Crisis de impredecibles consecuencias en la NBA. La burbuja tan minuciosamente trabajada por la liga ha estallado. El universo Disney ha bajado de la fantasía a la realidad con la cancelación del partido entre Milwaukee y Orlando al negarse a jugar los jugadores de los Bucks.
La plantilla del equipo de Milwaukee ha decidido boicotear el partido quedándose en los vestuarios, en un gesto para alertar sobre la violencia racial en Estados Unidos, cuya última víctima afroamericana ha sido Jacob Blake, tiroteado por la policía en Kenosha (Wisconsin), el estado cuya ciudad más poblada es Milwaukee, sede del equipo que hoy ha boicoteado el encuentro.
La tensión racial en Estados Unidos ha sufrido una escalada esta misma noche tras las muertes registradas en Kenosha durante una protesta contra la violencia racial.
El partido tenía que comenzar a las 4 de la tarde (hora de Florida), pero pasados 20 minutos de esa hora la cancha permanecía vacía y el marcador a cero.
"Estamos hartos de tanto asesinato y tanta injusticia", ha afirmado a ESPN el jugador de los Bucks George Hill para justificar la decisión tomada por la plantilla de Milwaukee, ciudad que se encuentra a 64 kilómetros de Kenosha.
La NBA se enfrenta ahora a una situación ciertamente complicada, especialmente en el caso de que esta decisión genere un efecto dominó que haga que otros equipos sigan el camino de Milwaukee.
Por el momento, ya se sabe que la jornada de hoy queda cancelada, por lo que la NBA tendría que reformular el actual calendario de los playoffs.
Quedan por lo tanto sin jugarse los partidos Bucks-Magic, Rockets-Thunder y Lakers-Blazers previstos para hoy.
La burbuja temía desde el principio que pudiera estallar alguna crisis sanitaria por culpa de la Covid-19, pero al final lo que ha estallado hoy es una crisis social.