ACTUALIDAD / FINALES NBA 2012 (PREVIA)
OKC-Miami: la gran renovación mediática en la NBA llega a las Finales
El duelo James-Durant, dos estrellas sin anillo, eclipsa casi todo
Serge Ibaka se convierte en el segundo español que juega una final de la NBA
Nueva era de siglo XXI. LeBron James vs. Kevin Durant, el duelo que la NBA soñaba. Por el camino quedaron dos equipos más equipos, dos conjuntos veteranos y de pulso casi europeo, Boston Celtics y San Antonio Spurs. Lo que llega a la final tiene un espíritu mucho más USA.
Oklahoma City Thunder y Miami Heat inician este martes, 12 de junio, las Finales de la NBA 2012 que, en caso de alcanzar un séptimo partido, se podrían prolongar hasta el 26 de junio, es decir, hasta casi la elección del Draft. El formato, llegado esta hora, ya no es el 2-2-1-1-1 vivido hasta ahora. Es el momento del formato final: 2-3-2. OKC tiene el factor cancha, ya que terminó la temporada regular con un balance de 47-19 por el 46-20 de Miami. Un suspiro que puede ser vital.
El equipo de Scott Brooks acude a las finales más descansado que el equipo de Erik Spoelstra. No en vano, acumula 3 partidos menos de playoffs, que, a esta altura y con la exigente temporada post-lockout, puede convertirse en una notable ventaja, más aún cuando los Thunder son más jóvenes y más atléticos que los Heat.
Entre esos jóvenes y atléticos jugadores, un español, aunque de origen congoleño, el internacional Serge Ibaka, que se va a convertir en el segundo español en jugar una Finales de la NBA tras Pau Gasol, que jugó 3 y ganó 2 con los Lakers.
El megaduelo
Pero cualquier consideración en este duelo por el anillo queda en segundo plano ante el duelo estelar LeBron James-Kevin Durant.
James fue MVP de la temporada regular; Durant lo fue del All-Star 2012; James fue el jugador más completo de la liga con una eficiencia espectacular; Durant fue nuevamente máximo anotador tras un gran duelo con Bryant; James lleva unos playoffs colosales (30,8 puntos, 9,6 rebotes y 5,1 asistencias); Durant no le va a la zaga (27,8 tantos, 7,9 rebotes y 4,2 pases de canasta), aunque parece un puntito por detrás. Ambos superan el 50% en el tiro de campo en la postemporada y ambos han sido vitales en los momentos claves de playoffs.
Los focos están puestos en ellos. Los dos son jóvenes y les quedan años para ir haciendo historia, pero hay que reconocer que a LeBron le acechan más sus urgencias que a Durant las suyas. Porque James jugará su tercera final tras perder dos, y a sus 27 años le podría resultar muy duro volverse a quedar a las puertas. No es el caso de Durant. Sólo tiene 23 años y éste es su primer cara a cara con el anillo tras vivir su equipo una constante progresión en los últimos años.
Se trata de dos jugadores fuera de serie que representan dos estilos bien distintos. El físico de James no tiene parangón, la técnica y elegancia de Durant alcanza tintes poéticos. Del espíritu ganador de ambos nadie duda. Por mucho que algunos recuerden un día sí y otro también el mal desempeño que James tuvo el año pasado en los momentos cruciales de la temporada, especialmente ante Dallas.
Pero hay otros grandes emparejamientos
Sería injusto reducir esta final a un duelo mediático James-Durant. Habrá otros duelos de altos vuelos. Dos llaman especialmente la atención por su importancia en el resultado final. Los que vivirán Russell Westbrook y Mario Chalmers y el dúo formado por Serge Ibaka y Kendrick Perkins contra Chris Bosh.
Elemental en el desenlace de la eliminatoria final será el estado físico de Bosh. Sin un Bosh en buena condición, los Heat tendrá casi perdida la final, al no tener más amenazas ofensivas en los hombres altos y al permitir un mayor ahorro físico en defensa de dos excelentes defensores como son Ibaka y Perkins. Con Bosh a un cierto nivel, la final será otra cosa, como bien se demostró en el séptimo partido entre Miami y Boston en las Finales de la Conferencia Este.
Pero será igualmente importante ver qué papel desempeña el gran Dwyane Wade en esta final. Su rol debe ser decisivo, aunque últimamente se está viendo algo empequeñecido por la figura colosal de su compañero James. Sin embargo, Wade ha de imponer un hecho claro: él sí que sabe lo que es ganar un anillo.
También resultarán capitales los papeles del dúo exterior compuesto por Westbrook y James Harden. Éste último sigue siendo un seguro de vida partiendo desde el banquillo y juega de maravilla los minutos importantes. Porque lo que de verdad asusta en OKC es la juventud de su cuarteto de jugadores importantes: Durant, Westbrook, Harden e Ibaka.
OKC es un equipo que se sitúa en la media de edad de la liga, pero con estrellas muy jóvenes; Miami, por el contrario, es el tercer equipo más viejo de la NBA porque a su 'big three' le rodea un ejército de jugadores entrados en años.
El poderío de Thunder
Ambos equipos han ido sufriendo un poquito más según pasaban las series. Lo han hecho peldaño a peldaño. Miami ganó 4-1 a New York, 4-2 a Indiana y 4-3 a Boston. Perdió 6 encuentros. OKC ganó 4-0 a Dallas, 4-1 a Lakers y 4-2 a San Antonio. Perdió 3 partidos y jugó 3 menos que el rival. Además, los de Brooks eliminaron a los 3 últimos campeones de la NBA. Dato para el recuerdo que no parece baladí.
Aunque no hay un favorito claro, tal vez OKC se ha hecho acreedor de un ligero favoritismo tras remontar un 0-2 ante los Spurs y endosarles 4 derrotas seguidas.
OKC es un equipo mucho más alegre en ataque que Miami. Los Thunder fueron la tercera mejor ofensiva en la temporada regular con 103,1 puntos. Su versatilidad de cara al aro es amplia a pesar de que sus hombres altos no son anotadores. Y en campo abierto, es un equipo demoledor.
Por el contrario, Miami presenta una defensa de gran nivel, aunque la de OKC no sea manca cuando se lo propone. Los Heat, en fase regular, fueron el cuarto equipo que menos puntos encajó con 92,5 y en las Finales del Este doblegaron a Boston gracias a su gran trabajo defensivo en el sexto y séptimo partido, en los que dejaron a Celtics en 79 y 88 puntos. Tienen los Heat un equipo con muy buenos elementos atrás. Y algo tendrá que ver también la visión de su cuerpo técnico.
Thunder presenta dos aspectos en su juego muy llamativos. Es el conjunto de la NBA que más intimida a base de tapones, a lo que ayuda mucho tener en sus filas al rey del tapón, Serge Ibaka, pero también es el equipo que más balones pierde -16 por partido-, a lo que ayuda mucho su juego vivaz y la escasa capacidad directora de su base, Russell Westbrook, un fantástico escolta metido a armador sin vocación.
El valor de los secundarios
Unas Finales de la NBA siempre dan para que en un momento dado llegue el protagonismo de algún secundario. Y aquí hay muchos y buenos.
En Miami, será importante ver cómo funcionan jugadores veteranos que deben hacer de secundarios de relevancia. Hablamos de Shane Battier, Udonis Haslem y, en menor medida, Mike Miller. También habrá que ver qué hace Mario Chalmers, un jugador que deberá dar un pasito adelante y aprovechar la atracción que provoca en la defensa contraria el dúo estelar James-Wade.
Mientras, en OKC, tendremos al eterno Derek Fisher, que llegados estos momentos siempre funciona y que en los minutos cruciales siempre afina la muñeca. ¡Persigue su sexto anillo, ahí es nada!. Además, será importante el valor defensivo de excelentes hombres atrás como Thabo Sefolosha, que en teoría se ocupará de Wade, Kendrick Perkins y, en menor medida, Nick Collison.
Para terminar, tendremos a dos jóvenes entrenadores en los banquillos. Muchos dirán que Scott Brooks debe ganar la partida a Erik Spoelstra, pero habrá que ver el desarrollo de las finales, porque no siempre la teoría se confirma en la práctica. Desde luego, Brooks estuvo excelente en su duelo ante el viejo Gregg Popovich en las Finales del Oeste.
Lo cierto es que se presentan unas finales bien atractivas. Miami repite por segundo año consecutivo y eso puede jugar a su favor (la experiencia es un grado) o en su contra (la urgencia ante el éxito aún no logrado y el miedo a un nuevo 'fracaso'), según se mire. Pero pase lo que pase, el que se va a sentir bien a gusto en su sillón viendo todo esto va a ser David Stern. El negocio debe ir viento en popa. A buen seguro que lo irá.