El Oracle Arena en éxtasis. Golden State Warriors se vistió de trituradora y en una noche apoteósica trituró a Houston Rockets y, de paso, de forma diríase involuntaria, trituró a la NBA al ganar por 41 puntos a un equipo que había logrado 65 victorias en temporada regular.
Volvió la mejor versión de Stephen Curry y volvieron los más avasalladores Warriors. Curry firmó 35 puntos y 5 triples tras haber ofrecido un rendimiento irregular, y por momentos discreto, en los 2 primeros juegos ante Rockets. Su tercer cuarto fue simplemente perfecto: 18 puntos con 7 de 7 en el tiro de campo. Al final, 126-85 para Golden State con el Oracle Arena siguiendo un plan festivo imparable.
Golden State había encajado 127 puntos en el segundo partido. Se levantaron voces pidiendo más defensa y la respuesta fue dejar al equipo de Mike D'Antoni en unos paupérrimos 85 puntos. Los chicos de Kerr fueron una máquina imparable de hacer baloncesto, una auténtica apisonadora deportiva en una noche que se saldó con un doble récord para el equipo local.
Por una parte, Warriors logró la más abultada victoria en playoffs de toda su historia con esos 41 puntos de diferencia. Por otra, batió un récord de la NBA al sumar 16 triunfos seguidos como local en postemporada, dejando atrás la marca histórica de los Bulls de Michael Jordan.
De menos a más
El juego de Golden State fue de menos a más hasta alcanzar el abuso en el último cuarto.
La primera parte aún tuvo competencia en la pista. Parcial de 54-43 para Warriors al descanso. Dominio local, pero las espadas todavía estaban en alto. Eso sí, la defensa de los vigentes campeones había elevado bastante su listón respecto al segundo juego de estas Finales del Oeste. Pero luego vino lo que vino.
Crucial para el partido el inicio del tercer cuarto. Parcial de arranque de 10-0 para disparar la ventaja hasta los 21 puntos (64-43). Fue éste un cuarto en el que Curry marcó la pauta con sus 18 puntos y en el que el conjunto californiano supo controlar el marcador a base de calidad para irse del tercer acto con ventaja de 88-67.
El último cuarto resultó simplemente cruel, completamente inhumano. ¡¡¡Parcial de 38-18 para machacar al rival con un resultado de 72-42 en la segunda parte!!! La NBA herida de muerte.
Warriors se imponía por 41 puntos con excelentes porcentajes de tiro (52% de campo, 41 en triples y 94 en libres) y con una relación de 11-8 entre robos y pérdidas que contrastó con el 3-19 del rival.
Houston vio cómo el dúo estelar James Harden-Chris Paul se iba del partido con una serie conjunta de 12 de 32 en el tiro y cómo Paul erraba sus primeros 6 lanzamientos a canasta hasta anotar por fin, aunque fuera a través de un 'goaltending'.
Curry, líder imparable
Además de los 35 puntos del imparable Curry, Kevin Durant sumó 25 con 6 rebotes y 6 asistencias (importante su mejora en facetas de juego ajenas a la simple anotación) y Draymond Green se fue a 10 puntos, 17 rebotes y 6 pases de canasta en un equipo en el que todos los titulares anotaron 10 o más puntos.
En Houston, 20 puntos y 9 asistencias de James Harden, 13 puntos y 10 rebotes de Chris Paul con 5 de 16 en el tiro y 13 tantos y 8 rebotes en 22 minutos de un Clint Capela que empezó muy bien. Trevor Ariza se quedó en 6 puntos y 3 rebotes, jugó 36 minutos y tuvo una trifulca con Draymond Green que se saldó con doble técnica.
En definitiva, noche inolvidable para la afición de Warriors con un trío histórico formado por Tim Hardaway, Chris Mullin y Mitch Richmond viéndolo todo. Golden State se adelanta 2-1 en las Finales del Oeste.