Fue la noche del argentino Pablo Prigioni, que tuvo gran influencia en el juego en la parte final, la importante. Dos canastas suyas abrieron la brecha con Indiana. El Madison Square Garden coreó su nombre y se retiró a la banda poco antes de acabar el choque entre una estruendosa ovación.
Indiana llegó al cuarto final con muchísimas opciones de volver a ganar en NY, pero esos 5 puntos consecutivos del base de Río Tercero convirtieron un 72-66 en un 77-66. A partir de ahí, la debacle visitante. ¡Parcial de 26-2 en los primeros 9 minutos del cuarto final y paliza en toda regla para empatar la serie a 1!. Todo ello hizo que New York lograra su primera victoria en unas semifinales de conferencia desde hace más de una década.
Carmelo Anthony lideró a Knicks con 32 puntos y 9 rebotes. El máximo encestador de Pacers fue Paul George, si bien desapareció en la fase trascendental del partido.
New York 105 Indiana 79 (1-1)
Restaba 1:23 para el final del partido y los Knicks ganaban a los Pacers 103-76. Entonces, el técnico local, Mike Woodson, decidió premiar al argentino Pablo Prigioni con un cambio, un cambio que significaba su marcha del partido. Sacó a Iman Shumpert en lugar del armador de Río Tercero, que se dirigió a la banda arropado por una estruendosa ovación del Madison Square Garden.
El internacional albiceleste ha gozado a sus 35 años de maravillosas vivencias en el mundo del baloncesto, pero ésta será, sin duda, una de las imborrables. ¡El 7 de mayo de 2013 el Madison coreó su nombre en pleno partido!. La bola estaba en juego y en la grada se escuchaba un grito al unísono: “¡Pablo, Pablo, Pablo!”. El colofón bárbaro a una trayectoria ejemplar como jugador y a una actuación de manual en la que Prigioni rompió el choque con un par de pinceladas maravillosas. Porque Prigioni resultó decisivo en la primera victoria de Knicks en una segunda ronda de playoffs. Algo que no conseguía el equipo desde hacía más de una década.
La clave estuvo en pocos segundos. Los Pacers tenían el partido controlado y amenazaban con dinamitar al equipo neoyorquino con una segunda victoria a domicilio. El final del tercer cuarto de los Knicks había apaciguado esa sensación de catástrofe que flotaba en el ambiente, pero el inicio del cuarto final fue un guion demoledor para Indiana.
Las primeras frases de ese guion, las cruciales, las escribió Prigioni de su puño y letra. Se inició el cuarto cuarto con 72-66 para los locales. Entonces, el ex de Baskonia fabricó un triple aprovechando un bloqueo de Tyson Chandler. En la siguiente jugada, penetró hasta los 4 metros y enchufó una de 2. Es decir, 5 puntos consecutivos que transformaban ese 72-66 en un holgado 77-66. A partir de ahí, el cielo para los locales y el infierno para los visitantes.
El parcial se fue a un 20-0 con Carmelo Anthony en plenitud de poderes a pesar de su maltrecho hombro (92-66) y aún se extendió a un 26-2 en los primeros 9 minutos del último cuarto para alcanzar los neoyorquinos su máxima ventaja: ¡30 puntos, 98-68 tras 2 triples del suplentísimo Quentin Richardson!. Cuando mediado el tercer cuarto andaban pensando en no hundirse.
En realidad, si se suma el final del tercer acto y esos minutos del cuarto, New York endosó un 36-4 a Indiana en 12 minutos. Impresionante. Melo hizo 16 puntos en ese inimaginable parcial en el que los Pacers no metieron ni una sola canasta en juego (0 de 14). El apagón ofensivo visitante fue de los que no se olvidan. Y el fantástico trabajo defensivo local, tampoco.
A 1:23 del final, Woodson premiaba el rol crucial de Prigioni, que anotó cuando tuvo que anotar y pasó, algunas veces con estética maravillosa, cuando había que pasar. Acabó el argentino con 10 puntos, 4 rebotes, 4 asistencias y 4 de 4 en el tiro de campo con 2 triples. Todo ello en 21 minutos. Los números, buenos, no reflejan su capital ascendencia en el desenlace del choque.
A su lado, el líder de Knicks volvió a ser un Carmelo Anthony que se encendió según avanzaba el choque tras unos primeros cuartos realmente poco certeros. Terminó Melo con 32 puntos y 9 rebotes. Un muy buen Iman Shumpert firmó 15 puntos y un Raymond Felton extraordinario en el primer cuarto y ramplón en el resto del choque se fue a 14. Y los Knicks ganaron pese a que Tyson Chandler no es ni sombra de lo que fue hace meses y pese a que J.R.Smith, en una versión más individual y zafia que nunca, terminó con un 3 de 15 en el tiro. J.R. fue la nota discordante en el intento, logrado, de New York de mejorar su circulación de balón.
En Indiana, 20 puntos de Paul George, que perdió 7 balones y acabó apagándose, 13 de David West, que vivió idéntica trayectoria, y 12 rebotes y 4 tapones de Roy Hibbert, fantástico en defensa, pero pobre en ataque.
Los Knicks habían comenzado con bastante criterio. Rindieron bien en el primer cuarto (29-20) en el que se apreció una mejora notable en su fluidez ofensiva, en la circulación de la bola, y un paso adelante en materia defensiva respecto al primer partido. El encuentro comenzó con un formidable pique entre Raymond Felton y George Hill, jugadores que fueron a menos según transcurrió el partido.
Desde ese primer cuarto se pudo apreciar que Indiana volvería a tener un serio problema con las pérdidas de balón. Al descanso (47-42) ya llevaba 12 que habían supuesto 20 puntos del equipo rival, pero Pacers alcanzó los vestuarios vivo, en una situación bastante más saludable de lo que dijo su juego y el buen quehacer del rival.
Ese segundo cuarto, nos había dejado buenos ‘flashes’: un maravilloso 2+1 de Paul George, buenos momentos de Kenyon Martin, un mate sideral de Iman Shumpert tras lograr un rebote ofensivo en el cielo o un alley-oop desde la banda fabricado en un tiempo muerto por Frank Vogel. Los locales llegaron a tener 13 puntos de ventaja, pero no supieron romper el partido. E Indiana sobrevivió.
El tercer acto no supuso un cambio radical en el panorama. Eso sí, Indiana se centró y llegó a adelantarse en el marcador. Fueron momentos de duda en la pista, en la banda y en la grada, pero los Knicks hicieron un buen final de cuarto, preludio de la locura que llegó en el cuarto y definitivo. Entonces, un tal Pablito Prigioni sentó las bases de la revolución… y la revolución pasó por encima del equipo de Vogel no dejando títere con cabeza.