Se van los Spurs; vuelve Manu Ginóbili
Nos quedamos sin Manu Ginóbili, nos quedamos sin los Spurs. Y lo hicimos de una manera drástica, inesperada, si quieren: extrema. Pero a todos nos queda la impresión de que el argentino, lejos de irse, ha vuelto.
Sin embargo, la despedida del equipo ha sido, como digo, extrema. Porque después de que San Antonio ganara a Dallas por 4 a 2 partiendo de un factor cancha desfavorable, nadie esperaba esta debacle ante los Suns. Se podía perder, porque estos Phoenix de Gentry se las traen, son un equipo de cuidado, más de lo que parece a simple vista. Pero nadie esperaba un 4-0, como nadie esperaba que, por ejemplo, Dragic se disfrazara de Jordan en el tercer partido.
Ha sido un final ciertamente abrupto en el que la maltrecha nariz de Ginóbili ni siquiera ha podido oler cómo se desangraba su equipo, porque no ha tenido tiempo ni de asimilar la situación. Y no han sido precisamente ni la nariz del argentino, ni sus brazos, ni su corazón -grande como su entrega y su espíritu ganador- los culpables de este desaguisado final, que algún día habrá que analizar.
No puede este adiós precipitado, con el desorden y la rapidez que acompaña a las sorpresas de este calibre, hacernos olvidar a los aficionados al baloncesto que hemos recuperado a Manu, al bahiense mágico, al gran 'Manudona'.
Porque el final de temporada nos ha devuelto la imagen del mejor Gino, su estampa más competitiva, su lado más salvaje, más atrevido y, si me apuran, más asesino. Hemos tenido en los últimos 3 meses a un Ginóbili 'killer'.
Recuperando el físico
Y lo hemos tenido porque recuperó su físico después de una larga temporada embutido en el cuerpo de otro.
Fue un gran pesar para Manu tener su privilegiada cabeza con instinto ganador 10 metida en un cuerpo imperfecto, tan alejado de sus prestaciones normales. Y fue esa inteligencia y esa garra la que le permitieron cosechar aceptables actuaciones con una forma física tan disminuida. ¡Pero ay cuando ese cuerpo y esa mente se conjuntaron de nuevo!. Ese fecundo encuentro, reunión primaveral por el tiempo en que se dio, hizo felices a muchos aficionados y llenó de esperanzas a los Spurs, un equipo que estaba abocado al más triste conformismo, un conformismo muy duro de digerir para una escuadra con 4 anillos a sus espaldas, anillos recientes, además.
Tras el All-Star de Dallas, apareció otro Manu, que día a día, semana a semana, fue creciendo hasta estallar en todo su esplendor en la parte final de la temporada regular. Recuerden esa actuación memorable en el Staples Center ante los Lakers, esos 38 puntos con 7 triples ante los intocables Cleveland (a los que poco después endosaría 30), esos otros 38 tantos a los más que fiables Hawks o los 43 que les colocó a los no menos poderosos Orlando Magic.
Porque Ginóbili se salió en la parte final del campeonato, pero además alcanzó su máximo nivel ante los mejores: Cleveland, Lakers, Orlando, Atlanta... lo que da muestra de su nivelazo, de su capacidad para crecerse ante las circunstancias más adversas y complejas.
Sólo había que verle jugar. Fino en el tiro y clarividente en el pase y en el modo de entender el juego, pero sobre todo atlético en el uno contra uno, directo en su ataque a la cesta, valiente en sus decisiones, contundente en su labor defensiva (aún recordamos ese monumental tapón a Kevin Durant), rápido en sus desplazamientos laterales... todo ese andamiaje extra en su juego se lo dio su físico.
Renovación y playoffs
Promedió el 20 de los Spurs 22,1 puntos y 5,8 asistencias en el mes de marzo y 21,4 y 5,1 en el de abril. Y tal explosión competitiva llevó a San Antonio directo a los playoffs y al internacional argentino directo a una muy jugosa renovación de su contrato (3 temporadas más a razón de casi 40 millones de dólares).
Si fuera otro tipo de jugador (en Estados Unidos los hay a patadas) pensaríamos que Manu se esforzó sobremanera porque su contrato estaba a punto de expirar. Pero ese es un tipo de esquema mental que nunca cabría en la mente del argentino, que ha luchado siempre al 100% con contrato o sin contrato de por medio.
Tras superar por fin el mal trago físico que el jugador venía arrastrando desde los Juegos Olímpicos de 2008 y asegurar su futuro en la NBA al nivel máximo durante los próximos años, llegaron los playoffs, que se presentaban duros, muy duros, al ser los Mavericks el primer rival.
Por eso duele más caer 4-0 ante unos Suns que estaban ya escaldados de tantas derrotas pasadas ante San Antonio, porque la serie contra Dallas insufló grandes ánimos a la afición del equipo de Popovich.
El argentino, en esta postemporada, se ha manejado en buenos números: 19,4 puntos, 6 asistencias, 3,7 rebotes y 2,6 robos de balón para casi 20 de valoración en 35,2 minutos de juego. Siempre como titular.
Pero a Manu le ha quedado, a buen seguro, un sabor agridulce en este final de campaña. Es cierto que estuvo espléndido en el tercer partido ante Phoenix (27 puntos el día de la exhibición de Dragic) y que en los encuentros que perdió finura de cara al aro (11 puntos en el segundo y 15 en el cuarto) estuvo generoso y brillante en el pase (11 y 9 asistencias)... Sin embargo, ese 4 de 19 en el tiro en esos dos encuentros -el segundo y el cuarto- no ha debido dejar muy contento a Manu.
Sea como fuere, desde aquí sólo queda felicitarle y felicitarnos. Porque haber recuperado al mejor Ginóbili es una fantástica noticia largamente esperada que por fin se ha hecho realidad.