El propietario de los Utah Jazz, Lawrence Horne Miller, falleció ayer en su casa de Salt Lake City como consecuencia de las complicaciones derivadas de la diabetes de tipo 2 que padecía hace tiempo. Tenía 64 años.
Miller había sufrido recientemente la amputación de las piernas por debajo de la rodilla debido a sus problemas de salud, pero ni siquiera esta drástica medida consiguió detener la negativa evolución de su enfermedad.
Considerado por todos como el hombre que evitó en 1986 la salida de los Jazz de Utah y artífice de su conversión en una de las franquicias más respetadas de la NBA, la muerte de Miller ha provocado una honda conmoción en la franquicia de Salt Lake City y en todo el estado mormón, donde era enormemente apreciado.
“Cada ciudadano de nuestro estado siente hoy un pequeño vacío. Larry era Utah y Utah era Larry”, declaraba ayer el gobernador del estado Jon Huntsman Jr. Tras conocer la noticia.
Arquetipo del sueño americano y el hombre hecho a sí mismo -nacido en un entorno humilde, su padre era trabajador de una refinería, construyó un emporio empresarial con la venta de coches como principal negocio-, a Miller le sucede al frente de los Jazz el mayor de sus 5 hijos, Greg, en quien ya delegó hace unos meses ante su delicado estado de salud.