Indiana Pacers, Evan Turner y el anillo
Los Pacers hacen un movimiento que puede resultar letal para los rivales... o no
En el estado de Indiana el baloncesto es una religión. De eso no hay duda. Los Hoosiers encarnan como nadie esa relación mística con este deporte, cuyo arraigo en el territorio de Indiana semeja unas raíces que de tan profundas se hunden en la tierra hasta extenderse sin límites y enredarse unas con otras para invadirlo todo. Por eso, la gran asignatura pendiente del baloncesto de Indiana es la NBA.
Los Pacers ganaron 3 títulos de la ABA, pero siguen sin lograr el anillo de campeón de la NBA. En el año 2000 rozaron la gloria al perder las Finales con los Lakers. Por entonces, el banquillo estaba ocupado por el que hoy reina en los despachos, Larry Bird. Otro dios que encarna como pocos el Olimpo baloncestístico de Indiana. Bird nació en Indiana y formó brillantemente en Indiana State antes de hacerse divino en los Celtics. Y es Bird el que maneja ahora mismo la locomotora del tren propiedad de Herbert Simon, un tren que puede hacer historia. Bird lo sabe. Y se le nota a la legua.
Ya estaba capacitado este equipo para hacer historia cuando andábamos por el mes de enero y más aún la puede hacer ahora que dejamos prácticamente atrás el mes de febrero, el del cierre del mercado. Ese cierre del mercado nos dejó a última hora el movimiento más interesante del mismo. El otrora brillante y ahora limitado por las lesiones Danny Granger era 'expulsado' de su equipo de siempre para hacer hueco a Evan Turner y Lavoy Allen, ambos venidos desde Filadelfia. Un movimiento que resulta revelador de la ambición de los Pacers, una ambición que no pasa más que por conquistar el anillo.
La pasada temporada Indiana firmó 49 triunfos en fase regular y llegó a la final del Este para perder por un ajustado 4-3 con Miami Heat. Por eso, por cómo se desarrolló esa final de conferencia, los Pacers quieren a toda costa tener en este curso el factor cancha en los playoffs. Y van camino de ello.
A estas alturas, atesoran la mejor marca de la competición con un 43-13. Es decir, están a 6 victorias de igualar el registro de la pasada campaña cuando restan 26 partidos por disputar. Lo batirán sin duda y amenazarán, si siguen así, el récord histórico de Pacers en la NBA, cifrado en 61 triunfos (temporada 2003-2004). El equipo suma un impresionante 27-3 en casa, es el conjunto que menos puntos recibe de la liga (91 por juego) y muestra una solidez general a prueba de bomba. Y ahora llega Turner. La pieza que puede convertir el puzzle en perfecto, pero que habrá que encajar perfectamente en su lugar para que nada chirríe.
La desconfianza de algunos
Algunos analistas desconfían de Evan Turner. Consideran que sus estadísticas están infladas por jugar en Sixers y por el modo en el que desempeña su juego ese equipo, bastante despreocupado en defensa y sobrecargado de posesiones por partido en ataque. Creen que no es un jugador sólido a nivel defensivo. No ven claro cuál será su forma de adaptarse a jugar desde la segunda unidad. Destacan su falta de fiabilidad en el tiro exterior. Insisten en que es un fiasco como jugador número 2 del draft de 2010 tras brillar en Ohio State y se regodean en la inconsistencia que ha mostrado en sus años como profesional. Pero fuera de todas esas consideraciones, algunas más acertadas que otras, se esconde un jugador que atesora una indudable calidad, un jugador que sumará más que restará a un equipo ya con muchas cifras sumadas en su haber.
Turner va a potenciar uno de los escasos puntos débiles del equipo: su suplencia. Indiana cuenta en la segunda unidad con un lujo de rendimiento fiable, completamente seguro, como es Luis Scola y ahora tiene a dos elementos potencialmente desestabilizadores que deberán mostrar si lo son realmente o no. Uno de ellos es Turner, que tiene muchas papeletas para serlo. El otro es Andrew Bynum, que genera muchísimas más dudas. Ni que decir tiene que si Indiana contara a buen nivel en la suplencia con Scola, Turner y Bynum tres cuartas partes del anillo podrían ser suyas. Pero eso, a día de hoy, es una quimera.
Por lo demás, Indiana es un equipo en extremo fiable. Desde su liderazgo en los despachos en manos de Larry Bird a su guía desde el banquillo con el joven y brillante Frank Vogel -con la ayuda de la experiencia y el criterio defensivo de Nate McMillan-, pasando por un quinteto inicial muy bien equilibrado.
Tal vez su punto débil, seguro que lo es, radica en el puesto de base. George Hill es un base correcto en líneas generales, pero poco más. Más brillante en defensa que en ataque y especialmente limitado en la distribución del juego. Es mejorable como base, pero muy asumible para un equipo que se ampara en un universo coral. El problema mayor está en sus suplentes: C.J. Watson y Donald Sloan. Nada que ver con el nivel del equipo.
Por lo demás, los otros 4 integrantes del quinteto titular merecen todo el crédito. Tanto Paul George como líder, Lance Stephenson como hombre orquesta infravalorado pese a lo mucho que aporta, David West con su experiencia y calidad y Roy Hibbert como cinco que aporta una barbaridad en defensa y puede asumir cosas serias en ataque. Un Roy Hibbert, por cierto, que puede ayudar mucho guardando la espalda en defensa a Evan Turner cuando coincidan en pista. Se trata de un quinteto sin fisuras.
Edad para triunfar, salarios para pensar
El equipo tiene una edad media algo superior a los 27 años, una edad muy buena, pero ese promedio engaña porque muchos de sus jugadores importantes son jóvenes y tienen todo el futuro por delante. Lo que hace a este equipo, un equipo para, al menos, el medio plazo. Paul George y Lance Stephenson tienen 23 años, Evan Turner está en 25, Roy Hibbert y George Hill andan en 27... Incluso el arruinado -fisicamente- Andrew Bynum aún está en los 26.
Los salarios, por otra parte, van a ser un problema finalizada la temporada. El equipo tiene comprometidos para el próximo curso casi 75 millones de dólares. En esa cifra ya se incluye el primer año de la extensión de Paul George, que pasará de cobrar 3,3 millones a percibir 13,7, y también incluye los 8,7 millones de oferta cualificada de Evan Turner.
El verdadero problema en el terreno salarial radicará en la figura de Lance Stephenson, un hombre que ahora cobra una miseria para lo que aporta y cuyo salario habrá de ajustarse obligadamente al alza, muy al alza. El equipo anda ahora mismo en la décima posición de la NBA en cuanto al salario medio de sus jugadores, lo que no está mal si tenemos en cuenta que es el número 1 a día de hoy en cuanto a su registro deportivo. Pero la masa salarial se va a disparar muy por encima del límite por el que se impone la tasa de lujo y desde los despachos tendrán que hacer un encaje de bolillos para conservar a la columna vertebral de la plantilla. Lo que parece evidente es que todos no caben. Alguno tendrá que salir si Herbert Simon no quiere terminar pagando mucho dinero de más. Y 'Mikhailes Prokhoroves' hay bien pocos en esta vida.
No caben sentimentalismos
Además, desde los despachos han lanzado un claro mensaje en estos últimos días. El objetivo es solo uno: el anillo. Y para conseguir ese objetivo no caben sentimentalismos. Ninguna fisura emocional debe hundir un proyecto que se basa en el colectivo, que bebe del modelo generado en el siglo XXI por los Spurs. Esa falta de sentimentalismo ha sido evidente en el mercado invernal. Danny Granger ha sido la primera víctima.
Lo que parece claro es que Indiana estuvo la pasada campaña a un paso de llegar a las Finales. Anduvo muy cerca de tumbar a Miami. Para conseguirlo esta temporada precisaba de dos cosas: conseguir el factor cancha (y está en vías de ello) y mejorar la suplencia (y también está en vías de ello).
Muchos aficionados piensan que el estado de Indiana, una de las mecas mundiales del baloncesto, merece alcanzar por fin un título de la NBA. Herbert Simon también lo cree. Larry Bird también lo cree. Frank Vogel también lo cree. Y Paul George también lo cree. También Scola, que cambió minutos por éxito colectivo. Otro que representa a la perfección el espíritu de estos Pacers preñados de calidad e impregnados de ambición sin que, por ahora, se haya apreciado sobredosis alguna de egos. Un espíritu muy alejado del gran Bobby Knight, el General que dirigió con mano férrea a los Hosiers durante 3 décadas. Eso sí, los títulos en el estado de Indiana aún son suyos, de Knight. Vogel aún está haciendo méritos. Aunque ya acumule muchos. ¿Quíen sabe si está a un paso de trocar los méritos por los títulos?. El tiempo lo dirá. Pero tampoco hay que ser impacientes. Porque éste es un proyecto que va mucho más allá de la próxima primavera.