La NBA ha perdido definitivamente su batalla contra el tiempo. El deseo de acortar los partidos para hacerlos más accesibles a audiencias más jóvenes va camino de convertirse en una pesadilla en la que se están invirtiendo los términos deseados.
Las revisiones de vídeo están llevando más justicia a las pistas, o al menos eso es lo que se persigue, pero están convirtiendo muchos partidos en interminables.
El mejor ejemplo fue el segundo partido de las Finales del Oeste que enfrentó anoche a Suns y Clippers en Phoenix. Los datos son espectaculares: ¡Los últimos 90 segundos del partido supusieronn gastar 33 minutos de tiempo real! En ellos hubo tantas revisiones de jugadas, 5, como tiros de campo, 5, según Statmuse.
Pero el dato más tremendo llegó con los últimos 9,2 segundos de juego, ¡9,2 segundos para los que se invirtieron 20 minutos de tiempo real! Menos mal que todo acabó con una canasta para la historia.
En esos 9,2 segundos se revisaron una complicadísima jugada entre Patrick Beverley y Devin Booker, la acción ganadora del alley-oop entre Jae Crowder y Deandre Ayton y la comprobación de si se habían hecho o no correctamente algunos cambios tras el alley-oop, lo que sumado a varios tiempos muertos hizo que la conclusión se retrasara mucho.
Las medidas tomadas en su día por la liga para acortar algo los partidos han sido superadas por mucho por el tiempo que se toma para las muchas revisiones que hay en cada juego. Algunos partidos parecen no acabar nunca. Flaco favor para el espectador.