Se apagaron las luces
El final del campeonato universitario nos deja un vacío, pero también grandes satisfacciones
Llegados a este punto en el que poco a poco las luces del AT&T Stadium se van apagando y los operarios del pabellón se afanan en ir recogiendo los restos de lo que fue una gran final universitaria disputada entre UConn y Kentucky, siempre me queda una sensación de satisfacción y vacío al mismo tiempo. Feliz por haber vuelto a vivir otro gran March Madness, otra gran Final Four, otra gran final.
Bien es cierto, que esa sensación de vacío en el estómago, esa sensación de seguir necesitando mi dosis diaria de la energía e intensidad que el baloncesto colegial norteamericano derrocha en cada partido, es muy fuerte también. Me produce vértigo sólo pensar en la idea de que noviembre queda muy lejos todavía y que de alguna manera debo rellenar ese hueco. Necesito rellenarlo.
Lejos quedan ya las victorias en segunda ronda de Dayton frente a Ohio State, qué gran campaña han realizado los Flyers y qué mal han estado los de Thad Matta. De Stanford contra una New Mexico que llegaba en gran momento de forma con su triunvirato formado por Kendall Williams, Alex Kirk y Cameron Bairstow a pleno rendimiento, pero doblando la rodilla ante los Cardinals. De Harvard venciendo a una irreconocible Cincinnati. De North Dakota State ganándole la partida Oklahoma y la que al fin y a la postre sería una de las grandes sorpresas de este March Madness, la derrota de Duke frente a la humilde y voluntariosa Mercer.
En segunda ronda se seguían produciendo las sorpresas. Dayton seguía eliminando rivales de peso, en este caso a Syracuse. Una Syracuse que llevaba tiempo jugando mal y a la que tan solo un gran Tyler Ennis mantenía a flote. Stanford hacía algo parecido con Kansas. Los de Bill Self cayeron derrotados merecidamente en un partido horrible. Sin Joel Embiid, ausente por lesión, Andrew Wiggins, Perry Ellis, Wayne Selden y Naadir Tharpe fueron incapaces de vencer a unos Cardinals con la moral por las nubes.
Connecticut vence a Villanova, campeona de la Big East dando una relativa sorpresa. Kentucky vence a Wichita State cortando por lo sano la racha de 35-0 que poseían los Shockers en un partido precioso jugado de poder a poder. Creighton perdía ante Baylor y con ello una leyenda universitaria nos dejaba, Doug McDermott, quinto máximo anotador de todos los tiempos y tercer jugador en la historia en obtener 3.000 puntos y 1.000 rebotes. Hasta la vista Doug McDermott.
Sweet 16 y Elite 8
En los Sweet 16, la caprichosa fortuna hizo que tanto Dayton como Stanford, dos de las universidades que mejor lo estaban haciendo hasta el momento, se vieran las caras. Serian los Flyers quienes se llevaran el gato al agua y jugaran la final regional South contra unos Florida Gators que se habían deshecho cómodamente de UCLA.
El partido entre Virginia y Michigan State vino a demostrar que la campaña de los chicos de Tony Bennett no había sido casualidad, dando muchos quebraderos de cabeza a unos Spartans que, finalmente, se llevaron el partido con una gran actuación tanto de Branden Dawson como de Adreian Payne.
La nueva victoria de UConn sobre Iowa State ponía a las claras que los Huskies no iban a ser presa fácil y que los de DeAndre Daniels, Ryan Boatright y Shabazz Napier eran duros de pelar. En la región West, Arizona se imponía a una gran San Diego State, mientras que Wisconsin hacía lo propio con Baylor.
En la región Midwest, terrible la dureza de esta región, se producía el choque de trenes entre los dos equipos del estado de Kentucky, Louisville frente a Kentucky. Los de John Calipari supieron darle la vuelta al encuentro en la segunda mitad y eliminaron a la potente Louisville de Rick Pitino. Michigan se complicó la vida en un partido que tenía controlado frente a Tennessee donde Jordan McRae hizo mucho daño a los Wolverines. Finalmente, los de John Beilein se alzaron con la victoria gracias a una gran actuación de Jordan Morgan.
En Elite 8, Florida vencía de forma cómoda a Dayton. Los de Archie Miller, de esta manera, cierran una magnífica temporada. Bill Donovan volvía a meterse en una Final Four. En la Final de la región West, contra todo pronóstico, Wisconsin da la sorpresa venciendo a Arizona. De la mano de un genial Frank Kaminsky, los chicos de Bo Ryan se colaban en una Final Four. Los Wildcats de Sean Miller se apeaban de la competición en la que casi todas las quinielas le daban en Final Four.
Otros grandes favoritos que corrieron la misma suerte que los Wildcats fueron los Spartans de Tom Izzo. Connecticut ya venía avisando de su buen momento de juego y un estelar Napier puso la puntilla a unos Spartans obsesionados con el tiro de 3 puntos.
En la región Midwest los Wolverines aguantaron bien todo el potencial interior que Kentucky puede llegar a desplegar y eso que los Wildcats contaban con la baja de Willie Cauley-Stein. Pese a todo ello los de Beilein aguantaron hasta el final, donde un triple de Aaron Harrison a falta de 4 segundos para el final y con empate a 72 en el marcador dio el pasaporte para la Final Four a los de Calipari.
La Final Four en Texas
En Arlington, Texas, a escasos 30km de Dallas, se encuentra el AT&T Stadium. Allí juegan los Dallas Cowboys y allí fue donde se disputó la Final Four de la NCAA 2014.
El Florida contra Connecticut fue prácticamente una copia por parte de los Huskies de lo que hicieron frente a Michigan State, contagiar al rival con su ritmo de juego y anular al base rival. No es casualidad que tanto Keith Appling como Scott Wilbekin firmaran partidos tan pobres. Así que los chicos de Kevin Ollie, despacito y con buena letra, se plantan en la final donde nadie contaba con ellos.
En la otra semifinal los de Bo Ryan aguantaron el poderío en la zona de Kentucky. Julius Randle y Dakari Johnson hacían mucho daño en la zona de los Badgers, pero éstos, a base de pundonor y un juego más coral, resistieron hasta que otro disparo desde la línea de 3 puntos a escasos segundos del final por parte de Aaron Harrison dejaban eliminados a los de Bo Ryan.
Y llegamos a la final. Las finales son partidos raros en los que sólo vale la victoria y donde normalmente la consigue el mejor, el que más ganas de triunfar tiene o el que más tranquilo está en los momentos donde a cualquiera le tiembla el pulso.
El caso es que los Huskies de Connecticut dominaron el partido de principio a fin. El temible juego interior de Kentucky estuvo muy mal y solamente James Young lograba destacar en la faceta ofensiva. Los de Kevin Ollie hicieron un gran trabajo defensivo que sumado al buen partido de Ryan Boatright y, sobre todo, a un genial Shabazz Napier diera como resultado la victoria de UConn, la victoria de un invitado al gran baile que nadie o casi nadie daba como candidato allá por noviembre.
Así es la NCAA, así es el NATIONAL CHAMPIONSHIP. Las luces se han apagado.
(En memoria de Lacey Holsworth).
(José López-Cozar escribe sobre baloncesto universitario y es editor del blog 'Basketball on fire')