El escolta de los Minnesota Timberwolves Malik Beasley ha sido sentenciado este martes a 120 días de cárcel como consecuencia de su arresto, el pasado mes de septiembre, por el incidente violento que protagonizó en los alrededores de su casa. Un acuerdo con la fiscalía ha evitado una condena aún más severa.
Beasley fue detenido el pasado septiembre después de que amenazara con un arma de fuego a los ocupantes de un vehículo que se detuvo delante de su casa, en Plymouth, localidad del área metropolitana de Minneapolis-St. Paul.
Tras el incidente, la policía obtuvo una orden judicial para registrar su vivienda, donde halló una gran cantidad de marihuana y varias armas, entre ellas, una que se identificó como robada.
El jugador se había declarado culpable del cargo de amenaza violenta a finales de diciembre, a cambio de que se retiraran las acusaciones por posesión de droga y por recibir y ocultar un arma robada que también pesaban sobre él, lo que le ha evitado una condena mayor.
Aun así, Beasley deberá cumplir 120 días de cárcel y estará bajo libertad condicional durante un periodo de 3 años en el que deberá abstenerse de consumir alcohol o drogas, además de asistir a un programa de gestión de la ira. También ha recibido una prohibición de por vida para poseer armas de fuego.
Beasley deberá cumplir la pena de prisión una vez finalizada la temporada, aunque su abogado se ha mostrado confiado en que el cumplimiento pueda realizarse en arresto domiciliario.
Los problemas legales de Beasley no fueron obstáculo para que los Timberwolves le firmaran a finales de noviembre una jugosa renovación que le reportará 60 millones de dólares por 4 temporadas.
Una renovación que ha sido rentable hasta el momento para los de Minnesota, ya que Beasley ha promediado 20,5 puntos, 5,2 rebotes y 2,5 asistencias en 32 minutos de juego en los 14 partidos que ha jugado esta temporada, cifras todas ellas que suponen sus mejores marcas desde que está en la NBA.