"Yo jugué en Serbia, hermano". Con esas palabras Nikola Jokic resumía después del partido lo mucho que le había afectado la presión ejercida por los aficionados de Miami Heat, que le abuchearon cada vez que tenía la bola. Escoltado por sus hermanos, Nikola reinó en Miami en su regreso al juego.
Llevaba el serbio 4 partidos sin jugar por culpa de una lesión de muñeca y fue a reaparecer justo en Miami, el lugar de Estados Unidos donde hoy es menos bienvenido. Poco le importó. Escoltado por sus hermanos, estratégicamente ubicados detrás del banquillo de los Nuggets, Jokic le sacó a los 23 segundos de juego una falta desde el triple a P.J. Tucker y sin inmutarse por los abucheos anotó los 3 tiros libres. Fue un anticipo de lo que habría de suceder durante el partido: dominio incontestable de Denver bajo la batuta del vigente MVP de la NBA.
Todo el morbo recaía sobre el partido y sobre Jokic (con Markieff Morris vestido de calle en la banca contraria). El 8 de noviembre estos dos equipos nos dejaron un pique especial dentro y fuera de la pista. Fueron expulsados Jokic y Morris, que desde el empujón del serbio no ha jugado un solo partido por la lesión que sufre en el cuello. Han pasado 3 semanas y 11 encuentros y Morris sigue en el dique seco. Después vino la pelea en las redes sociales: Marcus Morris salió a la palestra en defensa de su hermano y contestaron los hermanos de Jokic creando una cuenta ex profeso para ello. Todo muy vistoso, todo muy poco edificante.
Con este caldo de cultivo llegaba el partido, y no fue para tanto. La afición de Miami no es la hinchada de un equipo griego de los 80 o los 90. Hubo abucheos, sí, pero esa pequeña tensión no se trasladó a la pista. Dijo Heat que en las gradas había 19.600 espectadores, pero la verdad es que a simple vista parecían bastantes menos. Y el calor que desprendían las gradas no podía impresionar demasiado a un jugador venido de los Balcanes.
El partido, por lo demás, tuvo un solo dominador, los Nuggets, que vieron cómo regresaban de sus lesiones muy bien engrasados Jokic (24 puntos, 15 rebotes y 7 asistencias) y el novato Bones Hyland (19 puntos en 21 minutos con gran acierto desde el triple). Ellos dos más Aaron Gordon (20 puntos y 5 pases de canasta) lideraron un triunfo cómodo que fue más allá de un marcador (111-120) que resulta un tanto engañoso.
A Miami le pesaron en demasía las bajas de dos jugadores esenciales para el equipo, Jimmy Butler y Tyler Herro. Esa doble ausencia hizo más llevadera a Denver su pesada enfermería, una enfermería en la que están Jamal Murray, Michael Porter Jr., P.J. Dozier y JaMychal Green.
Está claro que Denver es otro equipo cuando Jokic está en pista. El serbio le da sentido al juego en cuanto el balón pasa por sus manos. Venía de perder el equipo de Malone 6 partidos seguidos, 4 sin Jokic en juego. Nada que ver con lo visto hoy. Denver movió muy bien la bola, buscó siempre las mejores posiciones de tiro y se impuso a unos Heat que hicieron un mal partido en el plano defensivo.
Espectacular la ofensiva visitante, con un 58,1% de acierto en el tiro de campo y con 18 triples anotados con una efectividad superior al 50%.
El argentino Facundo Campazzo jugó 24 minutos en los que hizo 10 puntos y 5 asistencias, con 4 de 7 en el tiro de campo y con 2 triples anotados. Se le ve cada día mejor en lo físico y en lo anímico. Solo hay que ver con qué intensidad está defendiendo.
Miami tuvo como mejor hombre a Bam Adebayo, que anotó 20 puntos tras el descanso para acabar con 24, a los que añadió 13 rebotes y 6 asistencias. El otro gran jugador fue Kyle Lowry, con 17 puntos y 14 asistencias.
Pero hubo en los locales algunos secundarios que dieron un gran paso al frente. Max Strus lideró la segunda unidad con 19 puntos (6 triples en su haber), Caleb Martin fue titular y metió 18 y Gabe Vincent volvió a hacerlo bien. Quien no tuvo su noche fue Duncan Robinson, desafortunado desde el perímetro.
Ahora, Denver equilibra su temporada con un 10-10 y Miami se sitúa con 13-8.