De campeón a campeón tras 16 temporadas de sequía. Sacramento Kings regresó a la postemporada ganando a los vigentes campeones, Warriors, 17 años después de su última victoria en los playoffs, que fue también ante los defensores por entonces del título, Spurs.
Ambiente festivo, por momento desbordante y delirante, en el Golden 1 Center para reecontrarse con los playoffs teniendo como rival a los siempre rutilantes Warriors, y baño masivo de felicidad de la mano de una victoria conseguida a partir de la propia lógica interna de un equipo que ha hecho de su ofensiva el escaparate de su juego bajo el impulso de un Mike Brown que conoce perfectamente a su rival, Warriors, porque ejerció los pasados 6 años como ayudante de Steve Kerr.
Triunfo al ritmo propuesto por Kings durante toda la temporada, victoria por 126-123 con dos nombres propios: De'Aaron Fox y Malik Monk.
El base derrochó calidad a raudales hasta completar un partido exquisito en su debut en postemporada: 38 puntos, 5 asistencias y 3 robos de balón. Mientras, Monk, ejerció de suplente de lujo yéndose hasta los 32 puntos en 29 minutos, con un inmaculado 14 de 14 desde los libres. Y ambos fueron cruciales en la recta final.
Los excompañeros de etapa universitaria en Kentucky, drafteados ambos en 2017, sumaron 70 puntos en una actuación conjunta memorable.
Warriors diseñó su estrategia intentando ahogar a Domantas Sabonis, que es el eje del baloncesto de estos Kings, como base de facto del equipo y creador de espacios en la ofensiva. Y lo consiguió. Kevon Looney y sus compañeros hicieron un gran trabajo para minimizar al lituano, que firmó un 5 de 17 en el tiro impropio de él y repartió solo 2 asistencias. Pero Sabonis, aun limitado, siempre ejerce poder positivo sobre el juego de sus compañeros. Terminó con 12 puntos y 16 rebotes.
Otro suplente que aprovechó sus minutos a lo grande fue Trey Lyles, autor de 16 puntos en 18 minutos, mientras que el ex Warrior Harrison Barnes hacía desde la titularidad 13 puntos y 7 rebotes.
En Warriors, 30 puntos de Stephen Curry, 21 de Klay Thompson (11 triples entre ambos), 17 de Jordan Poole en 22 minutos y otros 17 de Andrew Wiggins en su muy positivo regreso tras 2 meses de ausencia por motivos familiares. El canadiense puso 4 tapones, y donde estuvo más espeso fue desde el triple.
Draymond Green trabajó en defensa, capturó 9 rebotes y dio 11 asistencias y Gary Payton II hizo buenos minutos.
El problema de Warriors es que no sacó a relucir defensa, tal y como le pasó durante la temporada regular la mayoría de las veces que ejerció como visitante. Y el ataque de Sacramento resulta infernal, un martillo pilón, un rifle de repetición, un arma de destrucción masiva.
Warriors cerró mal el rebote, abusó del triple, encajó 71 puntos en la segunda parte y fue incapaz de definir bien en la conclusión del partido, algo que le ha ocurrido demasiadas veces esta temporada. Al final, la inexperiencia en playoffs de Kings no se arrugó ante la experiencia de un equipo que ha ganado 4 títulos en 8 años.
Final muy apretado en Sacramento y los Kings derrochando aplomo a pesar de algunos lógicos errores dada la exigencia del momento, con Andrew Wiggins y Stephen Curry fallando 2 triples decisivos al final del partido, entre medias de los cuales Monk acertó con pulso firme 2 tiros libres vitales. Todo en un desenlace vibrante, de toma y daca, sin freno, a tumba abierta, un final que encendió aún más a una grada ya de por sí encendida.
Estos Kings de Mike Brown van muy en serio. Es verdad que todo apunta a que serán eliminados por los Warriors, pero están listos para vender muy cara su derrota y para exprimir a fondo sus opciones, y está claro que están dispuestos a morir, si es que mueren, con las botas puestas, sin renunciar a su identidad, demostrando que se puede ser competitivo en playoffs dándose al ataque con vehemencia, exhibiendo un músculo ofensivo poco común.