Una larguísima espera, un paréntesis que parece eterno: Klay Thompson lleva ya 2 años y 3 meses sin jugar un partido de la NBA. No lo hace desde que el 13 de junio de 2019 se lesionara la rodilla en las Finales disputadas por Warriors y Raptors.
Lesión de ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Larga convalecencia. Pandemia. Lesión en el tendón de Aquiles derecho. Una concatenación de hechos que ha llevado al letal tirador de Golden State ha quedarse fuera de juego durante todo ese tiempo.
Ahora, Thompson empieza a ver la luz. El pasado martes hizo su primer entrenamiento oficial con su equipo, aunque se circunscribiera solo a ejercicios de tiro. Pero solo su presencia en pista sirvió para alimentar emocionalmente a todos sus compañeros, que saben que al escolta aún le quedan meses de rehabilitación hasta poder jugar.
Su entrenador, Steve Kerr, estaba feliz por ver al jugador bromeando en la cancha con sus compañeros. "Se le vio genial", dijo el técnico, que indicó que "fue muy divertido tener al viejo Klay de vuelta".
Thompson se dañó el tendón de Aquiles el 18 de noviembre de 2020, lo que le impidió jugar un solo partido de la temporada. Ya han pasado más de 10 meses. Aún es poco tiempo para superar un Aquiles, más aún cuando se viene de una compleja lesión de rodilla.
Warriors prefiere no fijar un calendario estricto con el All-Star, aunque su general manager, Bob Myers, dijo esta semana que Klay podría volver a jugar en diciembre o enero.