MUNDO HISPANO

Alfonso Cueto: jugador, empresario y vividor

El basquetbolista cubano fue el primer hispano en jugar en una liga profesional, la ABA

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Corría el año 1969. El hombre acababa de pisar la Luna y un jugador nacido en Cuba estaba a punto de alcanzar un hito sin precedentes en el mundo hispano.

Aquel año, Alfonso Cueto fue elegido por los Seattle Supersonics en la décima ronda del draft de la NBA tras su paso por la Universidad de Tulsa. Se trataba de una discreta posición que no hacía presagiar grandes cosas. A pesar de ello, Seattle quiso hacerse con sus servicios y Denver hizo lo propio, pero el destino, o más bien su mujer disfrazada de destino con el apoyo de unos amigos, convenció a Al para que no recalara en la NBA y buscara su futuro en la ABA, una liga que por entonces estaba en plena fase ascendente que acabaría en sus años 70 efervescentes y dorados, liderados por Julius Irving.

El caso es que el bueno de Al Cueto acabó en los Floridians de Miami porque, al fin y al cabo, ¿qué se le habría perdido a su mujer en sitios inhóspitos como Seattle o Denver?.

El jugador cubano llegó a Miami con pocas expectativas. Prueba de ello fue el lapidario vaticinio del periódico local, el poderoso Miami Herald, que afirmó, sin rubor, que sería uno de los primeros jugadores cortados. Pero el Herald erró de lleno.

Cargado de ilusión y capacidad de trabajo, amén de un poderoso físico (2,08 de estatura y 104 kilos de peso), Cueto se hizo un hueco en la plantilla y obró el milagro: jugar en la ABA, rodeado de 'la creme de la creme' de los baloncestistas norteamericanos.

"Estuve en el lugar perfecto y en el momento adecuado", rememoró la leyenda isleña en una entrevista concedida a la Agencia Efe mucho más tarde. Lo estuvo, cierto es, pero otros ni siquiera pudieron llegar a tener esa oportunidad en una época en la que llegar al lugar perfecto era prácticamente imposible para un hispano, y más si había nacido fuera de Estados Unidos.

Cueto no sólo se quedó en Miami, sino que consiguió continuar más tarde su carrera en los Memphis Sounds, completando 149 encuentros en los que promedió 5.3 puntos, 4.9 rebotes y 1 asistencia en 15 minutos de juego. Incluso llegó a disputar cuatro partidos de play-offs. Todo ello hizo que pudiera firmar un contrato de 35.000 dólares, lejos de las estrellas, pero una 'pasta' para la época.

A pesar de ello, en pleno apogeo, cuando le llegaban ofertas de Estados Unidos y Europa, se volvió a cruzar en su camino un personaje vital en su trayectoria: su mujer. Ésta, con una clarividencia fuera de lo normal, le espetó a su marido: "Mira, tú eres bueno en el básquetbol, pero no tan bueno como para ser una estrella". Y concluyó: "Es hora de hacer negocios e irnos a Miami". Estaba claro que a su mujer le gustaba el clima de Florida.

El adiós a Memphis y al baloncesto le sentó bien a Cueto. Empezó una espectacular carrera en el mundo de los negocios que le llevó, en principio, a trabajar durante una década para la compañía Procter & Gamble y más tarde para Bacardi, empresa de la que fue gerente nacional en Estados Unidos. Su buena situación económica le dio para adquirir una distribuidora de cerveza, que más tarde vendió, lo que le permitió retirarse de los negocios a la modélica edad de 51 años.

Según sus palabras, tras la venta del negocio consiguió suficientes dividendos para retirarse a "vivir la vida loca", unas palabras que en boca de un cubano son como para echarse a temblar.

Alfonso Ángel Cueto había nacido en La Habana un 2 de agosto de 1946 y se había trasladado a Estados Unidos con su familia tras la revolución cubana. Ello no fue óbice para que hace algunos años fuera incluido en el Salón de la Fama del deporte cubano con todos los honores.