JORNADA NBA / PLAYOFFS 2011
Deshonroso adiós en Dallas de Phil Jackson y sus Lakers
Los Mavs humillan a su rival, ganan por 36, se imponen 4-0 y pasan a la final
Terry, Stojakovic y Barea despedazan desde el perímetro a los campeones
Se fue Phil Jackson del baloncesto del modo más inesperado. Cabizbajo, humillado, sangrando por dentro tras ver lo que nunca hubiera querido ver. Porque Dallas humilló a los Lakers, pero más se humillaron los Lakers a sí mismos. Y es que hay maneras y maneras de perder. También de ganar. Si no, que se lo digan a los Mavericks, que han accedido a la Final de la Conferencia Oeste por la puerta grande.
Mientras, la forma de caer de los bicampeones fue de vergüenza ajena. Perdieron por 36 tantos de diferencia, encajaron 122 puntos, siendo acribillados desde el triple y lo que es más grave, lo más indecoroso: dando una imagen de malos perdedores. Una imagen ponzoñosa que encarnaron como nadie Lamar Odom y, sobre todo, Andrew Bynum (ambos expulsados). Un Bynum que se quedó con la imagen de villano del partido y que hizo merecimientos suficientes para entrar a formar parte de aquel libro del maestro Borges titulado “Historia universal de la infamia". Porque lo suyo fue una mayúscula infamia.
Frente a esa despedida desoladora, estuvo la fiesta del baloncesto protagonizada por Dallas Mavericks, un equipazo que se destapó con una serie sensacional y un 4-0 a los favoritos fraguado en el Staples Center.
Esta vez, ni siquiera Carlisle tuvo que exigir lo mejor de Nowitzki. El baño vino desde la suplencia, desde una segunda unidad brutal dominada por 3 increíbles jugadores: Jason Terry (9 triples), Peja Stojakovic (infalible toda la noche) y José Juan Barea, que acabó con 22 puntos y 8 asistencias en 27 minutos. Del otro hispano del partido, Pau Gasol, siguió sin haber noticias. Extraviado andaba el catalán y permanece en paradero desconocido.
Dallas 122 L.A. Lakers 86 (4-0)
La imagen de Phil Jackson recorriendo los pasillos del vestuario al final del partido con un rostro que basculaba entre la incredulidad, el enojo y la tristeza, con una sensación de irrealidad a su alrededor, con un caminar de humanidad noqueada, no se le olvidará nunca a ningún amante del baloncesto. El mejor entrenador de la historia de la NBA se dirigía derruido a su último encuentro con los jugadores, a su más triste encuentro. No merecía su leyenda acabar así.
En realidad, Jackson ya había dado por acabada su presencia en el baloncesto en el partido anterior, cuando en un tiempo muerto golpeó con su dedo el pecho de Gasol. Ese gesto significaba la rendición, porque entonces Phil Jackson ya estaba seguro de que todo lo que estaba por venir sería peor de lo ya sufrido hasta entonces. Pero da igual, porque para el baloncesto Jackson será recordado siempre por su espíritu triunfador y su serenidad zen. Como estos Lakers, que firmaron un estrepitoso ridículo en la serie y, sobre todo, en el cuarto encuentro, deberán ser recordados como un equipo ganador que fue capaz de disputar 3 finales consecutivas de la NBA y ganar 2. Un lujo al alcance de muy pocos. Una gran proeza.
Sin embargo, es cierto que el desaguisado final no va a ser fácil de olvidar. Bueno, en realidad, en Dallas jamás será olvidado, porque los Mavericks escribieron anoche una parte feliz de su historia, una parte muy brillante en la que ha jugado un papel esencial un jugador excepcional llamado Nowitzki.
Los números lo dicen todo: 122 puntos anotados, victoria por 36 de diferencia y 4-0 en la serie. Además, un 60,3% en el tiro de campo por un 37.8 del rival, 32 asistencias a 16 y ¡¡¡20 triples anotados de 32 intentos!!!. Porque en este cuarto choque, los locales batieron todo tipo de marcas desde el triple: con 20 empataron el mejor registro de un equipo en la historia de los playoffs y Jason Terry empató el récord individual con 9 en sólo 25 minutos de juego tras lograr una serie de 9 de 10.
Porque fue una exhibición local y más concretamente una exhibición de la segunda unidad de Dallas, que metió 86 puntos, 75 de ellos procedentes de ese trío mágico formado por Jason Terry, Peja Stojakovic y José Juan Barea. Entre los 3, sumaron ¡¡¡27 de 35 en el tiro de campo y 16 de 20 en el triple!!!, lo que da una idea de su feliz noche ofensiva y de la lamentable defensa perimetral de los Lakers, con capítulo deshonroso para Kobe, Artest y especialmente Fisher, que firmó un partido pésimo, tal vez su último partido.
La debacle se inició bien pronto. Discurría el segundo cuarto cuando hubo un tiempo muerto con 37-27 en el marcador. Parecía un resultado remontable, pero el juego decía otra cosa. Frente a la ofensiva visitante monopolizada por Bryant, los locales ofrecían un ataque coral en el que 13 de sus 15 canastas habían sido precedidas por asistencias. Juego en las antípodas. Y triunfó el grupo frente al individualismo.
Ese segundo cuarto resultó salvaje. Parcial de 36-16 y un irrecuperable 63-39 al descanso. Para entonces, 20 asistencias de Dallas por 5 de Lakers y 11 de 15 triples por 1 de 8. Y Mavs habiendo lanzado sólo 3 tiros libres tras las quejas de Jackson respecto a los arbitrajes.
Todo lo demás sobró. Especialmente, el mal perder de algunos jugadores angelinos, porque en esta vida tan importante como los fondos son las formas y en el saber perder es donde se demuestra la grandeza. Una grandeza que no tuvieron ni Lamar Odom, ni Andrew Bynum, ambos expulsados en el último cuarto en un lapso inferior al minuto. El primero por propinar un golpe más bien suave a Nowitzki y el segundo por hacer una falta ignominiosa a Barea.
Fue vergonzoso ver a un 7 pies despreocuparse del balón para dar un golpetazo tremendo a Barea (el jugador más liviano de Dallas) cuando estaba en el aire. El armador boricua se pudo hacer mucho daño. Bynum se fue a la calle y merece un serio correctivo por su acción.
No es de extrañar que estuviera de malas con el jugador de Mayagüez, porque J.J.Barea hizo un partido memorable: 22 puntos y 8 asistencias en 27 minutos. Como lo hicieron Jason Terry, la megaestrella del encuentro, que sumó 32 puntos en 25 minutos con 9 de 10 triples y Peja Stojakovic, que se fue a 21 tantos tras meter todo lo que tiró (7 de 7 lanzamientos, 6 de ellos triples). El cuarto mejor hombre, lejos de los anteriores, fue Nowitzki, que acabó con 17 tantos, 7 rebotes y 4 asistencias.
Los Lakers fueron una broma, y además de mal gusto. Bryant logró 17 puntos tras un explosivo final al que siguió su desaparición en combate, Brown añadió 15, logrados casi todos en fuegos de artificio cuando no había nada en juego y Gasol acabó con 10 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias en otra actuación horrible. Baste decir que tardó casi 21 minutos en anotar su primera canasta en juego.
El equipo se descompuso pronto. Sus hombres altos no anotaron y sus hombres bajos no defendieron. Y la remontada imposible se convirtió en la despedida impensable. Con Kupchak, Jackson y sus asistentes tragando saliva, comiéndose su orgullo, igual que los jugadores, igual que su afición. Todo su mundo se había convertido en tierra quemada. Ya no había vuelta atrás. El universo Jackson había sido engullido por un agujero negro. Sucedió en Dallas.