¿El último abril NBA de Sergio Rodríguez?
El canario tiene un pie fuera de la liga tras no lograr consolidarse
Dentro de unos días empezará el mes de abril, ése que marca el final de la temporada regular en la NBA y significa también la despedida de muchos jugadores que no formarán parte de la liga el año que viene. Uno de ellos puede ser el canario Sergio Rodríguez.
Mucho tienen que cambiar las cosas para que Sergio esté en la NBA la temporada venidera. En Nueva York, no parece probable que los Knicks extiendan la oferta cualificada de 2,7 millones de dólares necesaria para retenerle la próxima campaña y, a día de hoy, parecen más los equipos interesados por él al otro lado del charco que en la NBA.
El propio jugador es consciente de ello, aunque en su fuero interior siga deseando poder demostrar que su sitio está en la NBA, donde llegó hace 4 años con el sueño de triunfar y de donde siempre es duro marcharse, en cierto modo, por la puerta de atrás.
Ofertas en Europa no le van a faltar. En España, el Unicaja de Málaga ya ha preguntado a su agente por él y el pasado martes, Alberto Herreros, director técnico del Real Madrid, cenó con él en Nueva York en una velada en la que seguramente el tema de su regreso salió en la conversación.
Adiós al último tren
Todo indica que Sergio ha perdido en Nueva York su último tren tras ser superado en la rotación por Toney Douglas y no parece fácil que su situación vaya a cambiar en los pocos partidos que restan para finalizar la temporada.
Muchos fuimos los que pensamos en su día que Nate McMillan, su entrenador en Portland, no le dio las oportunidades que merecía, pero esta temporada, en la que Sergio ha jugado bajo la dirección de otros 2 técnicos, Paul Westphal y Mike D’Antoni, con similares resultados, ha servido para demonizar un poco menos al técnico de los Blazers.
Cierto es que el estilo de Sergio -rápido, espectacular y creativo- parecía adaptarse perfectamente al juego NBA cuando se marchó para allá con tan solo 20 años, pero también es cierto que al canario le ha costado adaptarse al exigente mundo de la liga profesional estadounidense y que, por unas u otras razones, no ha progresado todo lo que se esperaba de él.
Puntos débiles
Analizando su trayectoria, parece claro que hay 3 puntos débiles que le han impedido tener un mayor protagonismo en los 3 equipos por los que ha pasado. El primero de ellos es su tiro, con porcentajes muy bajos en sus primeras temporadas y algo mejorado en ésta tras el trabajo llevado a cabo durante el pasado verano.
El segundo es su excesiva propensión a perder balones. Entre los jugadores con una presencia significativa en pista, sólo Steve Nash supera este año el promedio de balones perdidos por minuto de juego de Sergio.
A Nash, que durante años ha sido el mejor base de la liga y uno de sus tiradores más certeros, todo se le perdona, incluido el liderar esa estadística, pero Sergio no es el canadiense, aunque comparta con él un estilo arriesgado de ver el baloncesto, y salvo que seas una estrella, perder el balón es uno de los mayores pecados que se puede cometer en este juego.
El tercero, y el que sin duda ha sido su mayor lastre para hacerse un hueco en la liga, es su pobre defensa en el uno contra uno. El canario tiene los modos ofensivos del ‘playground’ americano, pero no los defensivos, que pasan por una intensa presión sobre el hombre al que defiendes.
Ése fue desde el principio el principal motivo de reproche de McMillan al juego del español y ésa ha sido también la principal razón de su no consolidación en un equipo poco defensivo como los Knicks, en el que parecía tener un mayor encaje. Sergio no ha conseguido en estos años mejorar suficientemente ese aspecto tan importante.
Ahora, con su contrato de novato finalizando, la puerta de salida parece más abierta que nunca y salvo sorpresas de última hora, no parece que nadie esté por la labor de impedir que la cruce. Si finalmente es así, no pasará nada, no es el fin del mundo. En Europa, probablemente en España, podremos seguir disfrutando de esos momentos espectaculares de baloncesto que ‘el Chacho’ sabe regalarnos, aunque tenga sus defectos.