Cada vez está más cerca la final soñada por muchos aficionados y por la propia NBA: Celtics-Lakers. Boston dio anoche un paso de gigante al derrotar a los Pistons por 106-102 y adelantarse 3-2 en la Final de la Conferencia Este. Garnett, con 33 puntos, y Ray Allen, con 29, encabezaron la ofensiva bostoniana.
El encuentro, en el que estuvo ausente el argentino Herrmann, fue el más ofensivo de la serie, con los dos conjuntos por encima del centenar de puntos, pero el equipo de Massachusetts basó su victoria en la defensa del juego interior. Los pupilos de Doc Rivers cerraron todas las vías para que los hombres altos de los Pistons pudieran anotar desde la pintura y para que los hombres exteriores pudieran penetrar de forma franca en la zona.
El resultado no pudo ser más exitoso. Detroit tan solo pudo anotar 18 puntos en posiciones cercanas al aro en todo el partido. A ese dominio defensivo se sumó el dominio reboteador de los locales, que arrasaron a su rival al capturar 42 rebotes frente a 25 de los Pistons, una abismal diferencia que se sitúa en el primer plano a la hora de explicar el desenlace del choque.
Ese desenlace no hubiera tenido historia alguna si los Celtics hubieran asegurado la enorme ventaja que obtuvieron en el tercer cuarto, donde se llegaron a situar 17 puntos arriba (73-56), pero el final de ese cuarto y, especialmente, el desarrollo del último llevaron la emoción al marcador, que no se decidió hasta los últimos segundos.
Las razones de la victoria
La victoria local tuvo algunas circunstancias anómalas en relación a otros partidos disputados por los célticos en los presentes playoffs. Una fue el renacer ofensivo del apagado Ray Allen (29 puntos con 5 triples de 6 intentos), otra fue la eclosión inesperada del Kendrick Perkins (18 puntos y 16 rebotes) y una tercera emergió del joven Rajon Rondo, que estuvo desacertado en el tiro, pero dirigió a sus compañeros de forma admirable, y es que tan importante fue su contribución que Rivers le mantuvo en la pista durante 46 minutos. Rondo repartió anoche 13 asistencias, robó 4 balones y sólo perdió 1. Tres cifras portentosas si estamos hablando de un armador de juego. Además ayudó al equipo en el rebote al capturar 6.
Junto a esas aportaciones extras, que no figuraban en el guión previsto, surgió otra que prácticamente se ha institucionalizado, la de Kevin Garnett. Anoche, ‘La Máscara’ protagonizó su mejor partido ofensivo de post-temporada (33 puntos, con 11 de 17 en el tiro de campo), aunque contribuyó menos en otras facetas del juego que le han hecho figura imprescindible en la NBA. Aún así capturó 7 rebotes.
Mientras, Paul Pierce no tuvo una jornada antológica, pero supo ayudar a su equipo con 16 puntos, haciendo que el ‘Big Three’ de los célticos se fuera anoche a los 78 puntos, que no es poco.
Cabría preguntarse entonces cómo es posible que con todos estos elementos favorables Boston sufriera tanto para hacerse con el quinto compromiso de la serie. Podrían encontrarse algunas explicaciones, como el desacierto en la defensa del perímetro, pero cualquiera de ellas quedaría minimizada por la causa más llamativa: la debacle absoluta de la segunda unidad del equipo.
Y es que anoche la suplencia de los Celtics, experta donde las haya, trazó un panorama desolador, que de repetirse en el futuro dejaría a los bostonianos con escasas opciones de lograr el título de la NBA.
Los suplentes de Boston consiguieron 3 puntos en toda la noche, una producción que ha de llamar a la reflexión, más aún cuando los que saltaron a la cancha (P.J Brown, Cassell y Posey, porque House tuvo una presencia testimonial) atesoran calidad y experiencia, si bien en algunos casos la cercanía de la retirada es un hecho.
Con ese paupérrimo nivel en el segundo escalón de la plantilla no se puede hacer nada, ya que no todos los días podrán estar acertados los 5 titulares del equipo.
El problema de los Pistons
Mientras, en los visitantes lo mejor fue su inimitable pareja exterior. Chauncey Billups (26 puntos y 6 asistencias) y ‘Rip’ Hamilton (25 puntos y 6 asistencias, aunque perdió 6 balones) tiraron del carro, bien acompañados por Rasheed Wallace, que anotó 18 tantos. Pero es en el rendimiento de Wallace donde se pueden personalizar todos los males del conjunto de Flip Saunders.
Esos males pasan por el inexistente juego interior de los Pistons y su incapacidad para penetrar desde posiciones exteriores en la zona rival. Y es que Wallace anotó todos sus puntos desde la línea de 3. Los datos no engañan: 18 puntos a partir de 6 triples. Si a eso le sumamos que McDyess fue una sombra de la portentosa figura que dibujó en el partido anterior, nos quedan unos Pistons sin amenazas en la pintura.
Hay que reconocer que este quinto encuentro de la final se caracterizó por un acierto espectacular en el tiro exterior (8 triples de 15 intentos los locales por 11 de 21 los visitantes), pero a diferencia de los Pistons, los Celtics lograron una notable actuación de sus hombres altos (Garnett 33 y Perkins 18) y dominaron a su antojo los tableros.
En este gris panorama, las notas más positivas para el equipo de Michigan fueron la presencia nuevamente brillante del joven Stuckey (el novato anotó 13 puntos y sigue afianzándose en el equipo) y el hecho de que con todas estas circunstancias desfavorables los Pistons llegaran al final del encuentro con opciones de victoria.
Escapada de los Celtics
El encuentro resultó igualadísimo en los dos primeros cuartos, un equilibrio que lo más que se pudo romper fue cuando Kevin Garnett anotó un triple cuando se acababa la posesión de su equipo. Ese triple puso a los suyos 7 puntos arriba cuando apenas restaba un minuto para alcanzar el descanso, al que se llegó con 52-46 para los locales, liderados por el propio Garnett, Pierce –que se apagó en la segunda mitad- y un inconmensurable Perkins.
Sin embargo, la reanudación supuso una importante variación en el rumbo del partido. Un gancho de Perkins y una canasta de Pierce llevaron la ventaja en el luminoso a los 10 puntos (56-46). Apenas habían transcurrido 2 minutos de juego del tercer cuarto.
A partir de entonces la diferencia se estabilizó, pero poco a poco, con sordina, los de Doc Rivers fueron ampliando su margen en el electrónico hasta irse a un esclarecedor 73-56 a falta de 4:12 para el final del penúltimo cuarto, una situación que parecía despejar cualquier duda sobre el ganador del encuentro.
Para entonces, Rondo ya llevaba 12 asistencias en su zurrón y Garnett, Perkins, Allen y Pierce se beneficiaban alegremente de tal generosidad.
El cuarto concluyó 84-71 para Boston gracias al ánimo ofensivo final de Hamilton, que atemperó la situación.
Detroit remonta el partido
Todo parecía decidido, pero las apariencias engañan. Y es que 7 puntos consecutivos de los visitantes rebajaron el marcador hasta un 86-78 que permitía a Detroit albergar ciertas esperanzas no disimuladas.
En ese momento se espesó el partido, y en algo más de 2 minutos no subió al luminoso ni un solo punto, pero cuando se reanudó la producción ofensiva los Pistons persistieron en su empresa y se fueron acercando a su rival hasta meterse de lleno en la pelea.
Para entonces el partido había adquirido ya una tensión sensacional. Esa tensión se fue reflejando en el gran número de técnicas que se pitaron, incluída una a mediados del último cuarto con la que fue sancionado Wallace, que ya lleva 6 en los playoffs y está a una de sufrir una sanción de un partido.
Esa tensión se hizo cada vez más patente a medida que el resultado se estrechaba, alcanzando su punto álgido cuando Rodney Stuckey encestó un triple a 1:23 del final y situó a los suyos a un paso de la victoria (100-99).
El desenlace del encuentro resultó, sin embargo, imprevisto a tenor de los personajes que lo protagonizaron. Y es que mientras en Boston la decisión estuvo en manos de la experiencia (Garnett y Allen), en Detroit quedó a merced de la juventud, puesto que los últimos 5 puntos de los Pistons los tuvo que anotar un brillante Stuckey ante la inoperancia de las vacas sagradas del equipo, si bien hay que reconocer que Billups, al menos, asumió responsabilidades y lo intentó, aunque erró los 2 tiros que hizo en el último minuto.
Con esos mimbres, pese al esfuerzo y calidad del novato Stuckey, los Celtics se llevaron la victoria, apuntalada en los últimos 6 segundos con 4 tiros libres transformados por Allen y Garnett.
Tras la victoria, Boston se adelanta 3-2 a Detroit, una situación que hace que los Pistons no puedan ser muy optimistas, ya que de las 6 veces que se pusieron en una final de conferencia con 3-2 en contra perdieron 5. El año pasado, sin ir más lejos, perdieron con Cleveland y el anterior con Miami, un equipo que les ofrece su único salvavidas al que asirse, ya que ante los Heat los Pistons remontaron un 3-2 en la final de 2005. Ésa fue la excepción.
De cumplirse esas estadísticas favorables, Boston podría acceder a la Final de la NBA, un lugar ignoto para los Celtics desde el final de su época dorada de los 80. Y es que los célticos no alcanzan la final de la liga desde 1987.
Boston Celtics 106 Detroit Pistons 102 (3-2) BOSTON: Rondo (7), Allen (29), Pierce (16), Garnett (33), Perkins (18) -cinco inicial-, Posey (3), Brown, Cassell y House. |
DETROIT: Billups (26), Hamilton (25), Prince (8), McDyess (4), Wallace (18) -cinco inicial-, Stuckey (13), Hunter, Maxiell (6) y Ratliff (2). |
Parciales: 23-23, 29-23, 32-25 y 22-31. |