Mano de santo para los Nets el debut con el equipo de Seth Curry y Andre Drummond, procedentes de Sixers. El primero le dio ofensiva al equipo siendo su máximo anotador y el segundo le dotó de una mínima seriedad en su juego interior.
Brooklyn rompió su horrible racha negativa que se extendía a 11 derrotas seguidas. Lo consiguió al ganar 109-85 a unos paupérrimos Kings. Lo logró sin su big three en juego: sin Kevin Durant (lesionado), sin Kyrie Irving (no vacunado) y sin Ben Simmons (no incorporado al juego).
La diferencia la marcó la segunda parte: 54-37. Ataque atascado hasta límites insospechados de Sacramento, con De'Aaron Fox abandonado a su suerte solitaria en el ataque, y buen trabajo atrás de unos Nets que tuvieron varios nombres propios.
El primero, Curry. Por la novedad, por su rápida adaptación a su nuevo equipo y por su gatillo fácil y preciso que le llevó a meter 23 puntos, que acompañó con 7 rebotes y 5 asistencias.
El segundo, por no decir el primero también, un enorme Bruce Brown. Chico para todo, hombre-orquesta, facilidad para hacer un poco de todo y hacerlo bien: 19 puntos, 6 rebotes, 6 asistencias, 5 robos y 3 tapones. O como convertirse en un ser omnipresente en los dos lados de la cancha.
Muy productivo LaMarcus Aldridge (19 puntos y 8 rebotes en 19 minutos) y otra vez cooperador necesario en la ofensiva Cam Thomas (14 tantos). Ambos partiendo desde el banquillo.
Andre Drummond sumó en su estreno 11 puntos, 9 rebotes y 4 pases de canasta. Veremos cómo le va a Drummond, alma itinerante en la NBA en los últimos tiempos, en un equipo que va quemando a sus interiores a la velocidad del rayo.
Sacramento ofreció una muy mala imagen, con un triste 34,4% en el tiro de campo y bastantes más pérdidas de balón, 18, que asistencias, solo 12.
Fox anotó 26 puntos y solo otros dos jugadores, Davion Mitchell y el recién llegado Donte DiVincenzo, llegaron a duras penas a la decena. Grises las actuaciones de Domantas Sabonis y Harrison Barnes, muy grises.
Sacramento Kings es una franquicia que va a la deriva al capricho de lo que sus despachos inventan, que casi siempre suele ser pernicioso para el equipo e incomprensible para cualquier observador mínimamente razonable. El equipo californiano lleva muchos años sin rumbo, y no parece que lo vaya a enderezar a estas alturas.