El ex capitán de los Knicks Ray Williams muere a los 58 años
Jugador estelar a finales de los 70 y primeros 80, terminó su vida arruinado y en la indigencia
La de Ray Williams, quien fuera capitán de los Knicks hace 30 años, es una historia triste de las que con más frecuencia de la que nos gustaría nos suele dejar el baloncesto NBA. Una historia además, con un final prematuro, ya que nos ha dejado con 58 años tras no haber podido superar un cáncer.
Williams, que jugó 10 temporadas en la NBA, ha fallecido este viernes en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York tras batallar sin éxito contra el cáncer de colon que le fue diagnosticado hace un par de años.
Natural de Mount Vernon, una localidad que es prácticamente una prolongación del Bronx aunque independiente de la ciudad de Nueva York, y hermano pequeño del también ex NBA Gus Williams, en 1977 fue elegido por los Knicks en el puesto 10 del draft y con ellos desarrolló buena parte de su carrera.
Jugaba de base y formó pareja exterior con Michael Ray Richardson en una época de transición para el conjunto neoyorquino en la que también coincidió con el actual técnico de los Knicks, Mike Woodson. Fue tras la gloriosa primera mitad de los 70 -en la que un equipo liderado por Willis Reed, Walt Frazier y Dave DeBusschere logró los 2 únicos campeonatos alcanzados hasta ahora por los Knicks- y antes de la llegada de Patrick Ewing al equipo neoyorquino.
Con los Knicks, en los que llegó a ser capitán, jugó 4 temporadas seguidas y otra más en una segunda época y vivió sus mejores años, llegando a promediar 20,9 puntos por partido en la temporada 1979-80. También superó los 20 de media en su única temporada con los Nets, la 1981-82, pero luego su papel fue disminuyendo hasta convertirse en un jugador de banquillo que pasó por Celtics, con los que jugó la final de 1985, Hawks y Spurs antes de regresar a los Nets, donde puso fin a su carrera en la NBA en 1987.
Pobreza y soledad tras la NBA
La vida de Williams una vez retirado fue otra historia completamente diferente y mucho más triste. Fue uno de esos jugadores que no supo encauzar su vida lejos del parqué y al que tampoco acompañó la suerte a la hora de intentarlo.
Muy pronto tras su retiro no quedó nada de todo el dinero que había ganado durante su carrera como jugador de baloncesto. En 1994, se declaró en bancarrota y las dificultades financieras y de todo tipo le llevaron a perder su casa y a su familia.
Ante tal situación, decidió solicitar de forma prematura su pensión como jugador, pero, tras trasladarse a Florida, perdió buena parte de los 200.000 dólares que recibió como consecuencia de una estafa inmobiliaria.
Arruinado de nuevo, trató de sobrevivir desempeñando todo tipo de oficios mal pagados, pero apenas lo logró y hace un par de años llegó a una situación de total indigencia y a tener que vivir en Florida dentro de un coche, un viejo Buick del 92 averiado.
Fue entonces cuando varios amigos de su época como jugador trataron de echarle una mano para salir adelante y también cuando, por desgracia, una revisión médica detectó, ya avanzada, la fatal dolencia que ha acabado con su vida. Una revisión que pudo hacerse gracias a la intercesión de otro ex jugador, Buck Williams, que fue compañero suyo en los Nets y presidente de la Asociación de Jugadores Retirados, y que de haber podido hacerse antes, podría haber, tal vez, permitido otro final a su historia.
Pero Estados Unidos no es un buen país para caer enfermo cuando no se tiene capacidad para hacer frente a los costosos tratamientos médicos, como era su caso. Hace apenas 1 mes, ante su falta de medios y tras la intercesión de algunos de sus ex compañeros, el propietario de los Knicks, Jim Dolan, pagó el avión que lo trajo de Florida para ingresarlo en un centro médico de Nueva York con el fin de que pudiera ser tratado del cáncer de colon que padecía. Pero ya era demasiado tarde.