Hoy comienzan las Finales de la NBA, las Finales de un año cargado de anomalías por culpa de la pandemia de Covid-19, unas Finales inédita, jamás Lakers y Heat se han enfrentado en ellas, y en plena burbuja, sin que el factor cancha desempeñe papel alguno.
Han sido casi dos meses y medio de burbuja entre pretemporada y competición. Todo para llegar a una final entre dos equipos que no jugaron los playoffs la pasada temporada, algo que no había ocurrido jamás en la historia de la NBA.
Es por lo tanto una final inédita en varios sentidos, pero también cargada de morbo, por lo que supone el hecho de que LeBron James busque su cuarto anillo y juegue sus décimas Finales enfrentándose al club con el que consiguió dos y por lo que implica que Pat Riley persiga su décimo anillo midiéndose al equipo que le encumbró como jugador y como entrenador.
Pero también es una final con una marcada carga emocional debido a la muerte de Kobe Bryant el pasado mes de enero, una tragedia que permea todo el universo Laker en estas Finales.
Más allá de aspectos personales, las Finales que empiezan hoy suponen el cara a cara de dos modelos distintos de planificación deportiva. La de Lakers en torno a dos superestrellas rodeadas de un elenco de secundarios con notable experiencia; la de Heat basada en el juego coral, con jugadores estelares excelentes que no llegan al nivel de las dos estrellas de Lakers, pero con un equipo que ejecuta a la perfección una idea grupal, con jóvenes rookies teniendo una presencia importante en la rotación.
En los banquillos, el inexperto en estas lides Frank Vogel y el más que acostumbrado Erik Spoelstra, que enfrenta sus quintas Finales desde una óptica radicalmente distinta a cómo las enfrentó entre 2011 y 2014 y que conoce a la perfección los detalles más ocultos del juego de LeBron porque le entrenó durante 4 años.
Habrá que ver cómo ataca Lakers la defensa zonal de Miami, un sistema perfectamente sincronizado que ha hecho mucho daño a sus rivales, y cómo supera Heat la agresiva primera línea defensiva de Lakers. Y habrá que ver también qué sucede en el que ha de ser el gran duelo personal de estas Finales, el que protagonizarán Anthony Davis y el cada vez más pujante Bam Adebayo.
Por otra parte, Miami tiene una importante virtud: posee un notable elenco de jugadores que puede defender a LeBron James. Jae Crowder, en primera instancia, Andre Iguodala y Jimmy Butler tienen un notable poder en la marca para intentar parar a la estrella rival.
LeBron-Davis, la pareja triunfal
LeBron James y Anthony Davis se han mostrado en estos playoffs como una pareja imparable. El primero acude a sus décimas Finales y el segundo debuta en este campo. Este dúo es, sin duda, el gran eje sobre el que ha de pivotar la defensa de Heat. Parar al menos a uno de ellos en cada partido será un paso hacia la victoria, aunque a Lakers no le va a bastar con que sus dos estrellas funcionen, precisarán los angelinos que se involucren otros jugadores.
En este sentido, Lakers ha vivido la resurrección vintage del dúo Rajon Rondo-Dwight Howard, algo que le ha venido muy bien. Pero también se tienen que involucrar jugadores como Danny Green, con gran experiencia en Finales, Kyle Kuzma, que no termina de despegar, o Kentavious Caldwell-Pope, que lo está haciendo bien (porque de la implicación de Alex Caruso nadie duda).
Lakers tiene una notable ventaja en cuanto a experiencia en las Finales por parte de sus jugadores. LeBron, Rondo, Howard, Green y el prácticamente inédito J.R Smith han jugado Finales en su carrera, y con roles muy importantes. Mientras, Miami solo tiene como jugador experto en Finales a Andre Iguodala, toda vez que Udonis Haslem es simplemente una figura decorativa en el equipo en el plano deportivo.
La lucha por el rebote y el control de las pérdidas siempre son importantes en unas Finales, pero en estos tiempos que corren también lo será, obviamente, el triple. Lakers flaquea bastante en ese capítulo del juego y Heat tiene buenos tiradores, aunque les costó un mundo anotar desde lejos ante una de las mejores defensas perimetrales de la liga, como es la de Boston.
En el plano general del juego, frente al dúo LeBron-Davis, Miami Heat enarbola una auténtico abanico de opciones ofensivas. Con Jimmy Butler y Bam Adebayo a la cabeza, sin olvidar, claro está, a Goran Dragic y al tremendo novato que es Tyler Herro, un tipo que no tiene el perfil de arrugarse en unas Finales.
Importante también, y mucho, Jae Crowder, por sus dotes defensivas y por el hecho de que puede ser una amenaza desde el triple, si bien en estos playoffs se ha mostrado bipolar desde más allá del arco, con series espectaculares y series deficientes.
Miami cuenta además con el poder defensivo y de la experencia de Andre Iguodala, que hizo mucho daño a Boston en el sexto partido, y con la amenaza desde el triple de Duncan Robinson.
Ambos equipos llegan a las Finales con idéntico número de partidos, 15. Lakers ganó 4-1 a Blazers, Rockets y Nuggets; Heat venció 4-0, 4-1 y 4-2 a Pacers, Bucks y Celtics.
Llega el momento de la verdad en esta atípica temporada que ha llevado a las Finales a un equipo, Miami Heat, que no ocupó una de las primeras cuatro plazas en el Este, otro hecho poco común.
Estamos ya en las Finales 2020, con Lakers persiguiendo su 17º título y Heat buscando su 4º tras iniciar su andadura NBA en 1988, nada menos que 42 años después del nacimiento de Lakers. Pero eso ahora poco importa. Ahora se viene una historia distinta. El duelo está servido.