Un neoyorquino, Lance Stephenson, envió esta noche a los Knicks a casa. Indiana venció a los Knicks en el sexto partido pese a los 39 puntos de Carmelo Anthony y el gran tercer cuarto de Iman Shumpert. Roy Hibbert y Paul George secundaron la gran labor de Stephenson.
Jugó George Hill tras perderse el quinto partido y todo mejoró en unos Pacers que tiraron al máximo de su quinteto titular en una noche que nos dejó un brutal tapón en un momento culminante del partido: ¡Roy Hibbert impidiendo un mate de Carmelo Anthony!. Y que supuso el acceso de Indiana a unas finales de conferencia que no vivía desde 2004.
A Melo le faltó fuelle en el cuarto final tras exhibirse en los 3 cuartos anteriores. Porque en los Knicks falló en el momento importante demasiada gente. Pablo Prigioni jugó 29 minutos para hacer 6 puntos y 6 asistencias.
Indiana 106 New York 99 (4-2)
Todo empezó con un taponazo pavoroso de Roy Hibbert sobre el intento de mate de Carmelo Anthony. El marcador reflejaba un 90-92 para los Knicks y quedaban 5 minutos de partido. A partir de un tapón que quedará en la videoteca para ser repasado durante años, se generó la victoria local, una victoria en la que el protagonista fue un neoyorquino, Lance Stephenson.
El tapón memorable de Hibbert (la tercera repetición de la televisión es alucinante) llevó el balón a manos de su compañero Paul George, Indiana montó el ataque y David West dio un pase magistral a la espalda de la defensa visitante para que Stephenson anotara el empate a 92.
Esa canasta de Stephenson marcó el inicio de un parcial de 11-2 que llevó el luminoso a un 101-94 con 1:53 por jugar. De esos 11 puntos, 9 llevaron la firma de Stephenson, incluido un 2+1 ante J.R. Smith tras robar un balón. Los otros 2 fueron producto de un palmeo de David West. Fue en ese parcial de 11-2 con 9 puntos de Stephenson donde se fueron al traste todas las opciones generadas por los Knicks en un gran tercer cuarto.
El 2+1 de Smith para poner un 101-97 a 1:15 del final generó ciertas esperanzas en el aficionado de los Knicks, pero fueron pronto cercenadas por el acierto desde los tiros libres de George Hill, que anoche reapareció tras no jugar el quinto encuentro. Esos libres del base titular local cerraron el partido y las semifinales para enviar a Indiana a la gloria de las finales del Este. El equipo de Frank Vogel sigue creciendo.
Finalizaba un partido que daba el pase a unos Pacers que tiraron de su titularidad, un cinco inicial que sumó 98 de los 106 puntos del equipo sin que ninguno de sus miembros bajara de 12. Tremendos Stephenson (25 puntos –su récord en playoffs- y 10 rebotes) y Roy Hibbert (21 tantos, 12 rebotes y 5 tapones). También excelentes Paul George (23 tantos y gran defensa en el cuarto final sobre Melo) y David West (17 puntos).
En los Knicks, 39 puntos y 7 rebotes de un Melo excepcional que, agotado, se hundió en el último cuarto, en el que anotó sólo 4 puntos con un 2 de 7 en el tiro y perdió 2 balones importantes. Se le perdona todo. Porque él sostuvo a su equipo, pues sólo estuvo ayudado por Iman Shumpert en el tercer cuarto, cuarto en el que el escolta metió 16 de sus 19 puntos y 4 triples de los 5 que enchufó al final del choque. El resto de jugadores no hizo gran cosa.
Se acabó así lo que se daba para los Knicks, que hicieron una buena temporada, llegaron lejos en playoffs, pero se van a la calle en beneficio de Indiana Pacers, que accede a sus primeras finales de conferencia en 9 años. Unos Knicks que no jugaron en playoffs a lo mismo que jugaron en excelentes fases de la temporada regular, unos Knicks que tuvieron a demasiados jugadores en clave off.
Fue el caso de J.R. Smith, perdido en sus noches sin partido y perdido en sus noches con partido. Fue el caso de Tyson Chandler, a años-luz de su mejor versión, arrasado por un gran Roy Hibbert (anoche otra vez). Fue el caso de Jason Kidd, que no ha anotado en sus 10 últimos partidos. Fue el caso puntual de Raymond Felton anoche, que hizo un 0 de 7 en el partido más importante. Misterios tiene la vida. Y con Amar’e Stoudemire sin físico. Demasiadas deficiencias como para aspirar a las más altas cotas.
Es cierto que en este partido la labor arbitral resultó aún más deficiente que en los anteriores. Y es que los colegiados pitaron 16 faltas a Indiana y 34 a New York. Pero esto no puede servir de excusa para la eliminación.
Luego está el rival, claro. Unos Pacers hecho a golpe de trabajo y con el ritmo artesanal de los grandes equipos, que se fabrican pensando en el grupo por mucho que uno tenga notables individualidades.
Y más tarde llega el guion de la vida, que depara a veces extrañas coincidencias. Anoche ocurrió. Y es que el desenlace quiso que fuera un jugador neoyorquino, Lance Stephenson, el que se convirtiera en el verdugo de los Knicks en un final trepidante, una conclusión de alto voltaje que no dejó indiferente a nadie. Esa conclusión ya narrada en la que a partir de un tremebundo tapón se generó un parcial de 11-2 con Stephenson en plan estelar.
Ese final mató a unos Knicks que habían remontado 12 puntos de desventaja en el tercer cuarto metiéndole 34 tantos a la prestigiosa defensa de los Pacers. En realidad, no los habían metido los Knicks, sino sólo 2 de sus jugadores: Iman Shumpert y Carmelo Anthony. Salvo un triple de J.R. Smith, toda la anotación de ese cuarto mágico para los neoyorquinos recayó en un Shumpert tocado por el cielo (16 puntos con 4 triples -3 consecutivos-) y un Melo imparable (15 tantos para acabar el tercer cuarto con 35). Fue una gran remontada, pero con una lectura peligrosa. En los visitantes, sólo funcionaban 2 jugadores. Una lectura que se hizo carne y derrota en el cuarto final.
Ese tercer cuarto resultó sorprendente. Al descanso se había llegado con un cómodo 55-47 para Indiana. La defensa de Knicks había sido mala. A pesar de ellos, el equipo visitante había ido tirando sobreviviendo a pequeños sobresaltos. Como cuando Indiana se puso en el primer cuarto 17-9 y los Knicks fabricaron un 0-8 con 2 triples de Prigioni y 1 de Anthony. Porque anoche sí funcionó el triple neoyorquino, una de las grandes armas que había sido cortada por la magnífica defensa de Pacers. Y funcionaron los triples en momentos importantes, salvando de algunos atolladeros a New York.
Eso sí, el segundo cuarto mostró los peores males visitantes. Del empate a 34 en sus primeros minutos se pasó a un 52-42 tras anotar los Knicks 8 puntos en 9 minutos. Menudo atasco del equipo de Mike Woodson. Excelente la defensa local cerrando cualquier posibilidad de anotar en la pintura a su rival. Con Roy Hibbert ejerciendo de dueño y señor de la zona. Bastante hizo New York con irse 8 abajo al descanso. Algo logrado gracias a Carmelo Anthony, que navegaba en ataque en solitario ante la falta de compañeros equipados de grandeza.
Por eso, sorprendió más la reacción neoyorquina en el tercer cuarto. Y es que tras el atasco del segundo acto, llegó la abundancia del tercero, con 34 puntos anotados en pleno festín anotador de Melo y Shumpert.
Llegaron a ir ganando los locales por 12 puntos (65-53 tras cesta de West). Pero llegados a un cómodo 70-60 surgió el momento Shumpert, que fue un momento ciertamente mágico. Los Knicks anotaron 4 triples seguidos, 3 de Shumpert y 1 de J.R., para hacer un parcial de 2-12 en menos de 2 minutos y empatar a 72. ¡Había partido… y qué partido!.
Melo adelantó a los visitantes casi al final del cuarto (79-81), pero Paul George empató sobre la bocina a 81. Y con empate se afrontaron los 12 últimos minutos, de los cuales los 5 finales resultaron decisivos. Fueron esos minutos en los que Hibbert puso uno de los grandes tapones de los últimos tiempos (por su brutalidad y el momento de hacerlo) y en los que un neoyorquino se cargó al equipo de su ciudad natal. “Ha sido el mejor partido de mi vida”, confesaba ese neoyorquino de Indiana al final del choque. Lance Stephenson era un hombre feliz.