“Soy un pívot de la NBA de 34 años. Soy negro. Y soy gay”. Con estas palabras se inicia el largo artículo escrito por Jason Collins, con la ayuda del periodista Franz Lidz, en Sports Illustrated a lo largo del cual, el jugador de los Wizards habla abiertamente de su condición sexual.
El pívot, formado en Stanford y con 12 temporadas de NBA a sus espaldas en las que ha jugado 713 partidos con 6 equipos diferentes, ha decidido dar este paso porque “he alcanzado ese estado envidiable en la vida en el cual puedo hacer lo que quiera y lo que quiero es continuar jugando al baloncesto”.
Un paso valiente, pues no en vano, Collins es el primer jugador de uno de los grandes deportes profesionales en Estados Unidos que decide salir del armario estando aún en activo, algo nada fácil en un mundo, el del deporte de alto nivel, lleno todavía de prejuicios.
En el artículo, Collins habla con total sinceridad de lo que ha ocultado durante muchos años incluso a algunos de sus más cercanos, -como es el caso de su hermano gemelo Jarron, que jugó en la NBA hasta 2011, al que no reveló su orientación sexual hasta el pasado verano- y del largo proceso que le ha llevado a hacer pública su condición en este momento.
Collins asegura también que no quiere ser etiquetado y que con sus 7 pies de altura y acostumbrado a pelear en pista con otros jugadores tan grandes o más que él, no cumple el estereotipo de gay, por lo que muchos jugadores se sorprenderán ante su revelación.
Explica también que, aunque hasta ahora no se había atrevido a dar este paso, en sus 2 últimos equipos, Boston y Washington, ha llevado el número 98 como un pequeño gesto de solidaridad con la comunidad gay, en recuerdo de uno de los más notables crímenes motivados por el odio a los homosexuales ocurrido en 1998, cuando Matthew Sheppard, un estudiante de la Universidad de Wyoming, fue secuestrado y torturado hasta la muerte.
Ahora, se muestra aliviado por poder mostrarse como es, sin tener que esconder su verdadera condición ante nadie. Sobre la respuesta que pueda haber entre sus compañeros, lo tiene claro, “Espero lo mejor, pero me preparo para lo peor”. Collins, que es agente libre, confía en que su decisión tampoco perjudique a su carrera y poder encontrar equipo sin dificultades este verano.