Cómo acallar las críticas de un plumazo. Joel Embiid, en estado puro. Acercándose a su autodefinición de mejor jugador del mundo. El camerunés la rompió ante los Hawks de Atlanta. Sin Ben Simmons en juego. Embiid fue el alma y el corazón del equipo. El líder indiscutible.
El partido fue raro. El 41-24 del primer cuarto parecía definir desde el primer momento. Al descanso, 69-52. Vía fácil para Sixers. Pero el tercer cuarto nos dejó un tremendo 22-40. Para un 91-92 en el luminoso. Con el susto en el cuerpo, los locales reaccionaron: 38-20 en el cuarto final para el definitivo 129-112. Defensa en el momento de la verdad.
En ese marco cambiante Embiid fue el rey. Hizo la mejor anotación personal desde que está en la NBA. Terminó el choque con 49 puntos y 14 rebotes. Además, 3 asistencias y 3 robos. Encima, enorme acierto en el tiro. Presentó un 17 de 24 en campo. Y un 14 de 15 en libres. Fueron 36 minutos de juego para enmarcar. Imparable. Ejerciendo de All-Star en primer grado.
Al Horford fue titular. Le benefició la baja de Simmons. Pero esa es otra historia. La historia grande ante Atlanta la escribió Embiid.