De la cita venía hablándose durante semanas y la cita como tal no decepcionó. Spurs metió en el Alomodome a 68.323 espectadores, en lo que constituye un récord de asistencia a un partido oficial de la NBA, pero no fue ese el único récord de la noche.
El otro récord, más modesto, no pasará a la historia, pero le sirvió a Warriors para apabullar a unos Spurs sin armas de ningún tipo para ser competitivos. Ese récord fue de anotación: Warriors metió 144 puntos, la que es su mejor marca de la temporada. Con ella venció por un contundente 113-144, para así alejarse momentáneamente del vía crucis que está suponiendo para el equipo californiano jugar fuera de casa en la presente campaña.
Récord de largo para Spurs, porque el mejor registro de asistencia a una cancha en un partido oficial de la NBA estaba en 62.046 espectadores, conseguido el 27 de marzo de 1998 por los Hawks en la visita por entonces a Atlanta de los Bulls de Michael Jordan.
Todos entendieron y sintieron la noche como una noche especial, porque no todos los días, obviamente, se juega ante casi 70.000 personas, pero lo cierto es que esas sensaciones especiales, esa vibración poco común procedente de la grada, no fue capaz de insuflar a San Antonio un espíritu distinto al que conserva esta temporada, que no es otro que un conformismo derrotista procedente de la escasez de miras de la actual plantilla, un espíritu que se refleja en la tabla clasificatoria en un 13-30.
El partido tuvo poca historia. Defendiendo como defendió San Antonio no se puede llegar muy lejos, y eso es lo único que se le puede pedir, defender, a un equipo con las limitaciones que sufre en ataque San Antonio. Recibir 114 puntos en los 3 primeros cuarto no es de recibo. Y eso pasó en el Alamodome.
El escenario pedía una heroica especial que nunca llegó. No olvidemos que el Alamodome fue la sede del primer título de la NBA conseguido por San Antonio Spurs allá por 1999, en lo que fue el principio del todo, el inicio de la era gloriosa de Gregg Popovich y RC Buford, con David Robinson todavía en las filas texanas.
La noche tuvo un poco de todo. Vídeo de homenaje para el técnico de Warriors, Steve Kerr, por su pasado en los Spurs, imágenes pretéritas de Spurs en el Alamodome proyectándose por los videomarcadores y una atmósfera de disfrute generalizado para muchas personas que normalmente no pueden ver partidos de la NBA y mucho menos acudir al AT & T Center cuando juegan los Warriors. Todo en un marco especial como es la celebración de los 50 años de vida de la franquicia.
Ciñéndonos al juego, no hubo partido más allá del primer cuarto protocolario. A partir del segundo la diferencia de calidad entre uno y otro equipo empezó a mostrarse en el marcador. Se llegó al descanso con un claro 60-74, con una gran primera parte de Donte DiVincenzo, y culminó el tercer acto con un contundente 89-114. La emoción en la grada no se tradujo nunca a emoción en la pista.
Warriors venció 113-144 anotando un 54% de sus 101 tiros de campo, dominando el rebote y teniendo a 8 jugadores (4 titulares y 4 suplentes) en dobles dígitos anotadores.
Jordan Poole (25 puntos y 6 asistencias) y el citado DiVincenzo (22 puntos, 7 rebotes y 5 pases de canasta) fueron los mejores anotadores visitantes a pesar de partir como suplentes. Andrew Wiggins y Klay Thompson anotaron 16 puntos, Stephen Curry hizo 15, jugando 23 minutos cada uno de los Splash Brothers, y Kevon Looney añadió un doble-doble estando solo 21 minutos en la cancha.
Golden State consigue su cuarta victoria como visitante (4-16 en su mal registro) y equilibra su temporada con un 21-21.
En Spurs, 21 puntos de Tre Jones, 17 de Keldon Johnson y 14 de Doug McDermott en una noche que empezó siendo muy especial para el equipo texano y que terminó siendo un duro recordatorio de dónde está ahora mismo instalada la escuadra de Popovich.