Jeremy Lin, nuevo ídolo del Madison al grito de ''MVP, MVP...''
Promedia 28,5 puntos y 8 asistencias en los últimos 4 encuentros
Sus 4 grandes actuaciones han impulsado 4 triunfos de los Knicks
"Solo una vez ocurren cosas así". Quien así habla no es otro que Mike D'Antoni, técnico de New York Knicks. Sus palabras van referidas al nuevo efecto que recorre la Gran Manzana y que ya tiene recorrido planetario. Ese efecto se llama "Linsanity" y su dueño es Jeremy Lin.
El base californiano de origen taiwanés triunfa en la costa contraria a la que nació, en el Este. Allí, en la costa que mira a Europa, todo ha cambiado en los últimos días: Nueva York está a sus pies. No es para menos. El jugador formado en Harvard ha jugado 4 partidos de ensueño, los 3 últimos como titular. La serie milagrosa nos deja esta trayectoria: 25 puntos y 7 asistencias ante los Nets, 28 y 8 ante Utah, 23 y 10 frente a Washington y 38 y 7 en colofón apoteósico ante los Lakers de su ciudad natal, Los Ángeles. Los aficionados neoyorquinos han tenido mucha suerte porque 3 de esas 4 victorias se han registrado en el Madison Square Garden. Todos los partidos se han saldado con triunfos de New York.
Es decir, en sus 4 jornadas de gloria, este joven armador de 23 años ha promediado 28,5 puntos, 8 asistencias, 3,8 rebotes y 1,75 robos, anotando un increíble 57,5% en el tiro de campo y un 77,1 en los libres. Sus únicos puntos débiles, que a nadie le han importado, y con razón, lo más mínimo han sido sus 4,25 pérdidas de balón y su 21,4% desde el triple.
La locura Lin ya estaba montada antes de empezar anoche en el Madison todo un clásico Knicks-Lakers, partido que ha encumbrado al base. Todos los medios especializados le llevan en portada y muchos que no lo son, también. Sin ir más lejos, The New York Times titula hoy: "Lin, un fenómeno". El Madison estaba plagado de carteles y letreros a favor de su nuevo ídolo. No sé sabe muy bien qué pensarán Carmelo Anthony y Amare Stoudemire de todo esto. Ambos están de baja y sin ellos en pista ha eclosionado Lin y ha empezado a funcionar el equipo. Y los aficionados parecen arrinconarlos en favor de su nuevo dios, que en unas horas se enfrenta a Minnesota en un mano a mano con Ricky Rubio. Con poco que haga el base de los Knicks podría ser nombrado Jugador de la Semana en el Este. Un auténtico cuento de hadas.
Kobe Bryant abre los ojos
Tras la exhibición extraordinaria ante los Lakers, Mike D'Antoni reconocía que no había visto nunca nada igual. El técnico de Lin estaba impresionado, pero no se refería sólo a la explosión de su jugador, se refería especialmente a la atmósfera que se vivió en el Madison, una atmósfera más cercana a la devoción religiosa que a la celebración deportiva. Mientras Spike Lee subía un grado más su nivel de enloquecimiento y profesaba fe ciega en su nuevo ídolo, Woody Allen observaba desde la grada ciertamente asombrado, como rumiando esa famosa sentencia que dice que la realidad supera a la ficción.
Otra cosa es lo que pasara por la cabeza de Kobe Bryant, que horas antes del partido había puesto cara de extrañeza cuando le preguntaron por el efecto "Linsanity". Dijo que no tenía ni idea de qué le estaban hablando. Pero debió enterarse bien rápido anoche. A cámara rápida le llegó el bofetón de este chico aplicado formado en la elitista Harvard, 'rara avis' en el universo NBA, un mundo tan dado a la formación deforme, al escaso interés por la cultura con mayúsculas y tan cercano a la educación callejera.
Lin es raro, muy raro. Estudió Económicas en Harvard y se licenció en 2010 tras agotar su ciclo colegial de 4 años. Jugó en el equipo de baloncesto universitario, encuadrado en la Ivy League, una conferencia que encuadra a universidades de élite académica y penosa tradición deportiva. Allí, en su cuarto año, su temporada senior, demostró que era un base muy completo. Promedió 16,4 puntos, 4,4 rebotes, 4,5 asistencias, 2,4 robos y 1,1 tapones, pero esos números procediendo de la Ivy League decían poco a los entendidos. El resultado, más aún siendo un jugador senior, es que no fue drafteado. Algo completamente lógico.
Llegada a la NBA
Llegó así Lin a la NBA por la puerta falsa. Eso sí, con la ilusión de hacerse un pequeño hueco en algún equipo y llegar a ser un suplente a secas. En los Warriors, en su año de novato, la temporada pasada, apenas jugó 29 partidos en los que hizo 2,6 puntos en 9,8 minutos. Jugador totalmente residual y más en un equipo en el que tenía por delante a Stephen Curry y Monta Ellis.
Este curso, en los Knicks, vivía igualmente en el ostracismo. En sus 9 primeros partidos de temporada apenas jugó entre 1 y 6 minutos en 8 de ellos. Sólo ante Houston había vivido la locura de jugar 20 minutos para hacer 9 puntos y 6 asistencias. Era una isla en mitad de un océano lleno de insatisfacciones.
Pero llegó el día. Fue en el partido ante New Jersey Nets. Y todo cambió. Pocas veces Mike D'Antoni se habrá alegrado tanto de una decisión técnica y pocas veces una decisión técnica habrá tenido un resultado tan llamativo como éste.
Algunas estadísticas asustan. En la presente temporada, sólo dos jugadores han logrado encadenar 4 partidos seguidos haciendo al menos 20 puntos y 5 asistencias y metiendo más del 50% de sus tiros. Son Jeremy Lin y un tal LeBron James. Y en la historia moderna de los Knicks nunca nadie había metido tantos puntos en sus 3 primeros partidos como titular. Lin ha sumado 89, prácticamente 30 por encuentro, y ha dejado atrás a un tal Bill Cartwright y a un tal Patrick Ewing.
Por todo ello, no es de extrañar la locura que arrastra este joven de 23 años. Por eso y porque a los Knicks y a la NBA se les abre un campo enorme. El del efecto económico que puede tener un jugador de origen asiático inmerso en el gran mercado de Nueva York. Más de uno se está frotando las manos.