Crónica de una historia repetida
Los Lakers están abocados a renovar un equipo que da sus últimos coletazos
Hablemos de algo que terminará por ocurrir, por meras cuestiones históricas y la historia siempre recoge la sabiduría. Hablamos de Los Angeles Lakers. La situación de hoy en día es preocupante ya que el equipo tocó su pico máximo de rendimiento hace un par de temporadas y, en la actualidad, el desgaste está llevando al declive a este grupo de jugadores campeones.
Actualmente, la plantilla se ve mermada por diversos motivos. La desaparición de Lamar Odom y la necesidad de un base titular de un perfil bastante concreto, no tanto un base anotador o acaparador a lo CP3 sino más bien un base tipo Calderón, un tipo con esa enorme capacidad de sacrificio en pro del equipo, y con capacidad de pasar, anotar y defender a un gran nivel. Pero eso sí, cuando sea necesario, ya que en este equipo los roles de anotación están demasiado definidos como para ponerlos en duda.
Tampoco ayuda la retirada de Phil Jackson, ya que este equipo era "un equipo de Phil Jackson" y ese traje no le queda bien a cualquiera.
Final de un ciclo
Kobe Bryant ve más cerca el final que el principio y le corroe el ansia de ese 6º anillo que limpie sus complejos para siempre, pero mientras, ya no hace tantos partidos de 50 puntos, comienza a cojear,... ¿Y qué necesita por encima de todo un cojo? Unas buenas muletas.
Esas buenas muletas, que hasta ahora habían sido Pau Gasol, ya no son lo que eran. Nos guste o no. Siempre he dicho que Pau tenía que ser un tío de 20-10 en su carrera, pero hoy en día sus números son insuficientes para acompañar a Kobe y al resto de la pobre plantilla a alcanzar otro anillo.
Por otro lado, Metta World Peace y los 37 años del reflexivo Derek Fisher nos hablan de la realidad de un fin de ciclo con la única esperanza de futuro puesta en un irregular y frágil Bynum que tanto puede salir bien como puede salir mal.
En la historia de esta mítica franquicia podemos encontrar las claves del futuro. Todas las dinastías de éxito en la historia de los Lakers, y digo todas, han tenido en común la presencia de un pívot histórico.
Si nos remontamos a los Minneapolis Lakers, primeros dominadores de la NBA, nos encontramos como piedra angular al mítico George Mikan, un gigante de la época, que alcanzaba los 2,08 y cuya relevancia era tal que se podía leer en las legendarias marquesinas del Madison Square Garden “esta noche George Mikan vs N.Y. Knicks”.
La necesidad de un pívot dominante
Adentrándonos más en la idea, cabe destacar como respuesta al dominio absoluto de los Celtics de los 60 la adquisición, procedente de Philadelphia, de la bestia Wilt Chamberlain, un jugador que obtuvo medias de más de 50 puntos y 30 rebotes en algunas temporadas.
Aunque tan sólo ganaron un anillo, sí es cierto que aquellos Lakers de Jerry West, "el símbolo", se hicieron un hueco en la historia.
Como sucesor de Chamberlain, llegó el máximo anotador de todos los tiempos, alguien que le daría 5 anillos a los Lakers de Magic. Hablamos, por supuesto, de Kareem Abdul Jabbar.
Tras un largo destierro en tiempos del rey Jordan, los Lakers recobraron su hambre de victoria y ¿a quién recurrieron? Exacto, a otro center histórico, Shaquille O´Neal, quien dio 4 finales y 3 anillos a los Lakers y devolvió, junto a un joven y celoso Kobe Bryant, el estatus de dinastía a la franquicia.
El ego de Kobe se empeñó en demostrar a todos que podría ganar un título sin Shaq, pero no lo pudo conseguir hasta la llegada de Pau Gasol, curiosamente, otro center All-Star.
Este razonamiento nos lleva a una conclusión evidente, el equipo actual va tocando a su fin por motivos obvios. A Kobe no le quedan muchos años para lograr el ansiado 6º anillo y empiezan a perder identidad. ¿Qué quedará dentro de 4 o 5 años cuando Kobe ya no esté, ni en lo deportivo, ni en lo publicitario?
La clave está en la historia: Un center ‘Hall of Famer’. ¿Quién es el único que así puede llamarse? Tú ya lo sabes. Pau y Bynum también. Sin duda, Dwight Howard. Sólo es cuestión de tiempo.