JORNADA NBA / Playoffs 2008 - Semifinales Oeste
Boozer retoma su papel estelar y da el primer triunfo a unos Jazz que hacen valer el factor cancha
Los Lakers, liderados por Bryant, no dan su brazo a torcer hasta el final
La intensidad de Utah y cierta permisividad arbitral, factores claves del partido
Los Utah Jazz, liderados por un inconmensurable Carlos Boozer, dejaron anoche una cosa muy clara. Una cosa es la vida más allá de su pabellón, donde son bastante vulnerables, y otra, la vida en su feudo de Salt Lake City, donde ellos ponen las leyes y son casi invencibles.
Anoche el Doctor Jekyll volvió a transformarse en Mr. Hyde nada más contemplar la atmósfera vibrante que se respiraba en el EnergySolutions Arena. Y los de Sloan, disfrazados de la bestia, se impusieron a los Lakers (104-99) para acortar distancias en la eliminatoria que los enfrenta (2-1).
Está claro que Salt Lake City es otro mundo. La capital de Utah es territorio mormón en estado puro. Tranquilidad, sosiego, tedio... pero no así el pabellón de los Jazz, que es una especie de terapia grupal, una suerte de diván de proporciones gigantescas en las que cada aficionado mormón, y los que no los son, expresa todos sus sentimientos, todas sus ilusiones, todos sus miedos. Y el resultado es una olla a presión de la que resulta muy difícil escapar.
Algo así sucedió en este tercer choque. La intensidad defensiva de los Jazz no tuvo nada que ver con la mostrada en California en los dos primeros partidos. Esa agresividad, a veces desatada pero nunca completamente incontrolada, hizo que los Lakers no alcanzaran los 100 puntos por primera vez en los playoffs de este año. Se quedaron a las puertas (99 tantos), lo suficiente para perder su primer partido de post-temporada.
Sin embargo, en la victoria de Utah hay otra lectura no tan positiva para los locales. Esa lectura nos lleva a reflexionar sobre el poderío angelino. Para una noche en la que los Jazz brindaron un gran partido en ataque y en defensa y los Lakers anduvieron algo perdidos, el resultado final debería inquietar a los locales, ya que esa aparente superioridad no llegó a trasladarse de manera sólida al luminoso.
Los jugadores de Phil Jackson se agarraron al partido hasta el final y sólo perdieron por 5 puntos a pesar de extraviar 18 balones, ofrecer la ridícula cifra de 14 asistencias, una cifra aún más ridícula si tenemos en cuenta el gusto de los Lakers por la buena circulación del balón, y anotar 5 de 23 triples, con 0 de 6 de Kobe Bryant.
Carlos Boozer, un monstruo
El triunfo logrado en el tercer encuentro de la serie por los Jazz constituyó una reivindicación magistral de uno de los bastiones de su juego: Carlos Boozer. El jugador de Alaska había protagonizado un discreto inicio de eliminatoria, pero anoche superó los puntos que había anotado en la suma de los dos primeros choques. Y resultó decisivo a todos los niveles.
Boozer acabó con 27 puntos y 20 rebotes (todo su equipo se hizo con 35 rebotes), un doble veinte que en la historia de los Jazz en playoffs sólo había logrado otro jugador, el gran Karl Malone, que lo consiguió tres veces y las tres con un treinta-veinte (30 o más puntos y 20 o más rebotes). La última vez que Malone logró tal proeza fue en 1997, precisamente ante los Lakers.
Por ello hay que situar la actuación de Boozer en su sitio, alabarla en su justa medida, que no es otra que el haber logrado estar a la altura de los más grandes, ya que no solo hizo unos números portentosos, sino que fue el hombre que decidió en el último cuarto el partido.
El ala-pívot, formado en la prestigiosa universidad de Duke, aportó 11 puntos y 7 rebotes en el último cuarto, 11 puntos que logró en los últimos 7 minutos, y cuando su equipo vivía los momentos más delicados.
Momento crucial
El momento crucial del encuentro se vivió a partir de una jugada memorable de Kobe Bryant. Restaban 5 minutos para el final cuando Kobe, a unos 3 metros de la canasta, se jugó un uno contra dos en el que se vio imposibilitado para anotar, por lo que resolvió lanzar contra el tablero y atrapar el rebote al vuelo para machacar el aro mormón. Esta jugada, plena de chispa y genialidad, levantó a los suyos, que, por momentos, tuvieron la esperanza de remontar un partido en el que siempre fueron a remolque.
Lo pensaron porque tras la jugada de Bryant llegaron tres trabajos defensivos angelinos de pura orfebrería. Tres ataques de Utah y otros tantos robos de balón de los de Phil Jackson -2 de Fisher y 1 de Walton-. Un espectacular catálogo defensivo que llevó a los visitantes a acercarse a 3 puntos (95-92 a 3:22 del final). La sombra del 3-0 empezó a planear en el EnergySolutions Arena, pero poco.
Planeó poco porque de inmediato surgió la cada vez más grande figura de Boozer, que en esos momentos de ligera zozobra anotó 6 puntos consecutivos -2 de ellos con la bocina de la posesión a punto de sonar- para dejar el partido en un cómodo 101-92 a 1:57 de la conclusión y limar las ilusiones californianas.
Sin embargo, el equipo de Kobe Bryant y Pau Gasol, que no tuvo su mejor noche, demostró una entereza elogiable y no se fue del encuentro. Los angelinos anotaron un 2-7 con canastas de Gasol, Walton y Bryant, y volvieron a situarse a la estela de los locales (103-99), pero sólo quedaban 41 segundos. Y Utah aguantó bien el tirón ante el delirio de su excitada afición.
Utah dominó el tempo del partido
El tempo del partido fue del base Deron Williams (18 puntos y 12 asistencias) y sus Jazz, que siempre dominaron el partido gracias a su tremenda agresividad e intensidad, que en algunos momentos rayó la ilegalidad. Pero el trío arbitral, encabezado por el veteranísimo Dick Bavetta, estuvo más que permisivo con algunas ayudas defensivas de los locales, muy dados a los manotazos que no siempre fueron sancionados.
A pesar de ello, no hay que menospreciar el gran papel defensivo desempeñado por los de Sloan, que amargaron la noche a Gasol (12 puntos, 6 rebotes, 2 tapones y 5 pérdidas de balón) y que prácticamente no dejaron tirar a canasta a Odom (13 puntos y 12 rebotes, pero sólo hizo 3 lanzamientos de campo en todo el partido, anotando los 3).
Si a ello sumamos la gris actuación de Vujacic, que venía haciendo unos grandes playoffs, y la desastrosa actuación de Farmar, que está demostrando en la post-temporada una preocupante falta de madurez, nos encontramos con unos Lakers maniatados en ataque, tal y como demuestran las 14 asistencias que dieron en los 48 minutos de juego (7 de ellas de Bryant).
Kobe tardó bastante en entrar en el partido, ya que su primera canasta en juego llegó cuando ya se habían disputado 16 minutos, pero luego regresó a su universo fantástico (34 puntos, 6 rebotes y 7 asistencias), aunque estuvo demasiado solo. Y es que sus mejores escuderos fueron, por momentos, Fisher y Walton.
Ese tempo del partido del que hablábamos se reflejó en los tiros a canasta. Utah se quedó muy lejos del centenar de intentos que produjo en cada uno de los dos primeros partidos, y que no le sirvió de nada. Anoche lanzaron 78 veces a canasta, pero mejoraron notablemente su efectividad -anotaron justo la mitad-. Y ese cambio de paradigma surtió efecto.
Okur y Harpring
En el equipo ganador, Okur y Harpring brillaron. El primero acabó con 22 puntos y 7 rebotes, e hizo mucho daño desde el perímetro al anotar 4 triples de 7 intentos. El segundo anotó 12 puntos en los 18 minutos que jugó, a la par que luchaba por defender acertadamente a Bryant. Su actuación fue mucho más que meritoria.
Estos dos jugadores apoyaron de forma muy eficiente, junto a la labor más callada de otros compañeros, a Boozer y Williams, que dio un monumental susto a los suyos en el segundo cuarto cuando en una entrada a canasta, tras un tapón de Turiaf, se quedó tendido en el suelo. Finalmente, todo quedó en un susto, pero cuando el base era sustituido se podía apreciar cómo los servicios médicos mimaban su mano derecha, en la que se llevó el golpe.
Lo cierto, es que Sloan logró que los suyos alcanzaran anoche las exigencias propias de un playoff: más intensidad, más pasión, más trabajo. "Competimos muy duro, mucho mejor que lo hicimos allí", aseguró el técnico de los Jazz al final del enfrentamiento, un enfrentamiento cargado de emotividad para un jugador: Derek Fisher.
Justo hace un año, Fisher vivió una jornada que nunca olvidará. Estuvo en Nueva York mientras operaban a su hija, que padece un tumor cancerígeno en un ojo, y tras ello tomó un avión y se atravesó Estados Unidos para llegar a Salt Lake City en pleno partido de playoff entre Utah y Golden State Warriors. Se incorporó al encuentro cuando éste estaba muy avanzado y tuvo una actuación decisiva en la prórroga. Un año después volvía a la capital mormona, pero lo hacía vestido de Laker.
UTAH: Williams (18), Brewer (6), Kirilenko (12), Boozer (27), Okur (22) –cinco inicial- Korver (5), Harpring (12), Millsap (2) y Price. |
L.A. LAKERS: Fisher (13), Bryant (34), Radmanovic (8), Odom (13), Gasol (12) –cinco inicial- Walton (11), Farmar, Turiaf (8) y Vujacic. |
Parciales: 23-23, 29-20, 27-29 y 25-27. |