Los Spurs no autorizan a Manu Ginóbili a jugar el Mundial de España
Aseguran que su lesión no está curada rompiendo el optimismo del médico de la selección argentina
Día de perros para el baloncesto argentino. A la tumultuosa rueda de prensa en la que se han ventilado todas las miserias de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB), se ha unido la noticia que ningún aficionado quería oir: los Spurs no autorizan a Manu Ginóbili a jugar el Mundial de España.
La bomba llegaba desde Texas. El diario San Antonio Express-News informaba en un texto de Buck Havey de que los Spurs habían enviado hoy una carta a Manu Ginóbili oponiéndose a su presencia en el próximo Mundial de España, una carta, por cierto, enviada con bastante poco tacto porque hoy mismo Ginóbili ha cumplido 37 años.
Amargo cumpleaños, por lo tanto, para el de Bahía Blanca, que tiene poco margen de maniobra. Los Spurs tienen la sarten por el mango y si el jugador se planta ante la decisión de su club las consecuencias pueden ser imprevisibles y podrían agriar una relación que siempre fue ejemplar.
Los Spurs, único equipo de Manu en la NBA, consideran que la fractura por estrés en el peroné derecho del jugador no está curada, una consideración que entra en contradicción con el optimismo reinante en el equipo médico de la selección argentina, con su médico jefe, Diego Grippo, a la cabeza.
Un auténtico palo
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en Argentina, donde había muchas esperanzas de ver a Manu en la que se planteaba como su última cita mundialista, ya que la próxima le pillaría ya con 41 años.
San Antonio se cubre las espaldas y parece que ha sido su general manager, R.C. Buford, el que más inflexible se ha mostrado ante la posibilidad de que Manu arriesgara su físico en la preparación del Mundial y en el campeonato luego.
En un principio, a Ginóbili se le había fijado un tiempo de recuperación de 8 semanas, pero una segunda opinión médica llegó a rebajar ese plazo a 1 mes, lo que dio esperanzas al escolta, pero ahora esas esperanzas parecen romperse definitivamente, salvo milagro o motín con consecuencias imprevisibles.