JORNADA NBA / final nba 2009
Los Lakers de Gasol y Ariza se proclaman campeones de la NBA
Los angelinos ganan en Orlando el quinto partido con buenas actuaciones de los hispanos
Kobe Bryant es nombrado MVP y Phil Jackson es ya el entrenador más laureado de la liga
Los Angeles Lakers se han proclamado por decimoquinta vez campeones de la NBA tras derrotar a Orlando 86-99 en el quinto partido de la serie final, lo que les ha dado la victoria por 4-1. Dos hispanos, Pau Gasol y Trevor Ariza, logran el anillo, Kobe Bryant ha sido designado MVP y Phil Jackson alcanza su décimo entorchado como entrenador.
Bryant (30 puntos) y Odom (17) lideraron la ofensiva de unos Lakers que dominaron el partido con gran comodidad a partir del segundo cuarto, momento en el que su entramado defensivo empezó a funcionar como un reloj. En esa tarea defensiva brillaron sus jugadores hispanos: Gasol defendió espectacularmente a Howard (y acabó con 14 puntos, 15 rebotes, 4 tapones y 3 asistencias) y Ariza hizo lo propio con Turkoglu (y aportó 15 puntos, 5 rebotes y 2 recuperaciones). El alero de origen dominicano volvió a ser decisivo, ya que fue el protagonista en el parcial de 0-16 del segundo cuarto que abrió el marcador a favor de los Lakers.
El trío Phil Jackson-Kobe Bryant-Derek Fisher logra su cuarto título con la elástica Laker, Bryant se hace con el MVP tras promediar 32,4 puntos en los 5 partidos de la final y Phil Jackson se convierte en una leyenda del baloncesto, por si no lo era ya, al pasar a ser el entrenador que más anillos de la NBA atesora -10, uno por cada dedo de sus manos-, superando al mítico Red Auerbach, alma del espíritu Celtic.
Pau Gasol, mientras, se convierte en el primer jugador español en lograr el campeonato de la NBA. Lo hace entre encendidos elogios de toda la prensa especializada estadounidense, lo logra como segundo mejor jugador de los Lakers, un indiscutible puesto que se ha ganado con su magnífica defensa a Dwight Howard, clave en el triunfo, y sus promedios en la final: 18,6 puntos, 9,2 rebotes, 1,8 tapones y 2,2 asistencias, y un 61% en el tiro de campo.
Orlando 86 L.A. Lakers 99 (1-4)
¡Qué dos imágenes tan distintas!. Si hace un año los Lakers, cabizbajos y abatidos, abandonaban la pista del TD Banknorth Garden con la imagen hecha trizas, como un equipo derruido, en ruinas y sin ánimo de sostener la mirada ante los numerosísimos críticos, ahora, anoche, esos mismos Lakers, con la experiencia de la derrota a cuestas, se han proclamado campeones con una capacidad de pegada infinita, mirando a todos a los ojos, reivindicando su calidad, pero también su dureza, demostrando que son los mejores.
Contrasta ver las imágenes del sexto partido ante los Celtics -gestos abatidos, algún que otro sollozo, toallas en la cabeza, comunicación cero- con el quinto ante Orlando, que fue toda una celebración, tal vez no tan salvaje como la de Boston el año pasado -hay que tener en cuenta que estaban en casa ajena-, pero una celebración cargada de emoción a fin de cuentas.
Y eso que los Lakers aguantaron esa celebración hasta casi el final, a pesar de que su dominio en el marcador era cómodo en los últimos minutos. No parpadearon, no quisieron perder la concentración y se contuvieron de forma espectacular, tal y como hubiera preconizado el mejor manual de su entrenador, el Maestro Zen, que anoche pasó a los libros de historia de la NBA por encima de una leyenda llamada Red Auerbach.
La alegría se empezó a atisbar en gestos y miradas, en conexiones sutiles, a 1 minuto y medio de final, tras un tapón en toda regla de Gasol a Lewis en el centro de la zona. Segundos después hubo un tiempo muerto. En ese tiempo muerto, Kobe estaba a punto de estallar. Sentado en el banquillo y con una cámara enfrente, su rostro estaba al borde de la expresión de júbilo. Se contenía para no explotar, pero estaba visiblemente emocionado porque ya era consciente del éxito. Tras muchos años, y ya sin Shaquille O'Neal, retornaba a lo más alto.
Momentos después, ya en cancha, Kobe hacía algunas confidencias al veterano Derek Fisher mientras la expresión de Phil Jackson era la de un Buda feliz. Sereno, en equilibrio.
A falta de 40 segundos para el final, con 84-97 en el marcador, hubo otro tiempo muerto, y ahí sí que se desató ya la euforia. Todo el equipo, en corro, haciendo piña, abrazado. Sonrisas, gritos, felicidad en suma entre cámaras de televisión.
Cuando sonó la bocina final -del partido y del campeonato-, esa piña, ese corro, cobró una autenticidad mayor, porque se desataron las contenciones. Y fue la locura Laker. Bryant y Fisher -los 2 únicos jugadores que quedan de los 3 anillos con Shaq- fundidos en un interminable abrazo al lado de la banda, Bryant abrazando después a Jackson para completar el ritual de la vieja guardia, Gasol y Ariza -los dos hispanos del equipo- igualmente fundidos en un abrazo, segundos después Gasol y Odom juntos, sintiéndose importantes, Jackson felicitando a su cuerpo técnico, Kupchak en la pista viviendo la culminación de un trabajo bien hecho desde los despachos...
Los jugadores, con camisetas y gorras diseñados para la ocasión, lo celebraban en la pista y se subían al podio, con Gasol – con una bandera española sobre los hombros- hablando en segundo término con su entrenador, al estilo de una conversación padre-hijo en la que el padre está orgulloso- y un hierático Abdul-Jabbar observándolo todo mientras el mítico Celtic Bill Russell disfrutaba en la cancha de la fiesta del eterno rival.
Y llegó el trofeo de campeones, que cada uno levantó con profunda emoción. Y llegó el trofeo de MVP, que Bryant elevó al aire en presencia de su mujer y sus hijas, que siguieron toda la ceremonia del triunfo desde la pista, con los jugadores. Los Lakers habían logrado su decimoquinto título. Eran unos justos campeones.
Para ello tenían que ganar un partido más, el quinto para hacese con el cuarto triunfo, y lo hicieron sin contemplaciones, por la vía rápida, sin tener que volver a Los Ángeles para cerrar la serie final.
Lo hicieron porque fueron mucho mejores que los Magic, a pesar de que estos salieran con la lógica motivación para salvar los muebles en casa, algo que se encarnó en un 15-6 inicial que puso en duda la actitud con la que los visitantes afrontaban este partido. Fueron minutos difíciles para los Lakers, que sin embargo se tomaron con calma la situación.
Poco a poco, los angelinos fueron acortando distancias y se metieron en faena, gracias a unos buenos ajustes defensivos, al dominio del rebote y al acierto ofensivo de Bryant. Y alcanzaron el fin del primer cuarto sólo 2 abajo (28-26).
Comenzó el segundo cuarto y quedó claro, una vez más, que Bynum no está para defender a Howard (anoche además el pívot angelino se tiró 11 lanzamientos a canasta en 17 minutos de muy mala manera) y que la segunda unidad de los Lakers, salvo el maravilloso Odom, no está para tirar muchos cohetes. Pero el equipo sobrevivió a ese inicio de cuarto y la vuelta de los titulares obró la transformación.
Esa transformación se modeló en forma de un tremendo 0-16 que llevó el luminoso de un 40-36 a 7:12 del final del cuarto, tras un mate de Gortat, a un 40-52 a 3:07 del descanso. Fisher -5 puntos- y Ariza -7- fueron los máximos artífices de la remontada, basada también en el cambio de asignación defensiva: Gasol se ocupó de Howard mientras Bynum chupaba banquillo y en su lugar jugaba Odom. Lo de Ariza es digno de mención. En el cuarto y el quinto partidos, las victorias se fraguaron en parciales logrados en el tercer y el segundo cuarto. En las dos ocasiones la figura ofensiva clave fue Ariza.
Se presentaron así los Lakers 10 arriba en el descanso (46-56). Con Turkoglu maniatado por Ariza y Howard frenado por Gasol. Con Bryant y Ariza dominando el ataque (15 y 12 puntos) y Gasol los tableros (7 rebotes y 3 tapones). Lee y Alston eran los dos hombres más destacados de los Magic, lo que ya hablaba bien a las claras de los severos problemas que atravesaba el equipo local.
La segunda parte fue toda una exhibición de los Lakers de templanza, saber estar, control del juego y las emociones, de inteligencia en suma. Y una exhibición de Pau Gasol en su pugna con Dwight Howard, empequeñecido por el español que dejó a Howard en 0 puntos en el tercer cuarto y le sacó de la pista por personales -el pívot local cometió su quinta falta, a un paso de la eliminación, a 1:14 de la conclusión del cuarto-.
Especial mención hay que hacer de cómo le sacó Gasol a Howard la tercera y la quinta falta. La tercera la generó en un excelente movimiento defensivo. El español esperó la embestida del estadounidense que, al no tener muy perfeccionados sus movimientos en el poste, basa su estrategia en la simple confrontación corpórea. Un juego muy previsible. Y Howard se llevó por delante a un Pau perfectamente estacionado.
La quinta fue otra demostración del hispano, pero esta vez ofensiva. Se puso a botar a 4 metros de la canasta y tras una exhibición de bote, tempo de juego, movimiento de pies y análisis de su defensor, abordó un uno contra uno fantástico -en bote y en movimiento- que se saldó con la quinta del Hércules local.
Mientras Gasol anulaba a Howard y Ariza amargaba la noche a Turkoglu, Bryant y Odom seguían a lo suyo. Kobe estuvo firme y cabal casi toda la noche y firmó un gran partido; Odom hizo 17 puntos y 10 rebotes partiendo desde el banquillo y en el inicio del tercer cuarto enchufó 2 triples psicológicos. Los Magic se habían puesto a 5 puntos (53-58) cuando Odom anotó 2 triples consecutivos desde la misma esquina que hicieron mucho daño a los de Van Gundy (53-64).
A partir del final del tercer cuarto, y durante todo el cuarto, la ventaja de los Lakers se estabilizó entre los 12 y los 18 puntos. Orlando nunca dio una imagen sólida de poder remontar la situación, y ya desde el final del tercer período los rostros de sus jugadores delataban la asunción de la derrota. Eran caras de circunstancias.
Así se llegó a un final cómodo y feliz para los Lakers, que aún así nunca bajaron la guardia. Esa extrema concentración les llevó a guardarse las emociones hasta bien entrado el final del partido para explotar de forma definitiva a la conclusión. Los Lakers vuelven a reinar en la NBA y con ellos dos jugadores hispanos que han resultado claves en el éxito: Pau Gasol y Trevor Ariza.
ORLANDO: Alston (12), Lee (12), Turkoglu (12), Lewis (18), Howard (11) -cinco inicial- Redick (8), Nelson (5), Pietrus (4), Gortat (4) y Battie. |
L.A. LAKERS: Fisher (13), Bryant (30), Ariza (15), Gasol (14), Bynum (6) -cinco inicial- Odom (17), Farmar (2), Walton (2) y Vujacic. |
Parciales: 28-26, 18-30, 15-20 y 25-23 |
Otros datos:
- Orlando: Lewis 10 reb y 4 as (6 de 19 tc); Turkoglu 8 tc intentados; Howard 10 reb y 3 tp.
- L.A.Lakers: Bryant 6 reb, 5 as y 4 tp (8 de 8 tl); Odom 10 reb (3 de 3 t3); Gasol 15 reb y 4 tp; Bynum 3 de 11 tc en 17 min.
- Phil Jackson logra su décimo anillo (6 con Bulls y 4 con Lakers) y se convierte en el entrenador con más títulos.
- Kobe Bryant alcanza el MVP tras promediar 32,4 puntos en la final, la cuarta mejor puntuación de la historia.
- Pau Gasol se convierte en el primer jugador español en ganar la NBA.
- Los Lakers dominaron el rebote (36 Orlando por 47 los visitantes) al cerrar muy bien su tablero (34-6).
- Los angelinos colocaron 8 tapones, todos a través de sus dos estrellas: Gasol y Bryant, 4 cada uno.
- Bryant, Gasol y Ariza superaron los 40 minutos de juego (43, 42 y 41).
- Ambos equipos anotaron 8 triples, pero los Magic hicieron 27 intentos por 16 de los Lakers.
- Bryant, Gasol y Odom sumaron 61 puntos; Howard, Lewis y Turkoglu, 41.