JORNADA NBA / Playoffs 2008 - Final NBA
Paul Pierce adelanta en la final a los Celtics con una gran actuación dentro y fuera de la cancha
El 'Big Three' de Boston anota 65 puntos y se impone al de los Lakers, en un discreto partido de Bryant
Los angelinos se atascan en el último cuarto en ataque ante la presión defensiva y ambiental de su rival
Los Boston Celtics han golpeado primero al adelantarse en la serie final de la NBA tras ganar por 98-88 a los Lakers en un partido que no ha decepcionado y que ha resultado un cóctel lleno de ingredientes. El ‘Big Three’ bostoniano se impuso al angelino en un encuentro que no estuvo exento de pasión y dramatismo.
Y dentro de ese trío estelar de los locales, un hombre sobresalió de modo indudable tanto por lo que hizo dentro de la cancha como por lo que hizo fuera de ella. El californiano Paul Pierce derrotó al equipo de su tierra, al conjunto en el que, cuando era pequeño, soñó jugar. Lo hizo primero por la vía psicológica y después por la vía ejecutiva, como un frío ‘killer’ programado para matar sin ningún tipo de arrepentimiento. En esa doble vertiente ‘criminal’ –triple si se cuenta la magnífica labor defensiva que hizo sobre Bryant- merece una mención especial el trabajo psicológico de Pierce, ya que fue, en realidad, el que otorgó el partido a los suyos.
El alero de los Celtics había completado una desastrosa primera parte al acabar con 3 puntos en su haber a partir de tan solo 4 tiros a canasta. Sin embargo, su arranque de tercer cuarto no pudo ser más prometedor. En un abrir y cerrar de ojos Pierce anotó 8 puntos consecutivos –incluído un triple inverosímil acompañado con un tiro adicional- y puso a los suyos por delante en un marcador que dominaban los Lakers. Hasta ahí lo deportivo. Pero entonces llegó la jugada.
30 segundos cargados de dramatismo
Restaban 6:48 para concluir el tercer período cuando una desgraciada jugada acabó con Pierce retorciéndose de dolor en el suelo. Sus compañeros, el cuerpo médico de Boston, los aficionados, todos temieron lo peor. Un silencio demoledor invadió el TD Banknorth Garden. El jugador se echaba mano a una de sus rodillas; la final estaba en peligro. No pudo ni siquiera levantarse por su propio pie, y sus compañeros Brian Scalabrine y Tony Allen le tuvieron que llevar en brazos hasta el vestuario. Fue el único momento del partido en el que Scalabrine y Allen saltaron a la cancha.
Todo parecía perdido. Más aún cuando apenas 30 segundos después el pívot local Kendrick Perkins cometía su 4 falta personal y, lo que es peor, se retiraba cojeando a los vestuarios tras caerle sobre la pierna otro jugador. Los locales perdían 58-62 ante unos Lakers enchufados al partido y se quedaban de un plumazo sin dos de sus titulares. La suerte parecía estar echada.
Pero todo cambió cuando en un tiempo récord, ni 2 minutos después, Pierce regresaba a la cancha por su propio pie bajo los acordes de la música de Rocky. Puro ‘star system’, exclusivo perfil de showman americano. Faltaba 5:30 para concluir el cuarto. Y el nuevo Garden enloqueció con una carga decibélica inimaginable. La locura se desató en la grada y se transmitió de inmediato a la pista. Ahí comenzó a perder el partido el equipo de los hispanos Pau Gasol y Trevor Ariza.
Porque el regreso de Pierce al partido trajo consigo desgraciadas consecuencias para unos Lakers que no supieron aprovechar ese momento aciago en el que los de Massachusetts se quedaron sin Pierce y sin Perkins. Sus ausencias fueron saldadas con un parcial favorable a los locales de 4-0. Volvió Pierce con empate a 62 y empezó su particular espectáculo. El jugador ‘resucitado’ hizo piña con sus dos compañeros de ‘Big Three’ –Kevin Garnett y Ray Allen- y con un parcial de 10-2 adelantaron por 4 a los suyos, pero Bryant resurgió por un momento de su mala noche y equilibrió la contienda. Pero he aquí que Pierce enchufó entonces dos magníficos triples consecutivos, lanzados desde el mismo lugar de la cancha, y el partido concluyó en el tercer cuarto con 77-73 gracias a los 15 puntos logrados por el héroe local en ese tercer cuarto, un período que fue un regalo para los ojos, un tiempo para enmarcar por su intensidad, pasión y dramatismo.
No sabremos nunca, o tal vez lo sepamos el próximo domingo, cuánto hubo de superación personal y heroicidad y cuánto de simulación en pro de la arenga colectiva en el gesto de Pierce. Lo cierto es que su regreso constituyó un arma de destrucción masiva para los Lakers.
Los Celtics culminan su trabajo
Ese minucioso trabajo psicológico de los locales culminó en los últimos 12 minutos con una fantástica labor física, puramente ejecutiva. Una tarea que partió de la defensa. Los locales endurecieron su entramado defensivo y el ataque angelino se atascó sobremanera en el último período, debido en gran parte a sus malas decisiones individuales, unas decisiones que impidieron una correcta circulación de balón. El efecto fue demoledor, pues los de Phil Jackson anotaron sólo 15 puntos en los últimos 12 minutos.
Pierce proseguía con su guión maravillosamente trazado. Y cada vez que era sustituido se ponía a hacer bicicleta estática al borde de la pista. Porque sí, los Celtics, para mitigar los estragos de su ‘lesión’ de rodilla, le habían sacado una bicicleta estática a la banda para que se ejercitase cuando permaneciera en el banquillo.
Sería injusto, sin duda, olvidarse de algunos de sus compañeros, que resultaron capitales en el triunfo. Garnett, por ejemplo, fue un jugador imparable en los dos primeros cuartos, un elemento previsible en el tercer y cuarto cuartos y un factor clave en la resolución del choque, incluida una canasta decisiva propia de las grandes fotografías de la historia de la NBA. Un mate en rebote ofensivo tremendo tras un fallo de concentración de Gasol. Una canasta impresionante que puso a los suyos 8 arriba (94-86) a 1:32 del final del partido. Fue la puntilla.
Pierce (22 puntos en 31 minutos con excelsos porcentajes), Garnett (24 puntos y 13 rebotes, eso sí, con 9 de 22 en el tiro) y Ray Allen (19 puntos, 8 rebotes y 5 asistencias) no fallaron. Entre los 3 sumaron 65 de los 98 puntos de su equipo.
Su producción ofensiva superó a la del ‘Big Three’ californiano, donde Bryant (24 puntos y 6 asistencias con un horrible 9 de 26 en el tiro), Gasol (15 puntos, 8 rebotes y 4 asistencias en 41 minutos) y Odom (14 puntos y 6 rebotes) se fueron hasta los 53 puntos. En esos 12 puntos de diferencia entre un trío y otro estuvo la ventaja local en el marcador. Pero hubo otras claves.
Claves individuales y claves colectivas
Ambos conjuntos siguieron esquemas ofensivos muy semejantes. El peso en ataque recayó en los dos tríos estelares y fue completado por los dos bases titulares, que protagonizaron buenos partidos. Fisher, especialmente acertado en el primer tiempo –como Gasol-, terminó con 15 puntos, 6 asistencias, 4 rebotes y 3 robos y Rondo con 15 tantos, 7 asistencias y 5 rebotes. Destacable, sin duda, fue el rendimiento del joven armador de los Celtics, que no se dejó amilanar por el ambiente.
Otra llave que abrió la puerta a la victoria local fue la aportación de las suplencias de ambos equipos. En los Celtics la segunda unidad rindió por encima de lo que había mostrado en sus últimos compromisos. Aquí brillaron dos hombres cargados de experiencia y saber baloncestístico: Sam Cassell (8 puntos en 13 minutos con un inicio de segundo cuarto de exquisita calidad) y P.J.Brown, que tuvo que jugar 21 minutos debido a la lesión de Perkins, un hombre que no hizo tantas alharacas como Pierce a la hora de lesionarse, pero que ya no pudo volver a la cancha debido a su dolencia. En su lugar, Brown se fajó muy bien en defensa, siempre fue un gran defensor, reboteó con solvencia y con él en cancha su equipo logró un +10 en el luminoso, lo que dice mucho a favor de su entrega en pos del bien colectivo.
Mientras, la segunda unidad de los Lakers decepcionó. Vujacic, que jugó 26 minutos, y Turiaf, que disputó muy pocos minutos, aguantaron el tirón, pero Farmar y Walton no aportaron nada.
El hispano Trevor Ariza no jugó, a pesar de que se apuntaba que podía permanecer más minutos de los habituales en cancha para ayudar en la defensa de Pierce. Pero ese extremo nunca llegó a hacerse realidad.
En el terreno colectivo, los Lakers perdieron el partido en los tableros (46 rebotes locales por 33 visitantes), pero la clave principal fue su bajón ofensivo en la segunda parte, que se aprecia, sobre todo, en el contraste entre el segundo cuarto – cuando los de Jackson impusieron su estilo de juego- (30 puntos) y el cuarto (15) –momento en el que los Celtics impusieron su modo de más físico de entender el baloncesto-.
Durante los dos primeros cuartos el equipo californiano impuso su estilo en la cancha. Buen movimiento de balón, 51 puntos al descanso, 14 asistencias, excelente control de las posesiones, gran selección de tiro y mejor ejecución. Fisher y Gasol –13 y 12 puntos- tiraban del carro, apoyados por Bryant y Odom. Pierce estaba siendo defendido de maravilla y el brillo de Garnett era el brillo de un jugador aislado, ayudado tan solo por Rajon Rondo. El ‘Big Three’ local estaba desmembrado.
Llegó el descanso y todas esas directrices de juego se invirtieron. En lugar de 51 puntos, los angelinos sólo lograron en los dos últimos cuartos 37, ahogados por la defensa planteada por Doc Rivers, que incidía en cerrar la distribución de juego de los Lakers desde el poste (Gasol había dado 4 asistencias en la primera mitad) y plantear un buen número de ayudas para detener a Bryant.
Los números se trastocaron sobremanera. Los Celtics pasaron de anotar 1 de 9 en triples a lograr 5 de 10 y los Lakers hicieron el viaje contrario, pasando de 2 de 5 en la primera parte a 1 de 9 en la segunda para acabar con un lamentable 3 de 14. El porcentaje de tiro de campo de los californianos bajó del 50% al 41,6%. Todo ello por una sencilla razón: la circulación del balón quedó estrangulada, no hubo fluidez en ataque ni pases extras. Un dato lo dice todo: 14 asistencias en los dos primeros actos y 7 en los dos siguientes.
Un partido muy igualado
A pesar de la derrota, los Lakers dieron la impresión de estar preparados para ganar en el Garden. El encuentro fue tremendamente igualado. Ninguno de los dos equipos se marchó de más de 10 puntos en el marcador, hubo 12 empates y 13 cambios de liderazgo en el electrónico. El resultado, por lo tanto, es un pelín engañoso.
Lo que está claro es que Boston es un equipo muy sólido en su terreno, pero que genera dudas en su rendimiento como visitante. Por eso tiene que echar el resto en sus partidos en el Garden. Y anoche lo hizo.
Testigo de ello fueron los espectadores que llenaron el pabellón, los que lo siguieron por televisión o radio (previsiblemente se debieron disparar las audiencias) y medio mundo, ya que 205 países retransmitieron el encuentro, una cifra que contrasta con los 28 que pudieron ver por televisión en 1987 la última final entre Lakers y Celtics. Y es que dos décadas es mucho tiempo. Si no que se lo digan a David Stern.
BOSTON: Rondo (15), Allen (19), Pierce (22), Garnett (24), Perkins (1) –cinco inicial-, Posey (3), Brown (2), Cassell (8) y Powe (4). |
L.A.LAKERS: Fisher (15), Bryant (24), Radmanovic (5), Odom (14), Gasol (15) –cinco inicial-, Vujacic (8), Walton, Turiaf (5) y Farmar (2). |
Parciales: 23-21, 23-30, 31-22 y 21-15. |