera ardido en la hoguera.
En la misma cancha en la que ofreció su mejor baloncesto, el Staples Center, se retiraron las camisetas con los dorsales 8 y 24 de Kobe en 2017. Y en ese mismo escenario, el de sus grandes hazañas, se llevó a cabo el más triste responso en la historia de los Lakers, con Vanessa aguantando estoicamente como viuda la difícil situación y con Michael Jordan llorando ante el atril. Esas lágrimas de Jordan suponían cerrar el círculo, suponían el final del recorrido vital de un chico que soñó un día con ser Jordan.